El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)

Nadie movió un músculo en la habitación de Thomas. éste sabía que todos se sentían probablemente culpables por el alivio de no haber sido uno de ellos. De que, quizás, estaban a salvo una noche más. Durante dos días seguidos, se habían llevado a un chico por noche y la gente estaba empezando a pensar que lo que había dicho Gally era verdad.

Thomas se sobresaltó cuando se oyó un terrible estrépito justo al otro lado de la puerta, acompa?ado de gritos y de madera astillándose, como si un monstruo con fauces de hierro se estuviese comiendo la escalera entera. Un segundo más tarde, se oyó otra explosión de madera arrancada: la puerta principal. El lacerador había entrado en la casa y se estaba marchando.

Una oleada de miedo atravesó a Thomas. Era ahora o nunca.

Se puso de pie, echó a correr hacia la puerta del salón y la abrió de un tirón. Oyó gritar a Newt, pero le ignoró y siguió corriendo por el pasillo, esquivando y saltando trozos de madera partida. Vio que donde había estado la puerta principal ahora había un agujero recortado que daba a la noche gris. Fue hasta allí y salió a toda velocidad hacia el Claro.

?Tom!—gritó Teresa dentro de su cabeza—. ?Qué estás haciendo?

La ignoró y continuó corriendo.

El lacerador que se había llevado a Dave, un chico con el que Thomas nunca había hablado, rodaba sobre sus pinchos hacia la Puerta Oeste, agitándose y zumbando. Los demás laceradores ya se habían reunido en el patio y seguían a su compa?ero hacia el Laberinto. Sin dudarlo, a sabiendas de que el resto pensaría que estaba cometiendo un acto de suicidio, Thomas corrió en su dirección hasta que se encontró en medio de aquellas criaturas. Al haberlos pillado por sorpresa, los laceradores vacilaron.

Thomas saltó sobre el que llevaba a Dave e intentó soltar al chico con la esperanza de que el bicho reaccionara. El grito de Teresa en el interior de su cabeza fue tan alto que sintió como si le clavaran un pu?al en el cráneo.

Tres laceradores se echaron sobre él a la vez, con sus largas pinzas y agujas volando por todos lados. Thomas sacudió los brazos y las piernas para retirar los horribles brazos metálicos mientras daba patadas a los cuerpos vibrantes de los laceradores. Tan sólo quería que le picaran, no que se lo llevaran como a Dave. Su incesante ataque se intensificó y Thomas notó que el dolor estallaba en todo su cuerpo; los pinchazos de unas agujas le avisaron de que había tenido éxito. Gritó, pataleó, empujó y golpeó hasta hacerse un ovillo, intentando librarse de ellos. Forcejeó, lleno de adrenalina, y por fin encontró un espacio abierto para meter los pies; después, echó a correr con todas sus fuerzas.

En cuanto escapó de los instrumentos de los laceradores, se dieron por vencidos, se retiraron y desaparecieron en el Laberinto. Thomas se desplomó en el suelo, quejándose de dolor.

Newt apareció sobre él al cabo de un segundo, seguido inmediatamente de Chuck, Teresa y otros. Newt le cogió por los hombros y le levantó agarrándole por debajo de los brazos.

—?Cogedle las piernas! —gritó.

Thomas notó el mundo dando vueltas a su alrededor, le entraron náuseas y se puso a delirar. Alguien, no supo quién, obedeció la orden de Newt. Le estaban llevando por el patio; cruzaron la puerta de la Hacienda, pasaron por el pasillo hecho pedazos hacia una habitación, donde le colocaron sobre un sofá. El mundo continuaba dando vueltas.

—?Qué estabas haciendo! —exclamó Newt en su cara—. ?Cómo puedes ser tan estúpido!

Thomas tenía que hablar antes de desaparecer en la oscuridad:

—No…, Newt… No lo entiendes…

—?Cállate! —gritó Newt—. ?No malgastes tu energía!

Thomas notó que alguien le examinaba los brazos y las piernas y le arrancaba la ropa del cuerpo para comprobar los da?os. Oyó la voz de Chuck y no pudo evitar sentirse aliviado porque su amigo estuviera bien. Un mediquero dijo algo sobre que le habían picado un montón de veces.

Teresa estaba a sus pies y le apretaba el tobillo derecho con la mano.

?Por qué, Tom? ?Por qué lo has hecho?

Porque… —no tenía fuerzas para concentrarse.

Newt gritó para que le trajeran el Suero de la Laceración y, un minuto más tarde, Thomas sintió un pinchazo en el brazo. El calor se extendió desde aquel punto a todo su cuerpo, calmando y aliviando el dolor. Pero el mundo parecía seguir derrumbándose, y sabía que todo se acabaría para él en unos segundos.

La habitación daba vueltas, los colores se fusionaban y todo giraba cada vez más rápido. Le costó mucho esfuerzo, pero dijo una última cosa antes de que la oscuridad se lo llevara:

—No os preocupéis —susurró, esperando que le oyeran—. Lo he hecho a propósito…





Capítulo 47


Thomas no fue consciente del tiempo mientras pasaba por el Cambio.

Empezó, más o menos, como su primer recuerdo en la Caja, frío y oscuro. Pero esta vez tenía la sensación de que ni sus pies ni su cuerpo tocaban nada. Flotaba en el vacío, con la vista clavada en la negrura. No veía nada, no oía nada, no olía nada. Era como si alguien le hubiese robado sus cinco sentidos, dejándole en el vacío.