Ciudades de humo (Fuego #1)

—?Vamos, no tengo todo el día, novata!

Alice, por un breve pero satisfactorio momento, estuvo tentada de dejarse caer sobre su cabeza.

Intentó balancearse, pero, cuando estiró un brazo para alcanzar la otra cuerda, resbaló un poco hacia abajo y se aferró a la que ya estaba agarrada con más fuerza.

—?Novata! —gritó Deane, y ya sonaba a advertencia.

Alice soltó todo el aire de sus pulmones y saltó hacia delante, pero no atrapó bien la cuerda y se resbaló los dos metros hacia abajo. Aterrizó con un horrible golpe sordo, pero eso no fue lo que hizo que se quedara un momento en blanco por el dolor.

Fueron sus manos. Le escocían terriblemente por la fricción.

No podía ni siquiera respirar cuando consiguió girar las palmas temblorosas hacia ella. Estaban rojas y manchadas de barro. Ardían muchísimo. Era insoportable, como si las tuviera metidas en una hoguera. Apretó los labios, intentando controlar las lágrimas.

—Mira tus manos. —Casi pudo adivinar que Deane estaba poniendo los ojos en blanco—. Eres un maldito desastre. Vete a que Tina te arregle eso, novata.

Alice apretó los labios con fuerza al ponerse de pie con cuidado de no apoyarse en las manos. Le dolían como nunca. La zona que la cuerda había rozado ahora estaba todavía más roja, e incluso palpitaba.

Se dirigió al hospital con aspecto lamentable. Iba cubierta de barro seco cuando abrió la puerta con el codo, intentando contener las lágrimas de dolor otra vez.

Y la esperanza de que nadie la viera en ese estado se esfumó cuando vio que Tina estaba hablando con Jake. él se sujetaba un trapo con hielo contra la costilla, sentado en una de las camillas. Ambos se volvieron al oírla llegar.

—?Hola, Ali...! Joooder. —Jake la miró de arriba a abajo—. ?Qué te ha pasado? ?Te has revolcado en barro para divertirte?

Alice le puso mala cara, pero se relajó un poco cuando Tina se acercó casi corriendo con la cara crispada por la preocupación.

—??Qué te ha pasado en las manos?! —exclamó alarmada—. Ensé?amelas. Ay, Dios mío. Ven aquí.

Alice dejó que la guiara de la mu?eca hacia la camilla de Jake. Se sentó a su lado y abrió las palmas.

—?Qué...? —Tina parecía desconcertada.

—Las cuerdas del circuito de Deane —adivinó él.

—Pues sí —murmuró Alice, que apretó los dientes cuando Tina le lavó la herida con agua fría.

—No es grave —le aseguró esta enseguida—. Sé que duele mucho, pero lo que te daré te calmará enseguida.

—?Y no necesito nada más?

—Bueno, tienes una mano mucho peor que la otra. Vas a tener que llevarla vendada un par de días o tres.

Lo que le faltaba.

Tina no dijo nada, solo empezó a vendarle la mano desde la mu?eca hasta los nudillos. Lo único que dejó al descubierto fueron los dedos. Alice miró el resultado con una mueca, intentando flexionar las falanges. No lo consiguió.

—A Rhett no le gustará esto —canturreó Jake divertido.

—Sí, ya verás cuando le diga que no puedo disparar... —murmuró Alice.

—Ahora que lo mencionas —Tina la miró—, ?no tienes ahora clase con él?

Alice le ense?ó la mano.

—Creo que entenderá el retraso.

Pero no tardó en dirigirse hacia allí. Llegaba diez minutos tarde.

La iba a matar, ?verdad?

Tuvo que admitir que estaba nerviosa cuando llegó a la sala de tiro y empujó la puerta con la mano buena. Los disparos le indicaron que los demás ya habían empezado, y varias cabezas se volvieron hacia ella cuando la escucharon entrar.

Entre ellas, la de Rhett.

Y sí, estaba muy enfadado.

De hecho, se acercó a ella y se quedó mirándola de brazos cruzados, como siempre que hacía algo mal.

—?Sabes qué hora es? —le preguntó directamente.

Al menos, estaban lo suficientemente lejos de los demás como para no aguantar risitas molestas. Aunque, bueno, Alice dudaba que se atrevieran a reírse de ella si Rhett andaba cerca.

—Sé que llego tarde —empezó dubitativa.

—Sí, exacto. Y espero que tengas una buena excusa.

Ella levantó la mano en forma de buena excusa.

Rhett, que seguía mirándola como si hubiera hecho todo mal, cambió completamente su expresión al verle la venda.

—?Qué demonios has hecho?

—Ir a clase de Deane.

—?Qué...? —Frunció profundamente el ce?o—. ?Deane te ha hecho esto?

—Bueno, no exactamente... Ha sido en el circuito.

—En las cuerdas —dedujo él.

Alice asintió. Rhett se quedó mirándola unos segundos, pero no comentó nada al respecto.

—No puedo usar la mano —explicó ella—. Ni siquiera puedo doblar los dedos.

él seguía pensativo, y un Rhett pensativo nunca aventuraba nada bueno.

—Muy bien, te has librado de esta clase —dijo al final, sorprendiendo a Alice—. Pero te quiero ver aquí a la hora de la lección extra.

—Pero... ?y ahora qué hago?

—Aprovecha para comer algo. Siempre te quejas de que no te dejo hacerlo, ?no?

Se volvió y dio una palmada en el aire, provocando que todos los alumnos —que los estaban mirando— dieran un respingo.

—?Se puede saber por qué demonios no escucho ningún disparo? —preguntó Rhett bruscamente, y su voz reverberó en la sala.

Alice salió cuando todo el mundo se puso a disparar a sus respectivos mu?ecos como si sus vidas dependieran de ello.



*



Alice había aprovechado esas dos horas libres para comer y visitar la habitación de los principiantes, que en esos momentos no tenían clase. Les contó a Dean, Saud y Trisha lo que le había pasado a su pobre mano mientras Jake repartía las cartas.

—Pero... ?tú estás bien? —preguntó Dean preocupado—. ?No te duele?

—No mucho, la verdad.

—La magia de Tina —murmuró Saud, asintiendo con la cabeza.

Trisha negó con la cabeza, recogiendo sus cartas.

—Siempre me he preguntado qué clase de pacto con el maligno ha hecho para ser capaz de curar todo tipo de heridas.

—?El maligno? —preguntó Alice confusa.

—Max —aclaró Trisha, pero parecía extra?amente divertida.

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