Ahora, en la bodega del mierda, un desapasionado Bobby Shaftoe hace lo posible por crear un efecto de saqueo. Esparce rifles y subfusiles por el suelo. Abre cajas de munición de 45 y la lanza por todas partes. También encuentra esquís; necesitarán esquís, ?no? Planta minas por aquí y por allá, más que nada para asustar a cualquier alemán que venga a investigar el naufragio. Abre cajas de granadas. No parecen muy saqueadas allí bien ordenadas, así que las saca a docenas, las lleva a cubierta y las arroja por la borda. También lanza algunos esquís, que quizá lleguen a la costa donde contribuirán al efecto general de caos que es tan importante para el teniente Monkberg.
Está de camino por cubierta, cargando con un montón de esquís, cuando ve algo entre la niebla. Se estremece, claro. Muchos bombardeos han ense?ado a Bobby Shaftoe a estremecerse. Se estremece tanto que deja caer los esquís sobre la cubierta y está muy cerca de arrojarse junto a ellos. Pero se mantiene firme el tiempo justo para fijar la vista en la cosa entre la niebla. Está directamente frente a ellos, y algo más alto que el puente del carguero, y (al contrario que unos Zeros o Messerschmidts al ataque) no se mueve rápido… simplemente cuelga. Como una nube en el cielo. Como si la niebla se hubiese condensado en una masa densa, como el puré de patata de su madre. Mientras lo observa, se vuelve más y más brillante, y los bordes están cada vez más definidos, y empieza a ver más cosas a su alrededor.
Lo demás es verde.
?Eh, un minuto! Está mirando a una monta?a verde con un campo nevado en medio.
—?Al suelo! —grita, y se lanza a cubierta.
Espera sorprenderse con la colisión gradual y lenta con la corteza terrestre. Tiene en mente la situación en la que chocas con una motora contra una playa de arena, apagas el motor y lo sacas del agua en el último minuto, y te desplazas lentamente sobre la arena.
Resulta ser una analogía muy pobre para lo que pasa a continuación. El carguero va mucho más rápido que el bote pesquero habitual. Y en lugar de deslizarse por la playa, sufren una colisión casi directa con una pared vertical de granito. Se produce un ruido impresionante, la proa del buque se inclina hacia arriba y de pronto, Bobby Shaftoe se encuentra deslizándose sobre el vientre a gran velocidad sobre la cubierta helada.
Durante un momento siente terror, temiendo caerse de la cubierta al agua, pero consigue dirigirse hacia la cadena de un ancla, que resulta ser un freno efectivo. Debajo, puede oír aproximadamente otros diez mil objetos, grandes y peque?os, chocando con obstáculos.
Lo siguiente es un breve y casi sosegado silencio casi total. Luego se produce un grito por parte de la terriblemente escasa tripulación del carguero:
—?ABANDONEN EL MIERDA! ?ABANDONEN EL MIERDA!
Los hombres del Destacamento 2702 se dirigen a los botes salvavidas. Shaftoe sabe que pueden ocuparse de sí mismos, así que se dirige al puente, buscando a los bichos raros que siempre encuentran la forma de hacer que las cosas sean interesantes: los tenientes Root y Monkberg, y el cabo Benjamín.
Al primero que ve es al patrón del carguero, sirviéndose una copa y con el aspecto de un tío que acaba de sangrar hasta morir. El pobre lleva toda la vida en la Marina y fue separado de su unidad habitual simplemente con el propósito de hacer lo que acaba de hacer. Está claro que no le sienta muy bien.
—?Buen trabajo, se?or! —dice Shaftoe, sin saber qué más decir. Luego sigue el sonido de una discusión hasta la cabina de se?ales.
Los personajes son el cabo Benjamín, sosteniendo un gran Libro, en una pose que recuerda a un predicador exasperado familiarizando sarcásticamente a sus feligreses revoltosos con la imagen de la Biblia; el teniente Monkberg, semireclinado en una silla, con su Miembro da?ado apoyado en una mesa; y el teniente Root, cosiendo el mismo.
—Es mi deber… —dice Benjamín.
Monkberg lo interrumpe.
—?Cabo, es su deber cumplir mis órdenes!
Los suministros médicos de Root están esparcidos sobre el suelo por la colisión. Shaftoe comienza a recogerlos y ordenarlos, fijándose especialmente en cualquier botellita que pueda haberse perdido.
Benjamín está muy alterado. Está claro que no consigue llegar hasta Monkberg, así que abre el pesado Libro al azar y lo sostiene sobre la cabeza. Contiene línea tras línea, columna tras columna de letras aleatorias.
—Esto —dice Benjamín—, es el CóDIGO ALIADO DE LA MARINA MERCANTE! ?Un ejemplar de ESTE LIBRO se encuentra en TODOS LOS BUQUES DE TODOS LOS CONVOYES del Atlántico Norte! ?Esos barcos lo usan para COMUNICAR SU POSICIóN! ?COMPRENDE lo que SUCEDERá si ESTE LIBRO cae en manos de LOS ALEMANES?
—Le he dado una orden —dice el teniente Monkberg.
Siguen así durante un par de minutos mientras Shaftoe busca restos médicos. Finalmente, ve lo que está buscando: ha caído bajo un armario y parece estar milagrosamente entero.
—?Sargento Shaftoe! —dice Root perentorio. Es lo más cerca que ha estado nunca de sonar como un oficial militar. Shaftoe se pone firme por reflejo.
—?Se?or! ?Sí, se?or!
—La dosis de morfina del teniente Monkberg pasará pronto. Necesito que localice mi botella de morfina y me la traiga inmediatamente.
—?Se?or! ?Sí, se?or! —Shaftoe es un marine, lo que significa que es muy bueno siguiendo órdenes incluso cuando su cuerpo le dice que no lo haga. Aun así, sus dedos no quieren soltar la botella, y Root casi tiene que arrancársela.
Benjamín y Monkberg, enzarzados en su disputa, ignoran ese peque?o intercambio.
—Teniente Root —dice Benjamín, con una voz que es ahora aguda y temblorosa.
—Sí, cabo —dice Root como si no fuese con él.
—?Tengo razones para creer que el teniente Monkberg es un espía alemán y debería ser apartado del mando y puesto bajo arresto!
—?Hijo de puta! —grita Monkberg. Y bien que puede, porque Benjamín acaba de acusarle de traición, por lo que podría enfrentarse a un pelotón de ejecución. Pero Root tiene la pierna de Monkberg bien sujeta sobre la mesa y no puede moverse.
Root parece completamente sereno. Parece dar la bienvenida a esa acusación tan increíblemente seria. Es una oportunidad de hablar de algo con más sustancia que, por ejemplo, encontrar formas de sustituir la palabra ?mierda? por ?barco? en las expresiones náuticas.
—?Le veré en una corte marcial por esto, cabrón! —aúlla Monkberg.
—Cabo Benjamín, ?qué razones tiene para esa acusación? —dice Enoch Root con voz de nana.