Bruja blanca, magia negra

—Merece la pena intentarlo —dije, pensando que entrar allí con un aura tan débil no era la mejor idea del mundo.

 

Cormel agitó los pies inquieto. Había sido un gesto muy sutil, y quizás ni siquiera sabía que lo había hecho, pero yo lo vi, y también Jenks.

 

—Bien —dijo, como si todo estuviera decidido—, creo que están trayéndonos un poco de sushi.

 

Sus palabras debían de ser una se?al, pues las puertas de la cocina se abrieron de inmediato y Jeff y otro vampiro, con un delantal, entraron portando bandejas. Jenks agitó las alas con un resplandor, sin moverse del brazo del sofá.

 

—No sabía que te gustara el sushi —dije.

 

—Y no me gusta, pero una de las salsas para mojar lleva miel.

 

—Jeeeeenks —le advertí, mientras Cormel e Ivy hacían un hueco en la mesa de centro que había ante el fuego.

 

—?Queeeé? —se quejó, disminuyendo la velocidad de las alas hasta que casi pude ver el esparadrapo rojo—. No pensaba probarla. Iba a coger un poco para llevársela a Matalina. Le ayuda a dormir mejor.

 

Al ver el atisbo de preocupación en sus ojos, decidí creerle.

 

Las bandejas tenían un aspecto fantástico y, alegrándome de haber dicho que sí a la invitación a cenar, tomé mis palillos complacida de no tener que romper la madera para utilizarlos. Parecían caros. Los únicos que teníamos en casa eran los que nos sobraban de cuando pedíamos comida china a domicilio.

 

Observé a Ivy, que manejaba los palillos con la destreza de alguien que se hubiera pasado la vida haciéndolo y, con lo que parecían las extensiones de sus dedos, tomaba tres pedazos diferentes de sashimi y varios rollos con crema de queso y un pescado que debía de ser atún. Al recordar nuestra desastrosa primera cena como compa?eras de piso, bajé la vista y puse unos cuantos trozos en mi plato a los que a?adí un montón de jengibre. Jenks se quedó suspendido sobre una salsa de color ámbar y puse un poco en mi plato; se la se?alé con los palillos para asegurarme de que sabía que era para él, aunque no imaginaba cómo iba a llevársela a casa.

 

Para cuando Ivy y yo nos retiramos con los platos servidos, Cormel seguía poniéndose salsas.

 

—Me alegro mucho de que hayáis decidido quedaros —comentó mientras se movía con la espeluznante velocidad vampírica y ponía tres trozos en su plato—. El sushi, cuando estás solo, no es lo mismo. No se llega a captar la variedad.

 

Ivy estaba sonriendo, pero la demostración de velocidad vampírica me tenía con los nervios de punta. No necesitaba que me recordara que era más fuerte que yo. Y no necesitaba comer. Y el hecho de que estuviera haciéndolo en cierto modo me molestaba.

 

—Me encanta el sushi —comenté. No quería que se diera cuenta de que me estaba sacando de quicio—. Desde que era ni?a.

 

—?Ah, sí? —Cormel se puso un trozo en la boca y empezó a masticarlo—. Estoy sorprendido.

 

—Tenía ocho a?os —dije cogiendo una lámina de jengibre y disfrutando del gusto dulzón—. Creía que estaba muriéndome. Bueno, así era, y lo que no sabía era que me iba a poner mejor. A mi hermano se le metió entre ceja y ceja que tenía que hacer de todo. Lo convirtió en su objetivo un verano.

 

Mis intentos por coger un rollo se ralentizaron cuando pensé en la ni?a del hospital y en la forma en que me miraba. Debía regresar y decirle que la esperanza era real. Si yo había sobrevivido, ella también podría hacerlo. Ni siquiera sabía cómo se llamaba.

 

—Todavía lo estás, ?sabes? —dijo Cormel, dejándome estupefacta.

 

—?Muriéndome? —barboté. él se echó a reír e Ivy esbozó una tenue sonrisa, sin apreciar la broma.

 

—Supongo —dijo con los ojos puestos en un segundo rollo—. Yo soy el único de los presentes que no va a volver a realizar ese particular enga?o, pero me refería a que todavía te sientes empujada a probar cosas nuevas.

 

Mis ojos se dirigieron a Ivy.

 

—No, ya no.

 

Ivy se revolvió incómoda entre nosotros. Decidida a no admitir la posibilidad de una derrota, tomé un crujiente trozo mucho más mundano de gamba frita y lo comí haciendo mucho ruido.

 

Cormel sonrió y dejó su plato a un lado habiendo comido un solo rollo.

 

—Te encuentras en una situación delicada y tengo curiosidad por saber cómo piensas salir de ella.

 

Jenks chasqueó las alas a modo de advertencia y la tensión aumentó.

 

—Conseguiré el alta voluntaria tanto si me ayudas como si no… —empecé a decir.

 

—Te he prometido el formulario y lo tendrás —me interrumpió, sonando ofendido—. Es una forma de sobrevivir a corto plazo, y yo estoy hablando de progresar. De avanzar. De establecerte en una situación segura a largo plazo. —En ese momento agarró la copa y bebió un trago—. Se te ha visto relacionándote con demonios. Se te negó un tratamiento tradicional en la planta de los brujos debido a tus cicatrices demoníacas. ?Qué crees que significa eso?