?A quien quería enga?ar?
No había ido a parar casualmente a una carrera de coches antiguos, ni el magnolio había perdido sus hojas de repente. Y aunque hubiera dado cualquier cosa para que en ese momento apareciera Nicol Kidman, por desgracia, aquello tampoco era un escenario de una película de Henry James.
Sabía perfectamente lo que había ocurrido. Sencillamente, lo sabía. Y también sabía que tenía que haber algún fallo. Había aterrizado en otra época.
No Charlotte, si no yo. Alguien había cometido un grave error.
De repente empezaron a casta?earme los dientes. No solo de la excitación, sino también del frio. Estaba helada.
Las palabras de Charlotte resonaron de nuevo en mis oídos.
"Cuando llegue el momento, sabré lo que tengo que hacer.” Claro, Charlotte sabía lo que tenía que hacer, pero a mi nadie me había explicado nada. De modo que me quedé plantada en un rincón de la calle temblando y observando como la gente que pasaba me miraba boquiabierta, aunque, a decir verdad, no era mucha. Una mujer joven que llevaba un abrigo que le llegaba a los tobillos y una cesta al brazo se acercaba seguida por un hombre con sombrero y el cuello subido.
—Perdone —dije—, ?le importaría decirme en qué a?o estamos?
La mujer hizo como si no me hubiera oído y aceleró el paso, el hombre sacudió la cabeza. —Que desvergüenza —Lancé un suspiro. De todos modos, la información tampoco me habría servido de mucho. En el fondo importaba poco que nos encontráramos en el a?o 1899 o en el 1923.
Pero al menos sabia donde estaba. Vivía apenas cien metros de aquí. Lo más sencillo era ir a casa. Algo tenía que hacer, ?no?
A la luz del crepúsculo, la calle tenía un aspecto pacífico y tranquilo mientras volvía despacio hacia casa mirando en todas direcciones. ?Que era distinto? ?Qué era igual? incluso observándolos más de cerca, los edificios se parecían mucho a los de mi época, pero al mismo tiempo tenía la sensación de que había muchos detalles que veía por primera vez; aunque también podría haber sido que no me hubiera fijado mucho en ellos. Instintivamente lancé una ojeada al otro lado de la calle, al número 18; pero la entrada estaba vacía, no había ningún hombre de negro a la vista.
Me detuve.
Nuestra casa tenía el mismo aspecto que en mi época. Las ventanas de la planta baja y el primer piso estaban iluminadas, y también había luz arriba, en la habitación de mamá. Sentí una terrible a?oranza de verla. De los remates de las ventanas del tejado colgaban carámbanos.
"Cuando llegue el momento sabré lo que tengo que hacer.” Haber, que habría hecho Charlotte en este momento. Se estaba haciendo de noche y hacia un frió que pelaba ?A dónde hubiera ido Charlotte para no congelarse? ?A casa?
Miré hacia las ventanas de la fachada. Tal vez mi abuelo ya viviera en esa época. Tal vez incluso me reconociera al verme. Al fin y al cabo me había hecho saltar sobre sus rodillas cuando era peque?a...
?Bah, tonterías! Aunque yo hubiera nacido, difícilmente iba a poder acordarse de que iba a mecerme en sus rodillas cuando fuera un anciano.
El frió que se colaba bajo mi impermeable hizo que me decidiera: sencillamente llamaría y pediría alojamiento por una noche.
La cuestión era como iba a hacerlo. "Hola, me llamo Gwendolyn y soy la nieta de lord Lucas Montrose, que posiblemente aún no haya nacido.”
No podía esperar que me creyeran. Probablemente, de un momento a otro me encontraría encerrada en una institución mental y seguro que en esa época eran lugares siniestros de los que, una vez dentro, ya no se volvía a salir jamás.
Por otra parte, tenía picas alternativas. Pronto estaría todo oscuro como boca de lobo, y tenía que encontrar un sitio donde pasar la joche si no quería congelarme. Y no quería que me descubriera Jack el destripador. ?Maldita sea! ?Cuándo había actuado el Destripador exactamente? ?Y dónde? ?Esperaba que no en el respetable barrio de Mayfair!
Si conseguía hablar con uno de mis antepasados, tal vez pudiera convencerle de que sabía más cosas de la familia de las que podía conocer un extra?o, ?quién por ejemplo, aparte de mi, podía responder sin vacilar que el caballo del tatatatarabuelo Hugo se llamaba Fat Annie? Aquello solo podía saberlo alguien de dentro.