El viejo capitán Joulson los tomaba a su cargo para instruirles en la se?alización aérea en cuanto salían del entrenamiento diario de vuelo. Había muchas se?ales generales de comunicación con banderas y bengalas comunes con las de la Armada, por lo que Laurence no tuvo dificultad alguna con las más básicas, pero la necesidad de una rápida coordinación entre dragones en vuelo hacía impracticable la técnica habitual de deletrear los mensajes. Como resultado, existía una lista infinita de se?ales más grandes, algunas de las cuales requerían hasta seis banderas, y debía memorizarlas todas, ya que un capitán no podía confiar exclusivamente en su alférez de banderas: una se?al vista y ejecutada una centésima antes podía significar la diferencia entre la victoria y la derrota. El oficial de se?ales era una simple salvaguarda, su deber consistía más en enviar las se?ales a Laurence y llamar su atención sobre otras nuevas en el fragor del combate, que en ser la única fuente de traducción.
Para vergüenza de Laurence, Temerario demostró ser más rápido que él a la hora de aprender las se?ales. Incluso Joulson estaba más que desconcertado ante el rendimiento del dragón.
—Y eso que ya es mayor para aprenderlas —le dijo a Laurence—. Por lo general, solemos empezar con las banderas el mismo día que rompen el cascarón. No me pareció oportuno revelarlo antes para no desalentarle, pero esperaba tener un montón de problemas. Lamentablemente, un dragón peque?o pasa muchos apuros con las últimas se?ales si es un poco lento y no se las ha aprendido todas al final de la quinta o sexta semana. Pero Temerario ya tiene más edad y las ha aprendido con la misma facilidad que si acabara de eclosionar.
Pero aunque el dragón no pasara apuros, el esfuerzo de memorización y repetición era aún más agotador que las restantes actividades físicas. De esta guisa transcurrieron cinco semanas de riguroso trabajo sin ni siquiera descansar los domingos. Hicieron progresos junto a Maximus y Berkley en maniobras más complejas que las que habían aprendido antes de poder unirse a la formación. Los dragones siguieron creciendo muchísimo durante todo ese tiempo. Al final de ese período, Maximus casi había alcanzado su tama?o adulto. Temerario apenas llegaba a la altura de un hombre, salvo en la cruz, aunque era mucho más enjuto, y concentraba su crecimiento en la corpulencia y el desarrollo de las alas más que en la altura.
No obstante, estaba bellamente proporcionado. Su cola era larga y grácil; las alas hacían juego con el cuerpo y parecían tener el tama?o idóneo cuando las desplegaba; sus colores se habían intensificado, la negra piel se había endurecido, salvo en el hocico, y era más lustrosa, y el azul y gris claro de los bordes de las alas se había extendido y había adquirido un toque opalino. A juicio de Laurence —parcial, por supuesto—, era el dragón más agraciado de toda la base, incluso sin la gran perla reluciente que lucía sobre el pecho.
El constante ajetreo y el rápido crecimiento habían suavizado, al menos temporalmente, la tristeza de Temerario. Ningún dragón era más largo que él, salvo Maximus; superaba incluso a Lily, a pesar de que ésta seguía teniendo una envergadura mayor. Aunque no se hizo valer ni los alimentadores le concedieron preferencia alguna, Laurence tuvo ocasión de ver que la mayoría de los restantes dragones le cedía el paso a la hora de comer, y aunque no se hallara en términos demasiado amistosos con alguno de ellos, estaba demasiado ocupado como para prestarles atención; en buena medida, algo muy similar a lo que le ocurría a Laurence con el resto de los aviadores.
La mayor parte del tiempo se hacían compa?ía el uno al otro y rara vez se separaban, excepto para comer y dormir. En verdad, Laurence sentía poca necesidad de otra compa?ía. Sin duda, le alegraba bastante ese pretexto, que le permitía evitar casi por completo compartir las veladas con Rankin. Aunque, con reserva, cruzaba palabras con él en todas las ocasiones en que le era imposible evitarlo, y sentía que al menos había frenado su amistad si no la había deshecho del todo. Al menos, la relación de Temerario y Laurence con Maximus y Berkley se estrechó, lo cual impedía que estuvieran totalmente aislados entre sus compa?eros, aunque Temerario continuó prefiriendo dormir fuera, en el campo, en lugar de en el patio con los demás dragones.