(Ahora que está aquí, es tentador preguntarse cuáles de las chicas en la cola TCE son putas. Pero no le parece que llegue a ninguna parte, así que cuadra los hombros y se acerca a la línea amarilla.
El gobierno filipino ha dispuesto expositores de vidrio en el vestíbulo que lleva desde el control de pasaportes a la inspección de seguridad. Los expositores contienen artefactos que muestran las glorias de la cultura filipina anterior a Magallanes. El primero de ellos contiene hpiéce de resístame: un instrumento musical rústico tallado a mano, de largo y complicado nombre en tagalo. Debajo de él, en letras más peque?as, se encuentra la traducción al inglés: FLAUTA DE UN SOLO TONO.)
—?Comprendes? Filipinas está cercada de forma natural —dijo Avi—. ?Sabes lo raro que es encontrar una situación así? Cuando encuentras un ambiente aislado de forma natural, Randy, embistes contra él como un hurón furioso metido en una tubería llena de carne cruda.
Un comentario sobre Avi: los antepasados de su padre apenas habían salido de Praga. En lo que se refería a judíos centroeuropeos, eran bastante típicos. Lo único realmente anómalo es que siguiesen con vida. Pero los antepasados de su madre eran unos cripto judíos mexicanos increíblemente peculiares que habían estado viviendo en las mesetas, esquivando a los jesuitas, disparando a las serpientes de cascabel y comiendo hojas de estramonio durante trescientos a?os; tenían el aspecto de indios y hablaban como cowboys. Por tanto, cuando se relacionaba con otras personas, Avi vacilaba. En la mayor parte de las ocasiones se mostraba correcto y cortés de una forma que impresionaba profundamente a los empresarios —especialmente a los nipones—, pero de vez en cuando tenía arrebatos, como si hubiese estado probando la hierba loca. Randy había aprendido a manejar esas situaciones, razón por la que Avi lo llamaba en momentos como aquél.
—?Oh, cálmate! —dijo Randy. Observó cómo una chica bronceada pasaba a su lado, de regreso de la playa—. ?Aislada innata?
—Mientras Filipinas no se lo tome en serio, tendrá muchos TCE. Querrán comunicarse con sus familias… los filipinos están muy centrados en sus familias. Comparados con ellos, los judíos no son más que un grupo de solitarios alienados.
—Vale. Sabes más de esos dos grupos que yo.
—Son sentimentales y afectuosos, tanto que es fácil que nosotros les despreciemos.
—No tienes que ponerte a la defensiva —dijo Randy—. No les estoy despreciando.
—Cuando oigas en la radio las canciones que dedican, les despreciarás —dijo Avi—. Pero, francamente, en esos asuntos podríamos aprender de los Pinoys.
—Ahora mismo estás muy cerca de sonar a beato…
—Me disculpo —dijo Avi, con total sinceridad. La esposa de Avi había estado embarazada casi de forma continua en los cuatro a?os que llevaban casados. Cada día que pasaba él se volvía más diligente en los asuntos religiosos y no podía mantener una conversación sin mencionar el Holocausto. Randy era un soltero que estaba a punto de romper con la chica con la que había estado viviendo.
—Te creo, Avi —dijo Randy—. ?Tienes algún problema con que coja un billete en businessl
Avi no le escuchó, así que Randy asumió que era un sí.
—Siempre que la situación se mantenga, habrá un gran mercado para Pinoy-gramas.
—?Pinoy-gramas?
—?Por Dios santo, no lo digas a gritos! Estoy rellenando los formularios para registrar la marca mientras hablamos —dijo Avi. Randy podía oír de fondo un sonido de ametralladora, teclas de ordenador moviéndose tan rápido que parecía que Avi se limitaba a sostener el teclado entre sus manos pálidas y huesudas y lo agitaba violentamente de arriba abajo—. Pero si los filipinos se lo toman en serio, veremos un crecimiento explosivo en las telecomunicaciones, como en cualquier otra Earde.
—?Earde?
—E-A—R-D. Economía Asiática en Rápido Desarrollo. En cualquier caso, nosotros salimos ganando.
—Asumo que quieres meterte en un negocio relacionado con las telecomunicaciones.
—Bingo. —De fondo comenzó a oírse el llanto de un ni?o—. Tengo que irme —dijo Avi—. El asma de Shlomo ha vuelto a dispararse. Apunta esta huella.
—?Huella?
—Para mi clave de descifrado. Para el correo electrónico.
—?Ordo?
—Sí.
Randy sacó un bolígrafo y, al no encontrar papel en el bolsillo, lo colocó sobre la palma de la mano.
—Dispara.
—67 81 A4 AE FF 40 25 9B 43 0E 29 SD 56 60 E3 2F. —Y a continuación, Avi colgó el teléfono.
Randy volvió al restaurante. De camino a la mesa, le pidió al camarero que le trajese media botella de un buen vino tinto. Charlene le oyó y lo miró con el ce?o fruncido. Randy seguía pensando sobre la ferocidad innata, y no vio el gesto; sólo el aspecto mojigato común a todos los amigos de Charlene. ?Dios mío! Tengo que irme de California, comprendió de inmediato.
Alga marina
Mujer e hijo
Ojos descoloridos
Llanto helado
El Cuarto de Marines marcha colina abajo al ritmo de John Philip Sousa, lo que debería ser natural para un marine. Pero el Cuarto de Marines lleva en Shanghai (que no es ni los salones de Montezuma ni las costas de Trípoli) demasiado tiempo, más de lo que cualquier marine debería estar en ningún sitio, y Bobby ya había visto como su sargento, un tal Frick, vomitaba por el mono del opio.
Una banda de marines se encuentra a varias manzanas de Shanghai, por delante. El pelotón de Bobby puede escuchar el retumbar de los grandes tambores y el sonido penetrante emitido por los flautines y los xilófonos, pero él es incapaz de seguir la melodía. El cabo Shaftoe es a todos los efectos su líder, porque el sargento Frick está para el arrastre.