Esa ?A? no era de Aegan. Para mí, esa ?A? era de ?Ahora estás liándolo todo, Jude?, y ese nunca fue el objetivo. Esa ?A? debía de ser de ??Acaso sabes lo que va a pasar si sigues por el camino que vas? Si sigues besándote con Adrik, sintiendo la necesidad de ir a buscarlo para comprobar que todo está bien (que era lo que me había impulsado a llegar ahí), confundida por lo que debía hacer el día de la feria...?.
No tuve que esforzarme demasiado en buscar. De pronto, de una de las habitaciones salió Adrik. Se había cambiado de ropa, ahora llevaba puesto el pantalón y las botas que usaba para ir al establo. Su cara y todo su ser transmitían amargura y algo de enfado.
—Adrik —lo llamé, pero él pasó junto a mí y me ignoró.
No lo dejé irse. Más rápida que él, me coloqué frente a él para detenerlo.
—Adrik, te estoy hablando.
—Quítate —me exigió, y sin esperar a que yo me moviera, me apartó de su camino con un leve empujón.
—??Qué demonios crees que haces?! —solté, y le di un manotazo en la espalda apenas pasó por delante de mí.
Entonces se giró en un arranque furioso.
—??Qué crees tú que haces?! —rebatió. Su voz era afilada, fuerte, capaz de herir—. ?A qué demonios estás jugando, Jude?
—No estoy jugando a nada —me defendí con el mismo tono que él—. Eres tú el que te has ido de la reunión de forma muy extra?a.
—Ah, disculpa, ?es que tenía que haberme quedado para ver cómo Aegan te metía la lengua hasta el fondo de la boca? —bufó con los dientes apretados.
Eso no me lo había esperado. ?Acaso era...? ?Tal vez...? ?Era un arranque de celos de Adrik Cash? ?En serio?
—Pero ?qué rayos te pasa? —me quejé, mirándolo con mucha extra?eza—. Pensé que tenías claro cómo son las cosas.
Dio un paso adelante con la mandíbula tensa. Su rostro estaba dominado por una expresión de ira que nada tenía que ver con su amargura habitual. Parecía un Adrik endemoniado, capaz de despedazar el mundo con una mano.
—?Podrías decirme cómo son las cosas, Jude? —exigió con fuerza—. Dime cómo demonios son porque parece que las interpreté de otra forma.
Me sentí más confundida que nunca, como si ambos habláramos diferentes idiomas o viniéramos de diferentes planetas y no lográramos entendernos.
—Tú ya sabes que... que salgo con Aegan —dije, aunque me resultó difícil soltar esas palabras.
Adrik apretó los labios. No dijo nada por un momento, me miró como si esperara que yo agregara algo más, pero entonces pareció darse cuenta de algo. Fue como si acabara de notar algo que no había notado jamás, como si todo adquiriera sentido.
—Así que no lo hiciste —dijo, pronunciando muy lentamente cada palabra, contenido.
—?Qué es lo que no hice? —repliqué, mirándolo desconcertada, porque la verdad era que no entendía a qué se refería.
él soltó una exhalación parecida a una risa amarga y nada divertida. Después se pasó la mano por la cara y luego por el cabello en un gesto de frustración.
—Maldita sea. —Se removió con inquietud y rabia. De pronto parecía furioso, frustrado, arrepentido; todo al mismo tiempo—. Lo dijiste en la casa del árbol. Dijiste: ?Lo haré, romperé con él. Ya no quiero seguir soportando esto?.
Oh, Dios...
Grandes errores de Jude Derry: decir una cosa y hacer otra.
—?Pensabas que Aegan y yo ya no salíamos? —pregunté, con la intención de confirmar lo que era demasiado obvio.
—Los últimos días no te he visto con él, y él no hablaba de ti, así que pensé que habían roto —contestó, y se removió con demasiada frustración, como si estuviera tratando de comprender por qué yo había estado besándome con él si aún salía con su hermano.
No pude decir nada. Joder, era cierto. Yo había dicho eso, y había estado dispuesta a hacerlo, pero luego Artie apareció para avisarme que debía ver el mensaje del ba?o y... Después había olvidado por completo esa parte. Ni por un segundo se me pasó por la cabeza que fuera relevante.
—No he roto con él —admití, consternada por mi propio error—. No, no lo he hecho.
—Entonces ?por qué me pediste que te llevara a mi apartamento? —rugió. Ahora había a?adido a su acusación una nota despectiva—. ?Habías planeado estar conmigo y con Aegan al mismo tiempo? ?En serio eres así de retorcida?
—?Claro que no lo soy! —exclamé, sacudiendo la cabeza. Muchas cosas comenzaron a arremolinarse en mi mente y me dejaron casi sin palabras—. No te lo pedí por eso, yo...
—?Tú qué? ?Te gustamos los dos y no quieres perdernos a ninguno? —escupió él con rapidez, presionándome de forma insistente y agresiva.
Cerré los ojos y de repente me sentí más abrumada que nunca. Tenía la boca tan seca que tuve que relamerme los labios y tragar saliva. Mi relación con Aegan era una mentira, pero eso Adrik no lo sabía y por esa razón no entendía que yo hubiera permitido que fuéramos más allá del beso del incienso. Ahora él quería respuestas y yo no sabía cómo dárselas.
—Adrik, lo entendimos todo mal... —dije en un intento de aclarar aquel lío, pero él me interrumpió encolerizado y no me permitió seguir hablando.
—Lo que yo entendí fue que cuando volvimos a Tagus después de la fiesta de beneficencia ya no estabas con Aegan, y por eso fui tan estúpido como para intentar ser distinto contigo y pensar que tú y yo podíamos... —se interrumpió lanzando una exhalación de frustración. Negó con la cabeza—. Esto es ridículo. Esta mierda no tiene sentido.
Avanzó con la intención de irse, pero volví a atravesarme en su camino. Quería responder a sus dudas, a pesar de que ni siquiera me era posible responderme a mí y a pesar de que toda la situación hacía que solo yo me viera como la malvada.
—?No estoy jugando a nada! —le aseguré, tratando de convencerlo—. ?No pensé que le darías importancia a lo que dije! ??Qué demonios iba a saber yo?!
Su risa fue amarga. La manera en que me estaba mirando era cruel, pero no podía reprochárselo.
—Sí, ?qué demonios ibas a saber? —replicó con algún tipo de sarcasmo absurdo—. Solo pensaste que yo me enrollaría con la novia de mi hermano sin ningún problema, ?no? Siempre crees lo que te da la maldita gana.
—Si me lo hubieras preguntado... —traté de decir, pero él no tenía ninguna intención de considerar mis argumentos.
—?Qué? —soltó de golpe en un tono tan intencionalmente cruel que me costó creer que saliera de él y no de Aegan—. ?Me habrías dicho: ?Sí, Adrik, sigo siendo su novia, pero no importa, vamos a besarnos en tu apartamento??
—Te detuve, hice que los dos paráramos... —insistí.
—?Lo hiciste porque se te removió la conciencia o porque querías esperar a acostarte primero con él y después conmigo? —lanzó con una malicia gélida, iracunda, con toda la intención de herirme—. Así podrías comparar, ?no? Adrik lo hace de este modo, pero Aegan de este otro... ?Cuál me gusta más? A lo mejor los dos me gustan porque...
—?Basta, Adrik! —le grité horrorizada.
Cerró la boca y me miró en una postura retadora.
Alcé la mano dispuesta a abofetearlo. Reuní toda la fuerza que necesitaba para golpearlo por hablarme como si fuera una... cualquiera. A mí no me gustaban esos dramas, pero en ese instante tuve ganas de darle un pu?etazo. Solo que... no lo hice. Me quedé con la mano a medio camino, no porque él me detuviera, de hecho, estaba listo para recibirlo, sino porque en parte tenía razón.
Nadie sabía la verdad, solo yo, así que en ese momento lo único que podía pensar cualquiera que oyera la versión de Adrik era que yo era una arpía que se había enrollado con los dos hermanos al mismo tiempo. ?Cómo podía defenderme, con qué argumentos? Defenderme implicaba delatarme, y algo dentro de mí no me permitía hacerlo.
Bajé la mano, pero no bajé la mirada. Se la sostuve con firmeza, porque en realidad no le mentía al decirle que lo que había ocurrido con él no había sido planeado.
—Te lo diré una sola vez, Jude —dijo ante mi silencio. Se oyó amenazante, gélido, como quien contenía la potencia de su ira—. No pienso pelear con él por una simple chica. Si eso es lo que pretendes, olvídalo.