El bueno, el feo yla bruja

—Qué buena idea —dijo y después sonrió maliciosamente y dando un agudo silbido. Tres de sus ni?os entraron velozmente desde el jardín, hablando todos a la vez. Trajeron el olor a diente de león y a aster.

 

—Lanzádselas a la se?orita Morgan —dijo Jenks dándole su bola a la ni?a de rosa.

 

—?Un momento! —protesté agachándome cuando la ni?a pixie me la tiró con tanta habilidad y fuerza como su padre. Miré a mis espaldas para ver la oscura mancha en la pared amarilla y luego volví a mirarlos a ellos. Me quedé boquiabierta. En el instante en el que había apartado la vista, todos habían cogido una bola de líquido.

 

—?A por ella! —gritó Jenks.

 

—?Jenks! —exclamé entre risas e intentando desviar una de las cuatro bolas. Las otras tres cayeron rodando al suelo. El pixie más peque?o volaba a ras de suelo para lanzárselas hacia arriba a su hermana—. Cuatro contra una no es justo —grité cuando volvían a apuntarme. Entonces miré hacia el pasillo al oír el teléfono sonar.

 

—?Tiempo! —grité cuando me dirigía dando bandazos hacia la salita—. ?Tiempo muerto! —Aún sonriendo cogí el teléfono. Jenks se quedó esperándome suspendido en el aire debajo del arco—. Hola, Encantamientos Vampíricos, le atiende Rachel —dije esquivando la bola que me había lanzado. Podía oír las risitas de los pixies en la cocina y me preguntaba qué andarían tramando.

 

—?Rachel? —oí decir a la voz de Nick—. ?Qué demonios estás haciendo?

 

—Hola, Nick. —Me detuve para repetir en silencio el ensalmo. Contuve la energía hasta que Jenks me lanzó una bola. Iba mejorando y casi le doy a él con la bola de líquido—. Jenks, para —protesté—, estoy al teléfono.

 

Jenks sonrió y luego salió disparado. Me dejé caer en uno de los sillones de ante de Ivy, sabiendo que no se arriesgaría a mancharlos de agua y que Ivy se cabrease con él.

 

—Eh, ?ya te has levantado? ?Te apetece hacer algo? —le pregunté mientras colocaba las piernas sobre el brazo del sillón y apoyaba el cuello en el otro. Jugueteé con la bola roja que estaba usando como punto focal entre dos dedos, arriesgándome a que se rompiese bajo la presión.

 

—Mmm, puede —dijo—. ?Por casualidad no estarás conectándote a una línea luminosa?

 

Le hice un gesto con la mano a Jenks cuando volvió a entrar.

 

—?Sí! —dije sentándome derecha de golpe y poniendo los pies en el suelo—. Lo siento. No creí que lo notases. No la estoy canalizando a través de ti, ?verdad?

 

Jenks aterrizó sobre el marco de un cuadro. Estaba segura de que podía oír a Nick a pesar de estar al otro lado de la habitación.

 

—No —dijo Nick con una risita en la voz que sonó muy lejos a través del teléfono—. Estoy seguro de que si fuese así lo notaría, pero es una sensación rara. Estoy aquí sentado leyendo y de pronto parece que estás aquí conmigo. La mejor forma de describirlo es como cuando estás aquí y yo estoy haciendo la cena mientras te observo mirar la tele. Estás a lo tuyo, sin llamar mi atención, pero haciendo mucho ruido. Me distrae.

 

—?Me observas mientras veo la tele? —le pregunté sintiéndome incómoda y él soltó una risita.

 

—Sí, es muy divertido. Das muchos brincos.

 

Arrugué el ce?o cuando oí a Jenks reírse por lo bajo.

 

—Lo siento —murmuré, pero entonces un débil hormigueo de alerta me hizo ponerme tensa. Nick estaba levantado leyendo. Normalmente se pasaba las ma?anas del sábado recuperando el sue?o perdido—. Nick, ?qué libro estás leyendo?

 

—Eh, el tuyo —admitió.

 

Solo tenía un libro que le interesase.

 

—?Nick! —protesté sentándome en el borde del asiento y apretando el teléfono con más fuerza—. Me dijiste que se lo llevarías a la doctora Anders. —Tras cancelar la visita a la AFI porque me sentía agotada, Nick me había traído a casa. Creí que se había ofrecido a llevarle el libro a la doctora Anders por mi nueva y comprensible fobia hacia el literalmente maldito libro. Obviamente Nick tenía otros planes y no había llegado a su destino final.

 

—No iba a mirarlo anoche —dijo a la defensiva—, y está más seguro en mi apartamento que tirado en una garita, sirviendo de posavasos para el café. Si no te importa, me gustaría quedármelo otra noche más. Dice una cosa que me gustaría preguntarle al demonio. —Hizo una pausa obviamente esperando a que yo protestase.

 

Me subió el calor a la cara.

 

—Idiota —le espeté cumpliendo sus expectativas—. Eres idiota. La doctora Anders te dijo lo que ese demonio intentaba hacer. Casi nos mata a los dos, ?y tú sigues queriendo sacarle información?

 

Oí un suspiro de Nick.

 

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