El profesor se vuelve a los otros tipos y dice, con la pedantería propia de su cargo:
—La teoría de la información daría forma a un calculador mecánico básicamente de la misma forma en que, digamos, la dinámica de fluidos da forma al casco de un barco. —A continuación se vuelve hacia Waterhouse y dice, en tono algo menos formal—: El doctor Turing ha seguido desarrollando su trabajo en ese campo desde que desapareció, desde el punto de vista de su país, en el reino de la Información Secreta. Una preocupación especial ha sido el problema de cuánta información puede extraerse de datos aparentemente caóticos.
De pronto, todas las otras personas en la habitación están intercambiando esas miradas raras.
—Asumo por su reacción —dice el Tipo Importante— que también le ha interesado a usted.
Waterhouse se pregunta cuál ha sido su reacción. ?Le habrán crecido colmillos? ?Ha babeado en el café?
—Está bien —dice el Tipo Importante antes de que Waterhouse pueda preguntar—, porque a nosotros también nos interesa mucho. Veamos, ahora que estamos realizando esfuerzos, y debo destacar la situación preliminar e insatisfactoria de esos esfuerzos, por el momento, para coordinar los servicios de inteligencia entre Estados Unidos y Gran Breta?a, nos encontramos en la situación más extra?a en que hayan estado nunca un par de aliados en una guerra. Lo sabemos todo, capitán Waterhouse. Recibimos las comunicaciones personales de Hit-ler a sus comandantes de campo, ?con frecuencia antes que los propios comandantes! Ese conocimiento es evidentemente una herramienta muy potente. Pero es igualmente evidente que no puede ayudarnos a ganar la guerra a menos que nos ayude a cambiar nuestras acciones. Es decir, si por medio de Ultra sabemos de un convoy que navega desde Tarento con suministros para Rommel en el norte de áfrica, ese conocimiento no nos sirve de nada a menos que vayamos allí a hundir el convoy.
—Está claro —dice Waterhouse.
—Ahora bien, si envían diez convoyes y los hundimos todos, incluso los ocultos bajo la niebla y la oscuridad, los alemanes empezarán a preguntarse cómo sabíamos dónde podíamos encontrar esos convoyes. Comprenderán que hemos roto el código Enigma y lo cambiarán, y perderemos esa herramienta. Es casi seguro que al se?or Churchill no le gustaría nada tal resultado. —El Tipo Importante mira a todos los demás, quienes asienten con complicidad. Waterhouse tiene la sensación de que el se?or Churchill ha estado presionando sobre ese punto en particular.
—Vamos a expresarlo en términos de teoría de la información —dice el profesor—. La información fluye de Alemania a nosotros por medio del sistema Ultra en Bletchley Park. Esa información nos llega por medio de transmisiones de radio en código Morse aparentemente aleatorias. Pero como disponemos de personas muy brillantes podemos descubrir orden en lo que aparentemente es caótico, podemos extraer información crucial para nuestro empe?o. Ahora bien, los alemanes no han roto nuestros cifrados. Pero pueden observar nuestras acciones; la ruta de nuestros convoyes por el Atlántico norte, el despliegue de nuestras fuerzas aéreas. Si los convoyes evitan siempre los submarinos, si las fuerzas aéreas se dirigen siempre directamente a los convoyes alemanes, entonces los alemanes tendrán claro, hablo en este caso de un alemán brillante, un alemán universitario, que no hay azar. Ese alemán encontrará correlaciones. Podrá ver que sabemos más de lo que deberíamos saber. En otras palabras, hay cierto punto a partir del cual la información comienza a fluir de nosotros hacia los alemanes.
—Precisamos saber dónde se encuentra ese punto —dice el Tipo Importante—. Dónde está exactamente. Es preciso que nos quedemos en el lado correcto. Para desarrollar la apariencia de azar.
—Sí —dice Waterhouse—, y debe ser el tipo de azar que convenciese a alguien como Rudolf von Hacklheber.
—Exactamente el tipo en quien pensábamos —dice el profesor—. El doctor von Hacklheber, desde el a?o pasado.
—?Oh! —dice Waterhouse—. ?Rudy obtuvo su doctorado? —Desde que Rudy había sido llamado al seno del Reich de los mil a?os, Waterhouse había asumido lo peor: lo imaginaba con un abrigo, durmiendo por turnos y asediando Leningrado o algo así. Pero, aparentemente, los nazis, con su buen ojo para el talento (siempre que no fuese talento judío), le habían dado un trabajo de despacho.
Aún así, es bueno saberlo y por un momento Waterhouse muestra placer al saber que Rudy está bien. Uno de los Otros Tipos, intentado romper el hielo, bromea diciendo que si alguien hubiese tenido la previsión de encerrar a Rudy en New Jersey mientras durase la guerra, no sería necesaria la nueva categoría secreta de Ultra Mega. Nadie parece pensar que sea divertido, por lo que Waterhouse asume que debe ser cierto.
Le muestran el diagrama de organización del Destacamento Especial de la RAF n. 2701, que contiene los nombres de las veinticuatro personas en todo el mundo que son Ultra Mega. La parte superior está ocupaba con nombres como Winston Churchill y Franklin Delano Roosevelt. Luego vienen otros nombres que a Waterhouse le resultan extra?amente familiares; quizá los nombres de los caballeros de esa misma habitación. Por debajo, un tal Chattan, un joven coronel de la RAF que (le aseguran a Waterhouse) consiguió cosas muy buenas durante la Batalla de Inglaterra.