Legendborn (Legendborn #1)

—Registros, información de miembros, relatos de testigos, cualquier cosa que alguien haya documentado con relación a los ataques.

Divide y vencerás; Sel se ocupa de un lado de la habitación y yo del otro. Avanzo despacio con un brazo lesionado, pero uso los dedos de la mano derecha para sujetar las páginas sueltas.

Después de diez minutos, Sel habla.

—Eres buena para él.

Los dos sabemos a quién se refiere.

Abre otro cajón.

—Siempre ha sido un santurrón, pero ahora se ha centrado.

Antes de que aparecieras, desafió a su padre para demostrarse a sí mismo que no le importa lo que piense. Ahora ha empezado a considerar el legado que había abandonado.

Es mi turno de burlarme.

—A Nick no le importa lo que piense su padre. Lo hizo para evitar a Arturo.

Se ríe.

—Estoy seguro de que es lo que cree, pero lo conozco desde que íbamos en pa?ales. Está resentido con su padre y odiaba la educación que le dio. Después de la partida de su esposa, Davis volcó su devoción en su hijo de todas las maneras posibles. Cedió a sus rabietas y fantasías. Permitió que nuestro futuro rey nos diera la espalda al resto.

—Pero…

—Hazme caso, Bree. —Suspira—. Da igual lo que diga un ni?o al que han abandonado, al final, hay una única una verdad. Un progenitor se marchó y el otro se quedó.

—Su madre no lo dejó. Se la llevaron.

—Su madre tomó una decisión. Conocía los riesgos. —Una pausa—. Hizo su elección de todos modos.

Hago una pausa. Mi madre se ha marchado, pero nunca habría elegido dejarme ni correr el riesgo de perderme. Esa es mi verdad y una que jamás había puesto en duda.

Dejo la carpeta que tengo en la mano y paso a otra.

—Si los dos sois tan parecidos, ?por qué te odia? Sé lo que siente por los merlines en general, pero tú eras un ni?o cuando encantaron a su madre. No tuviste nada que ver.

Sel toma una gruesa carpeta y se deja caer en el suelo con ella; habla sin levantar la vista.

—Cuando era peque?o, a mi madre la asesinó un uchel durante una misión. Después, mi padre humano se sumergió en una botella de licor y no salió.

Parpadeo, asombrada tanto por el tono neutral con el que cuenta la historia como por lo familiar que me resulta ese tono. A veces, se dicen las cosas horribles deprisa y sin tomar aliento porque demorarse duele demasiado.

Si un uchel mató a la madre de Sel, no me extra?a que amenazara con matarme. La verdad, me sorprende que se contuviera.

—Los Regentes me trasladaron a una escuela para merlines en las monta?as, pero después de hacer el juramento con Nicholas, su padre me acogió. Mientras que mis padres estaban ausentes, Davis se mostró amable y generoso. Poco después de mi llegada, Nicholas empezó a interpretar los elogios y la atención de su padre como una competición. Dado que yo era obediente, recibía afecto.

—Se encoge de hombros—. Con el tiempo, los celos se convirtieron en ira y la ira en resentimiento.

Lo medito un momento.

—?Para los dos?

Exhala y me mira, pensativo.

—Tal vez.

Nos quedamos en silencio un momento antes de que continúe, con la voz cargada de recuerdos.

—Creía que Nicholas era impresionante. Era todo lo que yo no era. Brillante, abierto, popular. Heroico. Hacía que todo pareciera fácil. Todavía lo hace. Quería tenerlo cerca. —Suspira con suavidad —. Supongo que por eso me enamoré de él.

Ahí va.

—No me había dado cuenta. Tú… ?Sabe él…?

—Tenía trece a?os. Está más que superado. —Suelta una risa relajada e irónica, con la cabeza todavía inclinada sobre un archivador—. Todo el mundo se enamora de Nicholas, Bree, es parte de su insufrible encanto.

Quiero saber más, a pesar de los complicados sentimientos que me produce la conversación, y Sel responde antes de que pregunte.

—Hay demasiadas cargas entre Nicholas y yo; jamás habría quedado espacio suficiente para que creciera nada más. —Frunce el ce?o con los papeles que tiene en las manos—. Cuando pienso ahora en ese encaprichamiento, recuerdo cuánto de mi vida he sacrificado para proteger a un mocoso malcriado que ni siquiera quería la corona y me siento muy agradecido de haber seguido adelante con gente más madura.

—?Como Tor? —respondo sin pensar.

Sel se vuelve hacia mí y levanta una ceja.

—Entre otros.

Una confusa mezcla de celos, curiosidad y deseo se arremolina en mi estómago.

Retoma el trabajo.

—?Alguna otra pregunta personal o seguimos con la búsqueda de un mago descarriado y asesino?

Abro la boca para lanzar otra réplica cuando se queda completamente inmóvil.

—?Qué?

—Es esto —susurra y saca del armario una gruesa carpeta verde llena de papeles—. Tiene el sello de confidencialidad de los Regentes. ?Documentación y declaraciones juradas sobre una oleada de ataques demoníacos en el campus?. Con fecha de hace veinticinco a?os. Vamos.



*

El viaje de vuelta a la logia es igual de rápido, con la única diferencia de que esta vez voy en la espalda de Sel cuando salta hasta el enrejado del primer piso y se agarra a una cornisa para impulsarnos el resto del camino hasta su ventana abierta.

Una vez dentro, se deja caer en el suelo y abre la carpeta; coloca varios montones de papeles en fila. La despreocupación con la que se sienta y los movimientos deliberados de sus manos me pillan desprevenida, pero entonces recuerdo que, por muy mago del rey que sea, también es un joven de dieciocho a?os en la universidad. Tiene que estudiar, hacer los deberes y escribir trabajos igual que el resto.

Alguien da un portazo en el pasillo y oigo voces. Casi ha amanecido.

Me arrodillo frente a él. ?Es el momento?, pienso. ?Descubriré qué le pasó a mi madre y por qué. Y quién es el responsable?.

Alcanzo la pila superior de papeles con una mano temblorosa, pero Sel ya ha encontrado lo que necesitamos, una declaración jurada un poco amarillenta, de tres páginas y escrita a mano con una letra formal.

Me mira con una pregunta en los ojos. Asiento y lee en voz alta: 9 de abril de 1995

Información confidencial

A la atención los honorables feudatarios y magos senescales del Alto Consejo de Regentes de la Orden de la Mesa Redonda:

Comenzaré esta declaración sin rodeos de ningún tipo. La división Sur de la Orden de la Mesa Redonda ha fallado en sus deberes. Tal y como se ha solicitado, este informe personal detalla, de forma lineal y desde mi punto de vista, los hechos ocurridos desde la semana pasada y hasta el día de hoy. Escribo esto con el entendimiento de que los hechos aquí expuestos serán archivados en los registros de la Orden.

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