El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)

Los clarianos se apretaron aún más a su alrededor, todos mirando hacia fuera, api?ados en el centro de la intersección en forma de T. Thomas estaba pegado a Newt y Teresa; notaba cómo Newt temblaba. Nadie dijo ni una palabra. Los únicos sonidos eran los inquietantes gemidos y zumbidos del mecanismo de los laceradores que estaban allí sentados, como si disfrutaran de la peque?a trampa que habían puesto a los humanos. Sus repugnantes cuerpos se contraían con su respiración mecánica.

?Qué están haciendo? —le preguntó Thomas a Teresa—. ?A qué están esperando?

La chica no respondió, lo que le preocupó. Extendió el brazo para apretarle la mano. Los clarianos a su alrededor estaban callados y asían con fuerza sus armas escasas. Thomas miró a Newt.

—?Tienes alguna idea?

—No —respondió este con la voz un poquito temblorosa—, no entiendo a qué están esperando.

—No deberíamos haber venido —dijo Alby. Había estado tan callado que su voz sonaba extra?a, sobre todo por el eco que creaban las paredes del Laberinto.

Thomas no estaba de humor para oír quejas; tenían que hacer algo.

—Bueno, esto es mejor que la Hacienda. Odio decirlo, pero prefiero que uno de nosotros muera a que muramos todos.

Esperó que fuera cierto lo de una persona por noche. Al ver todos aquellos laceradores tan cerca, volvió de improviso a la cruda realidad. ?Podrían luchar contra todos?

Pasó un buen rato antes de que Alby contestara:

—Quizá debería… —se calló y empezó a caminar hacia delante, en dirección al Precipicio, despacio, como si estuviese en trance. Thomas le observó con un sobrecogimiento distante; no daba crédito a sus ojos.

—?Alby? —le llamó Newt—. ?Vuelve aquí!

En vez de responder, Alby echó a correr, directo hacia el grupo de laceradores que estaba entre él y el Precipicio.

—?Alby! —gritó Newt.

Thomas empezó a decir algo, pero Alby ya había alcanzado a los monstruos y había saltado sobre uno. Newt se apartó de Thomas y fue en dirección a Alby, pero cinco o seis laceradores se habían activado y atacaban al chico en una masa de metal y piel. Thomas agarró a Newt de los brazos antes de que fuera más lejos y tiró de él hacia atrás.

—?Suéltame! —aulló Newt, retorciéndose para librarse de él.

—?Estás loco! —gritó Thomas—. ?No puedes hacer nada!

Dos laceradores más salieron del grupo y se api?aron sobre Alby, colocándose unos encima de otros, partiendo y cortando, como si quisieran restregárselo por la cara, demostrarles su despiadada crueldad. Por increíble que pareciera, Alby no gritó. Thomas perdió de vista el cuerpo mientras forcejeaba con Newt, agradecido por la distracción. Al final, Newt se dio por vencido y se desplomó hacia atrás.

Alby se había vuelto loco de una vez por todas, pensó Thomas mientras trataba de que su estómago no se deshiciera de sus contenidos. Su líder tenía tanto miedo de volver a lo que fuese que hubiera visto que había decidido sacrificarse. Se había ido. Ya no estaba.

Thomas ayudó a Newt a ponerse de pie. El clariano no podía apartar la mirada del lugar donde su amigo había desaparecido.

—No me lo puedo creer —susurró Newt—. No me puedo creer que haya hecho eso…

Thomas sacudió la cabeza, incapaz de contestar. Ver a Alby derrumbarse de aquella manera había llenado su interior de un nuevo tipo de dolor que no había sentido hasta aquel momento. Un dolor enfermo y trastornado. Era peor que el dolor físico. Y ni siquiera sabía si tenía algo que ver con Alby, pues nunca le había gustado demasiado aquel tío. Pero la idea de que aquello le pasara a Chuck o a Teresa…

Minho se acercó a sus dos amigos y le apretó el hombro a Newt.

—No podemos desaprovechar lo que ha hecho —se volvió hacia Thomas—. Lucharemos contra ellos si tenemos que hacerlo, os abriremos camino a ti y a Teresa hasta el Precipicio. Meteos en el Agujero y haced vuestro rollo. Les mantendremos alejados hasta que nos hagáis la se?al para que os sigamos.

Thomas miró los tres grupos de laceradores —ninguno se había movido aún hacia los clarianos— y asintió.

—Espero que sigan inactivos un rato. Tan sólo necesitaremos un par de minutos para teclear el código.

—Tíos, ?cómo podéis tener tan poco corazón? —murmuró Newt, y a Thomas le sorprendió la indignación que reflejaba su voz.

—?Qué quieres, Newt? —espetó Minho—. ?Deberíamos vestirnos de luto y celebrar un funeral?

Newt no respondió y siguió con la vista clavada en el sitio donde los laceradores parecían estar alimentándose de Alby. Thomas no pudo evitar echar un vistazo. Vio una mancha de color rojo brillante en el cuerpo de una de las criaturas. Se le revolvió el estómago y enseguida apartó la mirada.

Minho continuó:

—Alby no quería volver a su vida anterior. Se sacrificó por nosotros. No están atacando, así que tal vez haya funcionado. No tendríamos corazón si no lo aprovecháramos.

Newt se limitó a encogerse de hombros y cerró los ojos. Minho se dio la vuelta y miró al grupo de clarianos api?ados.