Jenks me detuvo cuando estaba a punto de lanzar un cabo de cuerda desde el conducto.
—Espera —susurró—. Deja que compruebe las cámaras. —Esperó un momento y sus alas se pusieron oscuras—. No le cuentes a nadie esto, ?vale? Es un rollo pixie que nos ayuda a pasar desapercibidos, ?sí? —Me miró compungido y asentí—. Gracias —dijo antes de salir volando.
Esperé conteniendo la respiración hasta que volvió y se posó en el borde de la apertura, balanceando los pies.
—Todo listo —dijo—. Grabarán un bucle de quince minutos. Baja, te ense?aré lo que estuvo mirando Francis.
Lancé la cuerda por el conducto y alcancé el suelo. Mis u?as facilitaron el descenso.
—Francis hizo una copia extra de todo lo que quería —dijo Jenks mientras me esperaba junto a la papelera de reciclaje de la fotocopiadora. Sonrió cuando volqué la papelera y comencé a revolver los papeles—. Yo estaba manipulando la fotocopiadora desde dentro. No se podía imaginar por qué salían dos copias de todo. El becario pensó que era idiota.
Levanté la vista muriéndome por decir que efectivamente lo era.
—Sabía que te librarías —dijo Jenks comenzando a colocar los papeles en fila en el suelo—, pero fue muy duro quedarme aquí sentado sin hacer nada cuando te oí correr. No vuelvas a pedírmelo, ?vale?
Apretó la mandíbula. No sabía qué decirle, así que asentí. Jenks me estaba ayudando más de lo que imaginaba. Me sentía mal por haberlo minusvalorado. Coloqué las páginas en orden. No había gran cosa y cuanto más leía, más desanimada estaba.
—Según esto —dijo Jenks frente a la primera página con las manos en las caderas—, Trent es el último de su familia. Sus padres murieron bajo circunstancias obviamente mágicas. Casi todo el personal de su casa estuvo bajo sospecha. La AFI y la SI tardaron tres a?os en rendirse y mirar oficialmente hacia otro lado.
Leí por encima la declaración del investigador de la SI. Mis bigotes se retorcieron al reconocer su nombre: León Bairn, el mismo que acabó despachurrado en la acera. Interesante.
—Sus padres se negaron a declarar filiación humana o inframundana —dijo Jenks—, al igual que hace Trent. Y no quedaron restos suficientes para hacerles la autopsia. Al igual que sus padres, Trent emplea a inframundanos y humanos. A todos excepto pixies y hadas.
No era tan raro, ?por qué arriesgarse a una acusación por discriminación?
—Sé lo que estás pensando —dijo Jenks—, pero no parece inclinarse hacia ningún bando. Sus secretarias personales siempre son hechiceras. Su ni?era era una humana acreditada, y en Princeton fue compa?ero de un grupo de hombres lobo. —Jenks se rascó la cabeza, pensativo—. Pero sin embargo no se unió a la fraternidad. No aparece en el informe, pero se rumorea que no es un hombre lobo, ni un vampiro, ni nada. —Me encogí de hombros—. Hay algo en Trent que no huele bien —continuó—. He hablado con un pixie que pilló un tufillo de él mientras acompa?aba a un cazarrecompensas en los establos de Trent. Me dijo que no es que Trent no oliese a humano, sino que hay algo sutil en él que grita inframundano.
Pensé en el hechizo que había usado para ocultar mi apariencia hoy. Abrí la boca para preguntarle a Jenks pero la cerré con un chasquido. No podía más que chillar. Jenks sonrió y sacó un lápiz roto del bolsillo.
—Vas a tener que deletreármelo —dijo escribiendo el abecedario en el borde de una de las páginas.
Le mostré todos mis dientes, lo que solo le hizo reír. No tenía mucha elección. Paseándome por la página como si fuese una tabla de güija, deletreé ??Hechizo??.
Jenks se encogió de hombros.
—Puede ser, pero un pixie podría oler a través de él, igual que puedo oler a bruja bajo ese tufo a visón. Pero si es un disfraz, eso explicaría lo de la secretaria hechicera. Mientras más magia usas, más fuerte es el olor. —Lo miré con curiosidad—. Todas las brujas huelen igual, pero las que trabajan con más magia huelen más fuerte, más sobrenatural. Tú, por ejemplo, apestas de tu último hechizo. Has entrado en siempre jamás esta noche, ?verdad?
No parecía una pregunta. Me senté sobre mis cuartos traseros, sorprendida. ?Lo sabía solo por mi olor?
—Puede que Trent tenga a otro brujo para que haga sus hechizos por él —dijo Jenks—, así podría disimular su olor con un amuleto. Igual pasaría si fuese hombre lobo o vampiro.
De pronto se me metió algo en la cabeza y deletreé: ??Ivy huele??.
Jenks revoloteó inquieto antes incluso de que yo hubiese terminado.
—?Vaya que sí! —dijo—. Ivy apesta. O es una aficionada que dejó de chupar sangre la semana pasada o una profesional intensa que lo dejó el a?o pasado. No estoy seguro. Probablemente algo intermedio, seguramente.