El bueno, el feo yla bruja

—Mucha. —Pasé a sentirme nerviosa. Nick había mirado mi aura antes de irse anoche y dijo que era más bien escasa. Se recuperaría sola lentamente, pero mientras tanto me sentía vulnerable.

 

La doctora Anders se guardó para sí su opinión ante mi evidente nerviosismo. Con la mirada perdida metió un dedo en el agua de Bob. Se me erizó el pelo de la nuca como si lo levantase el viento que permanentemente parecía soplar en siempre jamás. Observé fascinada como una nube azul salía de su mano y envolvía a Bob. Era poder de línea luminosa que había pasado del rojo al azul al reflejar el color dominante en el aura de la profesora.

 

Era improbable que la doctora Anders estuviese conectada a la línea luminosa de la universidad. El poder había sido obtenido con anterioridad y almacenado para invocar hechizos con más rapidez. Apostaría cualquier cosa a que lo que la hacía tan amargada era tener una bola de siempre jamás en las entra?as.

 

La bruma azul alrededor de Bob se desvaneció cuando la doctora Anders sacó los dedos del agua.

 

—Coja su pez y márchese —dijo la mujer bruscamente—. Considérese suspensa.

 

Desconcertada, no pude hacer otra cosa que quedarme mirando.

 

—?Qué? —alcancé a decir finalmente.

 

La doctora Anders se secó los dedos en un pa?uelo de papel y lo tiró a la papelera de debajo de su mesa.

 

—Este pez no está vinculado a usted. Si lo estuviese, la fuerza de la línea luminosa con la que lo he cubierto se habría vuelto del color de su aura. —Su mirada se volvió confusa, como si estuviese mirando a través de mí para luego enfocarse—. Su aura es de un dorado enfermizo. ?Qué ha estado haciendo, se?orita Morgan, para mancharla con una neblina tan espesa de rojo y negro?

 

—?Pero si he seguido las instrucciones! —exclamé aún sentada allí mientras ella empezaba a anotar en mi formulario—. Me falta gran parte de mi aura, ?Dónde está si no?

 

—Quizá entrase un bicho en el círculo —dijo airadamente—. Váyase a casa, llame a su familiar y vea qué aparece.

 

Con el corazón latiéndome con fuerza me humedecí los labios. ?Cómo demonios se llamaba a un familiar?

 

La profesora levantó la vista de los papeles y se cruzó de brazos sobre el montón.

 

—No sabe cómo llamar a su familiar.

 

No era una pregunta. Levanté el hombro izquierdo y lo dejé caer abatida. ?Qué podía decir?

 

—Lo haré yo —masculló—. Deme la mano.

 

Me sobresalté cuando me agarró por la mu?eca. Su huesuda mano era sorprendentemente fuerte. Un sabor metálico a cenizas me cubrió la lengua cuando la doctora Anders musitó un encantamiento. Era como si masticase papel de aluminio y me retiré en cuanto aflojó los dedos. Me froté la mu?eca y observé a Bob, deseando que nadase hasta la superficie o hacia mí, o hiciese algo. Pero simplemente se quedó en el fondo y agitó la colita.

 

—No lo entiendo —susurré sintiéndome traicionada por mi libro y mis habilidades para hacer hechizos en las que tanto confiaba—. Seguí las instrucciones al pie de la letra.

 

La doctora Anders se mostró tremendamente petulante.

 

—Descubrirá, se?orita Morgan, que al contrario que la magia terrenal, la manipulación de líneas luminosas requiere más que una poco imaginativa adhesión a las reglas y a las listas de cosas que hacer. Requiere talento y cierta cantidad de pensamiento libre y flexibilidad. Váyase a casa y adopte como mascota a lo que sea que aparezca por la puerta y no vuelva a mi clase.

 

—Pero ?lo hice todo bien! —protesté levantándome mientras ella hacía gestos con la mano echándome y barajaba sus papeles dándolo por terminado—. Me puse de pie sobre el espejo adivinatorio y expulsé mi aura. Lo metí en el medio de transferencia sin tocarlo, puse a Bob dentro…

 

La doctora Anders dio un respingo y volvió la cara hacia mí.

 

—?El espejo adivinatorio?

 

—Dije los ensalmos —continué diciendo—. Nick me dijo que no importaba si no sabía decirlos en latín. —Frustrada me planté frente a su mesa echando humo. Si me iba se habría acabado. Ya no se trataba del dinero, no quería que esta mujer pensase que yo era idiota.

 

—?Latín? —dijo la doctora Anders con la cara desencajada.

 

—Lo dije —protesté rememorando la velada en mi cabeza—, y después… —Me quedé sin respiración y se me heló la cara—. Y después apareció el demonio —susurré hundiéndome en la silla antes de que mis rodillas cediesen—. Oh, Dios. ?Se ha llevado mi aura? ?El demonio se ha llevado mi aura?

 

—?Un demonio? —repitió horrorizada—. ?Ha llamado a un demonio?

 

Me entró el pánico allí mismo, sentada junto a la mesa de la desagradable profesora. Estaba muerta de miedo y me daba igual si ella se enteraba. Algaliarept tenía mi aura.

 

—?Salió del círculo! —farfullé, intentando no aferrarme a su brazo—. ?No sé cómo ha conseguido mi aura a través del círculo!

 

—?Se?orita Morgan! —exclamó la doctora Anders—, si un demonio hubiese entrado en su círculo, usted no estaría aquí delante de mí. Estaría en siempre jamás con él, ?suplicándole que la matase!

 

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