El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)

Pero, por lo que sabía, las siestas estaban muy mal vistas en la enorme granja del Claro.

Se quedó con Newt delante del establo de la Casa de la Sangre, preparándose para su primera sesión de aprendizaje con un guardián. A pesar de aquella dura ma?ana, lo cierto era que estaba entusiasmado por saber más y por tener la oportunidad de quitarse de la cabeza a Ben y el cementerio. Las vacas mugían, las ovejas balaban y los cerdos chillaban a su alrededor. Por allí cerca ladró un perro y Thomas esperó que Fritanga no le diera un nuevo significado a la palabra perrito caliente.

?Un perrito caliente —pensó—. ?Cuándo fue la última vez que probé un perrito caliente? ?Con quién me lo comí??.

—Tommy, ?me estás escuchando?

Thomas salió de repente de su aturdimiento y se concentró en Newt, que llevaba hablando a saber cuánto tiempo. No había oído ni una sola palabra.

—Sí, perdona. No pude dormir anoche.

Newt trató de sonreír, pero le salió de pena.

—No me extra?a. Las pasaste canutas. Seguramente crees que soy un pingajo gilipullo por sacar hoy tu culo a trabajar después de vivir algo como aquello.

Thomas se encogió de hombros.

—Lo mejor que podía hacer era ponerme a trabajar. Cualquier cosa para distraer la mente.

Newt asintió y le dedicó una sonrisa más auténtica.

—Eres tan listo como pareces, Tommy. Esa es una de las razones por las que mantenemos este sitio bonito y con mucho movimiento. Si eres holgazán, te pones triste. Comienzas a rendirte. Así de simple.

Thomas asintió y, distraídamente, dio una patada a una roca que había en el polvoriento y agrietado suelo de piedra del Claro.

—Bueno, ?y qué se sabe de la chica de ayer?

Si algo había penetrado en la bruma de aquella larga ma?ana, habían sido pensamientos sobre ella. Quería saber más sobre la joven y entender la extra?a conexión que sentía entre ambos.

—Sigue en coma, durmiendo. Los mediqueros le están dando de comer con una cuchara las sopas que cocina Fritanga, le comprueban las pulsaciones y todo eso. Parece que está bien, sólo que por ahora sigue muerta para el mundo.

—Fue muy raro.

Si no hubiese sido por el incidente de Ben en el cementerio, Thomas estaba seguro de que se habría pasado toda la noche pensando en ella y quizá no hubiera dormido tampoco por una razón completamente diferente. Quería saber quién era y si la conocía de verdad.

—Sí —dijo Newt—. Me figuro que raro es una palabra tan buena como cualquier otra.

Thomas miró por encima del hombro de Newt el gran establo rojo descolorido y dejó a un lado los pensamientos sobre la chica.

—Bueno, ?y qué va primero? ?Orde?ar a las vacas o matar a uno de los pobres cerditos?

Newt se rió, un sonido que Thomas advirtió que no había oído mucho desde que había llegado.

—Siempre hacemos que los novatos empiecen con los malditos cortadores. No te preocupes, cortar en pedazos las vituallas de Fritanga no es más que una parte. Los cortadores hacen todo lo relacionado con las bestias.

—Qué mala suerte que no pueda acordarme de mi vida. A lo mejor me encantaba matar animales.

Sólo estaba bromeando, pero Newt, por lo visto, no lo captó y se?aló con la cabeza hacia el establo.

—Ah, lo sabrás en cuanto el sol se ponga esta noche. Vamos a presentarte a Winston. él es el guardián.



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Winston era un chaval lleno de acné, bajo pero musculoso, y a Thomas le pareció que le gustaba demasiado su trabajo.

?Quizá le hayan enviado aquí por ser un asesino en serie?, pensó.

Winston le ense?ó el sitio durante la primera hora, indicándole dónde estaban los corrales de según qué animales, dónde estaban las gallinas y los pavos, dónde iba cada cosa en los establos. El pirro, un pesado labrador negro llamado Guau, demasiado rápido para Thomas, estuvo pegado a sus pies la hora entera. El chico pensó de dónde habría salido el perro y se lo preguntó a Winston, quien le respondió que Guau siempre había estado allí. Por suerte, le debieron de poner el nombre en plan broma, porque apenas ladraba.

La segunda hora la pasaron trabajando con los animales de la granja: dándoles de comer, limpiándolos, arreglando una valla, quitando la clonc. Clone. Thomas se dio cuenta de que cada vez usaba más los términos de los clarianos.

La tercera hora fue la más dura para Thomas. Tuvo que mirar cómo Winston mataba un cerdo y preparaba sus distintas partes para comerlas en el futuro. Thomas se juró a sí mismo dos cosas mientras se alejaba de allí para almorzar: la primera, no trabajaría con animales; la segunda, no volvería a comer nada que procediera del cerdo.