El Código Enigma

—La razón por la que Avi y Beryl no dijeron nada hasta ahora es que querían resolver el problema cara a cara, en conversaciones de dos personas. En otras palabras, lo hicieron para protegernos… no para ocultarnos nada. Ahora nos están comunicando la noticias formalmente.

 

Eberhard ya no se muestra receloso. Ahora está molesto, lo que es peor. Como muchos tecnólogos, puede volverse escandaloso cuando decide que los demás no están actuando con lógica. Randy levanta las manos, mostrando las palmas, en se?al de rendición.

 

—Estipulo que no tiene ningún sentido —dice Randy.

 

Eb mira con furia a distancia, sin calmarse.

 

—?Estarás de acuerdo conmigo en que el mundo está lleno de gente irracional y situaciones ridiculas?

 

—Jaaa… —dice Eb a la defensiva.

 

—Si tú y yo vamos a programar y la gente va a pagarnos por ello, deben contratarnos, ?no?

 

Eb lo medita con cuidado.

 

—Sí.

 

—Eso significa lidiar con esas personas, por desagradable que pueda ser, a cierto nivel. Y aceptar un montón de tonterías, como abogados, relaciones públicas y personal de mercadotecnia. Y si tú y yo intentásemos hablar con ellos nos volveríamos locos. ?Cierto?

 

—Es muy probable que sí.

 

—Por tanto, es bueno que gente como Avi y Beryl hayan llegado a existir, porque ellos son nuestro interfaz —a la cabeza de Randy viene una imagen de la Guerra Fría. Alarga ambas manos y agarra el aire—. Como esas cajas con guantes que usan para manejar el plutonio. ?Comprendes?

 

Eberhard asiente. Una se?al prometedora.

 

—Pero eso no implica que vaya a ser como programar ordenadores. Ellos sólo pueden filtrar y suavizar la naturaleza irracional del mundo que hay más allá, por lo que Avi y Beryl puede que sigan haciendo cosas que parecen un poco estúpidas.

 

Los ojos de Eb han ido adoptando un aire cada vez más remoto.

 

—Sería interesante estudiarlo como un problema en teoría de la información —anuncia—. ?Cómo podrían fluir los datos entre los nodos internos de una red —Randy sabe que Eb quiere decir ?personas en una peque?a corporación?— pero sin existir para las personas del exterior?

 

—?Qué quieres decir sin existir?

 

—?Cómo podría ordenar un juez que se presentase un documento que, desde su sistema de referencia, jamás ha existido?

 

—?Hablas de cifrarlo?

 

Eb parece ligeramente dolorido por la simplicidad de Randy.

 

—Eso ya lo estamos haciendo. Pero aún así, alguien podría demostrar que un documento, de cierto tama?o, ha sido enviado a cierta hora, a cierta dirección.

 

—Análisis de tráfico.

 

—Sí. Pero ?y si se satura? ?Por qué no podríamos llenar el disco duro de bytes aleatorios de forma que un archivo individual fuese indiscernible? Su misma existencia estaría oculta en el ruido, como un tigre rayado entre la hierba alta. Y podríamos enviarnos flujos de ruido aleatorio de unos a otros.

 

—Sería muy caro.

 

Eberhard agita la mano para quitarle importancia.

 

—El ancho de banda es barato.

 

—Es más un artículo de fe que un hecho —dice Randy—, pero podría ser cierto en el futuro.

 

—Pero viviremos el resto de nuestras vidas en el futuro, Randy, por lo que bien podríamos iniciar el programa ahora.

 

—Bien —dice Randy—, ?podemos seguir con esta conversación más tarde?

 

—Claro.

 

Vuelven a entrar en la habitación. Tom, que es el que lleva aquí más tiempo, está diciendo: —Los de cinco pies de largo, con las manchas de un marrón amarillento sobre fondo azul verdoso son inofensivos y son geniales animales de compa?ía. Los de seis pies, con manchas de un amarillo marrón sobre fondo turquesa te matan de un mordisco, en diez minutos, a menos que te suicides antes para escapar al dolor intolerable.

 

Es la forma de hacer saber a Randy y Eb que no han estado hablando de negocios mientras estaban fuera.

 

—Vale —dice Avi—, el resultado es que la Cripta va a ser potencialmente mucho mayor de lo que habíamos pensado al principio, lo que es una buena noticia. Pero hay otro tema que debemos tratar. —Avi conoce a Randy de siempre, y sabe que no se molestará en realidad por lo que viene a continuación.

 

Todos los ojos se dirigen hacia Randy, y Beryl toma el hilo. Se ha asignado a sí misma el papel de preocuparse por los sentimientos de los demás, ya que el resto de las personas de la firma están claramente poco cualificadas para la tarea, y habla en tono de lamento.

 

—El trabajo que Randy ha estado realizando en Filipinas, un trabajo muy bueno, ya no tiene importancia crítica para las actividades de la compa?ía.

 

—Lo acepto —dice Randy—. Eh, al menos tengo mi primer bronceado en diez a?os.

 

Todos parecen sentirse aliviados de inmediato al comprobar que Randy no se cabrea. Tom, como es típico, llega pronto al fondo del asunto: —?Podemos romper nuestra relación con el Dentista? ?Un corte limpio?

 

El ritmo de la conversación se pierde de pronto. Como un fallo eléctrico en una discoteca.

 

—No lo sabemos —dice al fin Avi—. Hemos mirado los contratos. Pero los escribieron los abogados del Dentista.

 

—?No son abogados algunos de sus socios? —pregunta Cantrell.

 

Avi se encoge de hombros impaciente, como si eso no fuese todo.

 

—Sus socios. Sus inversores. Sus vecinos, amigos, compa?eros de golf. Probablemente su fontanero también sea abogado.

 

—Lo importante es que es famoso por sus demandas —dice Randy.

 

—El otro problema potencial —dice Beryl— es que si encontrásemos una forma de deshacer el acuerdo con AVCLA, perderíamos entonces el flujo de capital a corto plazo que esperamos de la red filipina. Las ramificaciones de ese hecho podrían ser peores de lo esperado.

 

—?Maldición! —dice Randy—, me lo temía.

 

—?Cuáles son las ramificaciones? —dice Tom, centrándose, como siempre, en lo importante.

 

—Tendríamos que conseguir más dinero para cubrir la falta —dice Avi—. Lo que diluiría el valor de las acciones.

 

—?Diluirlo en cuánto? —pregunta John.

 

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