—Tal vez me haya equivocado. Olvídalo, no he dicho nada.
Gytha agarró a su prima del brazo y la sacudió.
—Repíteme lo que acabas de decir, Margaret, y hazlo claramente. Thayer me dijo que tenía que ir a luchar contra los escoceses porque el rey se lo pidió.
—El rey se lo pidió después de que Thayer le preguntara si había algo en lo que pudiera ayudarlo.
—?Thayer pidió al rey que lo mandara a luchar? —Gytha hablaba con voz temblorosa, tratando de entender completamente lo que le estaba diciendo su prima.
—Sí. El rey había sugerido varias veces que Thayer estaba en puertas de obtener una recompensa mejor que los simples elogios y honores, y entonces tu marido pidió pelear por esa recompensa: un título y un feudo. Tenía que obtenerlos por ti, para devolverte lo que le había tenido que dar a William.
—?Y dijo que yo le había pedido que hiciera esto? ?Le dijo a Roger que yo se lo había pedido?
—Pues… no, nadie dijo eso exactamente —Margaret suspiró y se desplomó sobre el parapeto—. Nadie lo dijo. Lo deduje por la manera en que Roger me lo contó. No podía creer que Thayer quisiera ir a pelear, que aceptara ponerse en peligro él mismo y arriesgar la vida de todos los demás, por conseguir una recompensa que no necesita. Ya tiene tierras, así que pensé que se lo habías pedido o que le habías hecho creer que eso era lo que querías. Gytha, si me equivoqué…
—Por supuesto que te equivocaste, Margaret —Gytha se dio cuenta de que estaba gritando y que había atraído la curiosidad de los guardias, y entonces bajó la voz—. Ya sabes lo que siento por Thayer. ?Realmente crees que lo pondría en peligro sólo para obtener una miserable recompensa material, por grande que fuera?
—Parecía la única explicación razonable. Le devolvió la tierra y el título a William sin resistencia alguna, sin ninguna se?al de rencor. Y si tú no lo presionaste para que obtuviera esto, ?por qué otra razón lo haría?
—No tengo ni idea, pero se lo preguntaré a ese idiota, si no lo mato antes.
Al ver lo furiosa que estaba Gytha, Margaret trató de calmarla.
—No olvides que lo hace por ti.
—?Por mí? ?Ni se lo pedí ni es lo que quiero!
—Probablemente actúa movido por el orgullo. Puede que crea que necesita tales cosas para que no pueda decirse que se casó contigo por interés.
—El interés es la razón por la cual se acuerdan la mayoría de los matrimonios —levantó la mano para evitar que Margaret la interrumpiera—. Sí, tal vez el orgullo juegue un papel en el asunto —cierta sensación de derrota atenuó un poco la rabia que la embargaba—. Pero hay algo más. Lo sé. Es algo contra lo cual he estado luchando durante los últimos meses, pero que no logro superar. Empiezo a pensar que es imposible cambiar sus sentimientos, que no tengo esperanza.
—?Y qué es ese algo que no puedes superar?
—Al parecer no logro convencerlo de que es el hombre de mi vida.
—Pero ha debido darse cuenta mil veces, incluso recientemente, cuando ni siquiera trataste de irte con William.
—Pues ni por ésas —Gytha se encogió de hombros—. Tal vez creyó que sólo estaba siendo fiel a mis votos, a mi palabra matrimonial.
—?Cómo puede dudar de ello si sabe que lo amas? —Margaret frunció el ce?o—. Porque le has dicho que lo amas, ?no?
—No, no se lo he dicho. Y no me lo reproches. En verdad, siento en lo más hondo de mi corazón que no me creería. He tratado de convencerlo con mil recursos de que lo quiero a él y sólo a él, y que soy feliz a su lado. Sin embargo, y este disparate lo prueba, Thayer sigue creyendo que me hace falta algo más, como si yo hubiera hecho una especie de sacrificio al casarme con él. No tiene fe en nuestro matrimonio, es decir, en mi amor, y yo ya no sé cómo transmitirle esa fe.
—Dale amor, sin más, Gytha. El amor acaba siendo el mejor mensaje. No permanecerá eternamente ciego ante su luz.
Gytha tuvo, sin embargo, la descorazonadora sensación de que sí podría seguir ciego ante el amor.
—Dios santo, cómo me gustaría que estuviera en casa. Rezo todas las noches para que vuelva.
—Yo también.