—Venga, ?qué habitación es?
—Es la 62, pero de verdad que no puedes subir. Si mi jefa se entera...
—Le diré que soy el hermano de su compa?era, ?qué más da?
—?Naya me ha pedido que te advierta que no molestes a la pobre chica que sea su compa?era!
—?Por qué? —sonreí burlonamente—. ?Le da miedo que la asuste?
—A mí me da miedo que vengas por aquí a verla.
—Los dos sabemos que eso no pasará. No es mi estilo.
—Lo hiciste con Lana.
—Y sigo teniendo pesadillas con ello.
Lo pensó un momento, cavilando.
—Su compa?era todavía no ha llegado —me dijo finalmente—. He estado mirando su ficha y parece una buena chic...
—Espera, ?eso es legal? ?Mirar las fichas?
Hubo un momento de silencio. él enrojeció hasta las orejas.
—?Es mi hermana, solo quiero saber con quién le ha tocado! —Chris se quedó en silencio un momento—. Y... creo que es la chica que viene ahora.
Bueno, esa conversación era muy interesante, pero quería volver a casa para poder hibernar en paz.
—?No puedes hacer una excepción? —le pregunté, se?alando las escaleras con la cabeza.
—No puedo dejarte subir, Ross. El primer día está prohibido.
Suspiré largamente. Después de haberme obligado a tener que transportar eso, ?no me dejaría subir?
—?Por qué me discriminas así? —protesté.
—Porque es una residencia femenina. Y tú no me pareces una chica.
—Ni tú tampoco, pero veo que trabajas aquí.
Cuando vi que Chris se ponía rojo, sonreí ampliamente. ?Por qué era tan divertido irritar a la gente?
—Yo soy un trabajador competente y profesional que...
Oh, no. No iba a escuchar un sermón sobre aptitudes profesionales teniendo ese dolor de cabeza. Ni de co?a.
—Bueno —lo corté, inclinándome hacia delante—, ?le vas a decir tú a Naya que tiene que subirse las cosas? Porque no me va a quedar otra que echarte la culpa, Chris.
él pareció querer decir algo, pero se detuvo en seco, pensativo.
—?Y por qué no lo hace Will? Es su novio.
Así que el problema no era que subiera un no-familiar. Era que subiera yo.
?Tan poco se fiaba de mí?
Bueno, es comprensible.
—Porque Will está ocupado haciendo un examen y se cree que tengo cara de chico de los recados —me inventé rápidamente—. ?Puedo subir o no? Esto pesa.
—Está bien... —murmuró por fin—. ?Pero márchate enseguida, que si te ven...!
Le sonreí.
—Si yo soy muy discreto... —murmuré.
Su mirada se clavó en mi derecha, por lo que supuse que estaría la chica en cuestión.
—Tengo mucho trabajo —confirmó mis sospechas—, así que si me disculpas...
—El hombre ocupado —puse los ojos en blanco y fui a las escaleras.
Sin embargo, algo me llamó la atención cuando me alejé del mostrador. Y ese algo era la chica que estaba hablando ahora con Chrissy.
Ella estaba apoyada con los brazos en el mostrador. Tenía una maleta peque?a al lado y se ponía un mechón de pelo tras la oreja casi cada vez que hablaba, pero creo que no se daba cuenta de ello. Sonreí disimuladamente y pensé en acercarme, pero decidí detenerme. ?Esa era la compa?era de habitación de Naya?
Llevaba puesto un jersey color mostaza con unos vaqueros estrechos que, en esos momentos, me entraron ganas de comprar para dar a cada chica que conociera en mi vida. Pero dudaba que les quedaran la mitad de bien. O igual pensaba eso porque estaba aburrido y necesitaba una distracción. Su culito redondo era una muy buena distracción.
Creo que ya no tengo ni dolor de cabeza.
De todas formas, me conformé con subir a las escaleras. Después de todo, ella iba a dormir en la residencia, ?no? Eso quería decir que no podía hacer nada. A no ser que quisiera estar evitándola por el resto del a?o. Y no era mi perspectiva de curso ideal. Además, si no recordaba mal, era la chica a la que su novio le había preguntado lo de acostarse con otras. No había estado nunca con alguien con pareja. No iba a empezar ahora. Ni siquiera por un culo perfecto.
Saqué la llave del bolsillo y la metí en la cerradura, pero algo me impidió abrir la puerta. Me detuve con el ce?o fruncido y me mordí el interior de la mejilla, pensativo. No podía hacer nada con ella. Por todo lo dicho y, también, porque Naya iba a matarme si se enteraba.
Pero... hablar inocentemente con la chica no haría da?o a nadie, ?no?
Con una peque?a sonrisa malvada, saqué la llave de la cerradura y me la guardé en el bolsillo.
Esto iba a ser divertido. Esperaba que saliera bien.
Dejé la maleta de Naya en el pasillo y volví a bajar las escaleras, donde la chica todavía hablaba con Chrissy. Noté la mirada de ella sobre mí cuando me deslicé por el mostrador.
—Déjame la llave —le dije a Chris—. Tu hermana no está.
No me la dejes. No me la dejes.
—?Y dónde está?
—Oye, es tu hermana, no la mía. Deberías saberlo mejor que yo.
—No tengo otra copia de la llave, Ross.
No me la dejes. Vamos, Chrissy. Haz algo bien.
Por su cara, deduje que no iba a ayudarme. Así que tuve que arriesgar el plan a un todo o nada.
—Muy bien —sonreí—. Pues su maleta se queda en el pasillo.
Chris sabía que eso no era una buena idea. Lo sabía demasiado bien. él suspiró largamente y sonreí más porque sabía que había ganado esa ronda.
—Puedes esperar un momento a que termine de hacerle la presentación individual a Jennifer y luego ella te abrirá la puerta. Si no hay ningún problema, claro.
Te quiero, Chrissy.
?Jennifer? Mhm...
?Esa inocente alma iba a ser la compa?era de Naya? Pobrecita. No tenía ni idea de lo que se le venía encima.
Ella me seguía mirando y me di el lujo a mí mismo de hacer lo mismo. Tenía una cara bonita; nariz peque?a, ojos casta?os, labios rosados y piel pálida. Apartó la mirada al instante en que se chocó con la mía y estuve a punto de sonreír cuando me dio un repaso, pero me contuve.