A pesar de la gran cantidad de vino que había bebido, Thayer seguía tenso. Estaba de pie junto a los tres hermanos de Gytha, esperando a la novia. Los tres eran sumamente guapos. Y los tres estaban tratando de tranquilizarlo con su conversación alegre e ingeniosa. Pero no tenían éxito. Thayer parecía consternado. La camaradería con que lo trataban los tres muchachos no lograba disipar los murmullos que creía oír a su alrededor, ni le impedía ver la irónica expresión de los ojos de toda la gente. No le cabía duda: lo que los invitados a la boda sentían era lástima por la novia. Pensaban que la belleza de Gytha estaba siendo desperdiciada en un hombre como Thayer; y la verdad era que él no podía estar más de acuerdo con ellos.
—Creo que es nuestro deber advertirte sobre el temperamento de nuestra hermana —Fulke Raouille le gui?ó un ojo a Thayer y su rostro se iluminó con una franca sonrisa.
Thayer logró sonreír al joven.
—?Vas a empezar a hacerme una lista de sus defectos?
John, el hermano mayor, adoptó un fingido aire de indignación.
—Nuestra hermana no tiene defectos, apenas una o dos manchas que no alteran su perfección.
—Bien dicho —murmuró Thayer.
—Gytha no ha sido malcriada, sin embargo ha sido bien cuidada. Al igual que Margaret, que irá con ella. Ambas han sido protegidas como corresponde a dos maravillosas doncellas —dijo Bayard, fijando con seriedad su mirada de color azul en Thayer.
—Eso se nota en sus maneras, al igual que en las de su familia. Pero déjame decirte que, a pesar de los temores que podáis albergar, pretendo ser un buen marido para Gytha.
—Puede que en algunos momentos tu paciencia sea puesta a prueba.
—En eso, John tiene razón —continuó Fulke, sonriendo ligeramente—. A nuestra hermana se le ha permitido siempre opinar libremente. No es una chica dócil.
—Y, con frecuencia, su sentido del humor puede parecer extra?o —a?adió John, asintiendo.
El padre de Gytha se unió en ese momento al coro de consejeros matrimoniales.
—Siempre exige que se escuche lo que tiene que decir. No nos interpretes mal: no te estamos uniendo a una bruja desagradable. Lo que decimos es que Gytha obedece pocas órdenes. Lo suyo no es el manso silencio. Por lo general insiste en que se le explique el porqué de lo que se le pide, y siempre encuentra la manera de exponer su punto de vista sobre el asunto en cuestión. Y puede llegar a ser bastante obstinada.
—Sí —estuvo de acuerdo Fulke—. Tiene fama de no descansar hasta que logra exponer su opinión. Se aferra mucho a las cosas que cree.
Thayer empezó a reírse, olvidando por un momento sus obsesivas preocupaciones.
—?Tan obstinada es? ?Se agarra a cualquier cosa?
—No sólo a las opiniones. Se agarra a todo. Sillas, mesas, incluso a la gente —contestó el padre de Gytha con un suspiro—. Se aferra como si fuera hiedra. Es casi imposible hacer que la joven se desprenda de lo que le gusta.
Thayer se rió a carcajadas, sin poder contenerse.
—?En qué lío me habéis metido? ?A qué infierno me habéis condenado?
—Lo bueno es que Gytha no será, desde luego, una esposa aburrida —le contestó lord John, sonriendo ligeramente—. Lo que, según mi parecer, es una gran ventaja.
Antes de que Thayer pudiera responder, Roger entró al recinto con cara de cierta preocupación.
—?Alguien ha visto a Robert o a ese tío suyo?
—Sí —respondió lord John—. Ambos partieron esta madrugada, antes de que saliera el sol.
Thayer frunció el ce?o y se frotó la barbilla mientras pensaba en lo que podía significar la marcha de aquellos caballeros. Las dudas que manifestaron ante sus preguntas le hicieron pensar que quizá eran inocentes, y simplemente estaban desconcertados. Sin embargo, esa manera de irse, precipitada y casi clandestina, parecía confirmar su culpa.
Pero un momento después, Thayer había apartado de su mente cualquier pensamiento con respecto al primo y al tío de éste. Al fin y al cabo, no habían sacado nada en limpio de su comportamiento, y posiblemente se esfumarían para siempre.