La bella de la bestia

—?Obtuve lo que quería?

—Sí. Ahora eres barón de Riverfall, mi se?or —Roger sonrió ligeramente y le hizo una peque?a reverencia a su amigo—. También eres due?o de un peque?o feudo, a tres días de viaje de Riverfall, hacia el sur. Te contaré más cosas cuando estés más fuerte. Es la primera vez que la fiebre remite en días, así que no debes cansarte demasiado. Necesitas ahorrar muchas fuerzas para los días que están por venir. Ya ha terminado la lucha y tú has obtenido lo que viniste a buscar, así que ahora tienes que esforzarte por sanar, para que podamos volver a Riverfall, junto a Gytha.

—Ah, Gytha… —Thayer suspiró y se miró la mano vendada—. Antes no era un caballero apuesto, pero por lo menos estaba entero. Esta vez vuelvo convertido en un lisiado. Tal vez sea mejor que…

Roger maldijo en voz baja, lleno de ira, y se levantó tan abruptamente que hizo volar el taburete en el que estaba sentado.

—Si dices que sería mejor alejarte de ella, te infligiré yo mismo muchas más heridas de las que tienes. Por los clavos de Cristo, Thayer, ?si la mitad de tus delirios febriles fueron gemidos que llamaban a Gytha! Ella es una parte tan íntima de ti mismo, que ni siquiera puedes olvidarla en medio del más terrible dolor. ?Realmente crees que podrías alejarte de ella y sacarla de tu vida, justo en este momento, cuando tienes todo lo que crees que ella quiere?

—Puede que ahora tenga lo que su buena cuna exige, pero mírame. Tengo la mano mutilada y tal vez me voy a quedar cojo. Lo único que podía ofrecerle era mi cuerpo fuerte, sano y entero, pero ya no dispongo ni siquiera de eso. Ya no sólo mi rostro es desagradable…

Roger se inclinó sobre Thayer y le increpó.

—En ocasiones, amigo mío, pareces el más grande de los idiotas. Discutes hasta la saciedad tu falta de atractivo, pero no te detienes ni un segundo a pensar cómo te ven los demás. Al parecer, crees que a Gytha le molesta tu supuesta falta de belleza, pero ?alguna vez te has fijado atentamente en ella, para poner a prueba esa obtusa creencia tuya? Creo que, si lo hicieras, te darías cuenta de lo equivocado que estás.

—?Quieres convencerme de que una mujer tan hermosa como Gytha puede amar a un hombre enorme, pelirrojo y lleno de pecas y cicatrices?

Roger se enderezó y se encogió de hombros.

—No sé hasta qué punto son profundos sus sentimientos, pero de lo que estoy seguro es de que ella no te ve como tú te empe?as tercamente en creer. ?Alguna vez has visto decepción o disgusto en sus ojos cuando te mira? Apuesto lo que quieras a que no. Ni siquiera te consideró desagradable la primera vez que te la presentaron como su futuro marido. ?Alguna vez ha tenido dudas al proclamar que eres su marido? No. Siempre ha estado junto a ti, orgullosa, sin mostrar la más mínima reticencia.

—Sí, es cierto —murmuró Thayer, reconociendo que todo lo que Roger le estaba diciendo era cierto. Al pensarlo, mejoró su ánimo—. Tienes razón. Nunca he puesto especial atención en la manera en que Gytha me mira. Conozco bien la expresión despectiva de muchas esposas, porque la he visto con bastante frecuencia.

—Pero nunca en tu mujer.

—No, nunca en la mirada de Gytha —empezó a sonreír, pero al ver su mano mutilada se le enturbió el gesto—. Pero, claro, eso era antes de que sufriera estas heridas. Sin duda, estas mutilaciones colmarán el vaso de su paciencia, serán más de lo que pueda soportar.

—?Por Cristo! Ya tenías antes unas cicatrices bastante llamativas. Me sorprendería enormemente que estas nuevas le importasen un comino.

Thayer pensó en las palabras de su amigo durante un momento, después sonrió a medias. Roger tenía razón de nuevo, y fue una revelación muy emocionante. Había sido injusto con Gytha y en cierta manera, aunque fuera sin querer, hasta la había insultado. Por mucho que rebuscara entre sus recuerdos, no podría citar ni una sola vez en que ella hubiera demostrado decepción o disgusto por su apariencia. Sencillamente, no le importaba. Recordó la ocasión en que le había dicho que tenía unos ojos bonitos y una complexión muy atractiva, y desaparecieron, como por milagro, todas sus dudas. Roger tenía toda la razón del mundo.

—No, Gytha no sentirá repulsión, es cierto —entonces recordó la razón por la cual estaban allí y no pudo menos que hacer una mueca—. Sin embargo, cuando descubra por qué vine aquí, la razón por la que hice esta incursión guerrera, probablemente se pondrá furiosa conmigo.

—Creo que por primera vez en la vida, amigo mío, juzgas a tu hermosa esposa correctamente.





Capítulo 18


—?Ya vuelven! ?Los hombres han regresado!