El Código Enigma

—?Qué pensaste cuando el FBI registró su caba?a? —pregunta Cantrell, a quien le ha vuelto la sonrisa.

 

—No sabía qué pensar —dice Randy—. Recuerdo que vi el vídeo en las noticias… los agentes saliendo de esa choza con cajas de pruebas, y pensé que mi nombre debía estar en alguno de esos papeles. Que de alguna forma acabaría implicado en el caso.

 

—?El FBI llegó a ponerse en contacto contigo? —pregunta Tom.

 

—No. Creo que una vez que lo examinaron todo, llegaron con rapidez a la conclusión de que no era el digibomber, y lo tacharon de su lista.

 

—Bien, no mucho después de que pasase eso, Andy Loeb se presentó en la Red —dice Cantrell.

 

—Me resulta imposible de creer.

 

—Para nosotros también lo fue. Es decir, todos habíamos recibido copias de sus manifiestos… impresos sobre papel reciclado gris, que era como las hojas de pelusa que sacas del filtro de la secadora.

 

—Empleaba una tinta orgánica, con base de agua, que escamaba como si fuese caspa negra —dice Tom.

 

—Bromeábamos diciendo que teníamos polvo de Andy sobre la mesa —dice Cantrell—. Así que cuando un tipo llamado Andy Loeb se presentó en la lista de correo de Adeptos al Secreto, y el grupo de noticias de Eutropia, enviando todas esas diatribas larguísimas, nos negamos a creer que fuese él.

 

—Pensamos que alguien había conseguido escribir unas parodias realmente brillantes de su estilo —dice Cantrell.

 

—Pero cuando siguieron llegando, día tras día, y empezó a meterse en largos diálogos con la gente, se hizo evidente que era él —se queja Tom.

 

—?Cómo lo justificó siendo un ludita?

 

Cantrell:

 

—Dijo que siempre había considerado los ordenadores una fuerza que alienaba y atomizaba la sociedad.

 

Tom:

 

—Pero como resultado de ser por un tiempo el sospechoso digibomber número uno, a la fuerza había sido consciente de Internet, que había cambiado los ordenadores conectándolos.

 

—?Oh, Dios mío! —dice Randy.

 

—Y que había estado reflexionando sobre Internet mientras hacía lo que sea que Andrew Loeb hace —continuó Tom.

 

Randy:

 

—Ponerse en cuclillas, desnudo, en ríos de monta?a helados mientras estrangula roedores con las manos desnudas.

 

Tom:

 

—Y comprendió que los ordenadores podían ser una herramienta para unir la sociedad.

 

Randy:

 

—Y apuesto a que él era justo el tío para unirla.

 

Cantrell:

 

—Bueno, no está muy lejos de lo que dijo.

 

Randy:

 

—Ya, ?vais a decirme que se ha convertido en un eutropiano?

 

Cantrell:

 

—Bueno, no. Más bien descubrió un cisma en el movimiento Eutropia que nosotros no conocíamos, y ha creado su propio grupo separado.

 

Randy:

 

—Creía que los eutropianos eran individualistas hasta la médula, libertarios puros.

 

—?Bueno, sí! —dice Cantrell—. Pero la premisa básica del eutropianismo es que la tecnología nos ha convertido en poshumanos. El Homo Sapiens más la tecnología es a todos los efectos una especie totalmente nueva: inmortal, omnipresente debido a la RED, y camino de la omnipotencia. Ahora bien, los primeros en decir esas cosas fueron libertarios.

 

Tom dice:

 

—Pero la idea ha atraído a todo tipo de personas… incluyendo a Andy Loeb. Se presentó un día y empezó a hablar de mentes colmena.

 

—Y por supuesto, fue flameado hasta quedar frito por la mayoría de los eutropianos, porque el concepto para ellos es anatema —dice Cantrell.

 

Tom:

 

—Pero siguió con el tema, y después de un tiempo, hubo personas que empezaron a estar de acuerdo con él. Resultó que había una facción bastante sustancial entre los eutropianos a los que no les importaba especialmente el libertarismo y a los que la idea de la mente colmena les resultaba atractiva.

 

—?Ahora Andy es el líder de esa facción?—pregunta Randy.

 

—Supongo que sí —dice Cantrell—. Se separaron y formaron su propio grupo de noticias. Hace como seis meses que no sabemos nada de ellos.

 

—?Cómo supisteis de la conexión entre Andy y yo?

 

—De vez en cuando todavía se presenta en el grupo de Adeptos al Secreto —dice Tom—. Y últimamente se ha hablado mucho de la Cripta.

 

Cantrell dice:

 

—Cuando se enteró de que tú y Avi estabais metidos en el asunto, envió una enorme diatriba… veinte o treinta K de frases unas tras otras. No demasiado elogiosas.

 

—Ya, Jesús. ?Qué co?o le pasa? Ganó el caso. Me arruinó por completo. Uno pensaría que tendría cosas mejores que hacer que preocuparse de agua pasada —dice Randy. golpeándose el pecho—. ?No tiene trabajo?

 

—Hace algo de derecho —contesta Cantrell.

 

—?Ja! Me lo imagino.

 

—Nos ha estado atacando —dice Tom—. Sucios capitalistas. Atomizamos la sociedad. Hacemos que el mundo sea un lugar más seguro para los traficantes de drogas y los cleptócratas del Tercer Mundo.

 

—Bien, al menos hay algo en lo que sí tiene razón —dice Randy. Está encantado de tener una respuesta, al fin, a la pregunta de por qué están construyendo la Cripta.

 

 

 

 

 

Maniobra retrógrada

 

 

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