Thomas ya lo sabía, pero al oírlo se le cayó todavía más el alma a los pies. Sin mediar palabra, terminó su comida y se preparó para explorar; para buscar quién sabía qué.
Minho y él dedicaron las siguientes horas a rastrear el suelo, a palpar las paredes y a trepar por las enredaderas en sitios al azar. No encontraron nada, y Thomas cada vez estaba más desanimado. Lo único interesante fue otro de aquellos extra?os carteles en los que ponía: CATáSTROFE RADICAL: UNIDAD DE EXPERIMENTOS LETALES. Minho ni siquiera le echó un segundo vistazo.
Volvieron a comer y, luego, buscaron un poco más. No hallaron nada, y Thomas empezaba a estar dispuesto a aceptar lo inevitable: no había nada que encontrar. Cuando se acercó la hora del cierre de las puertas, comenzó a buscar alguna se?al de los laceradores. Una helada vacilación le asaltaba al doblar cada esquina. Minho y él siempre llevaban cuchillos bien agarrados en ambas manos, pero no apareció nada hasta casi medianoche.
Minho vio un lacerador que desaparecía por una esquina delante de ellos y no volvía. Treinta minutos más tarde, Thomas vio otro haciendo exactamente lo mismo. Una hora después, otro atravesó el Laberinto y pasó a su lado sin ni siquiera detenerse. Thomas casi se desplomó por la repentina oleada de terror.
Minho y él continuaron.
—Creo que están jugando con nosotros —dijo Minho un rato más tarde. Thomas se dio cuenta de que había dejado de buscar en las paredes y caminaba de vuelta al Claro, alicaído.
—?A qué te refieres? —preguntó Thomas.
El guardián suspiró.
—Me parece que los creadores quieren que sepamos que no hay salida. Las paredes ya ni siquiera se mueven. Es como si esto sólo hubiese sido un estúpido juego y hubiera llegado el momento de terminarlo. Quieren que regresemos y se lo digamos a los demás clarianos. ?Cuánto te apuestas a que, cuando volvamos, otro lacerador se habrá llevado a alguien, como ayer por la noche? Creo que Gally tenía razón: van a seguir matándonos.
Thomas no respondió y sintió la verdad de lo que Minho acababa de decir. Cualquier esperanza que hubiera albergado al salir se había desvanecido hacía mucho rato.
—Vámonos a casa —dijo Minho con voz cansada.
Thomas odiaba admitir la derrota, pero asintió para dar su consentimiento. El código parecía ser su única esperanza, y decidió concentrarse en eso.
Minho y él regresaron en silencio al Claro. No vieron un solo lacerador en todo el camino.
Capítulo 45
Según el reloj de Thomas, era media ma?ana cuando Minho y él cruzaron la Puerta Oeste de regreso al Claro. Thomas estaba tan cansado que quería tumbarse allí mismo a echar una siesta. Llevaban en el Laberinto unas veinticuatro horas.
Sorprendentemente, a pesar de la luz mortecina y de que todo estaba desbaratándose, el día en el Claro parecía desarrollarse como era habitual: se trabajaba en los campos, en los huertos, y se limpiaba. No pasó mucho tiempo hasta que algunos chicos notaron su presencia. Avisaron a Newt y este enseguida fue hasta allí corriendo.
—Sois los primeros en volver —dijo mientras se acercaba—. ?Qué ha pasado? —la expresión de esperanza infantil en su rostro le rompió a Thomas el corazón. Sin duda, creía que habían encontrado algo importante—. Decidme que tenéis buenas noticias.
Minho tenía los ojos apagados, clavados en algún punto de la distancia gris.
—Nada —respondió—. El Laberinto es una puta broma.
Newt miró a Thomas, confundido.
—?Qué dice este?
—Está desanimado —contestó Thomas, y encogió sus cansados hombros—. No hemos encontrado nada diferente. Las paredes no se han movido, no hay salidas, nada. ?Vinieron los laceradores ayer por la noche?
Newt hizo una pausa y una sombra le atravesó el rostro. Al final, hizo un gesto de asentimiento.
—Sí. Se llevaron a Adam.
Thomas no reconoció aquel nombre y se sintió culpable por no sentir nada.
?Sólo uno otra vez —pensó—. Quizá Gally tenía razón?.
Newt estaba a punto de decir algo más cuando Minho perdió el control, asustando a Thomas:
—?Estoy harto de todo esto! —escupió en la hiedra y las venas se le hincharon en el cuello—. ?Estoy harto! ?Se acabó! —se quitó la mochila y la tiró al suelo—. No hay salida; nunca la ha habido y nunca la habrá. Estamos todos fucados.
Con la garganta seca, Thomas observó cómo Minho se marchaba pisando fuerte hacia la Hacienda. Se preocupó. Si Minho se rendía, todos tendrían grandes problemas.
Newt no dijo ni una palabra y, llevado por su propio aturdimiento, dejó a Thomas allí plantado. La desesperación flotaba en el ambiente como el humo de la Sala de Mapas, espesa y ácida.
El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)
James Dashner's books
- The Eye of Minds
- The Kill Order (The Maze Runner 0.5)
- Virus Letal
- The Maze Runner Files (Maze Runner Trilogy)
- Rising Fears
- The Hunt for Dark Infinity (The 13th Reality #2)
- The Blade of Shattered Hope (The 13th Reality #3)
- The Void of Mist and Thunder (The 13th Reality #4)
- The Rule of Thoughts (The Mortality Doctrine #2)
- The Journal of Curious Letters (The 13th Reality, #1)