Estuvimos en un jugueteo de besos y mordidas durante un rato. Lo que emanaba de nuestros cuerpos era calentura pura. Nuestras respiraciones se aceleraban cada vez más. Cuando Adrik se movía un poco contra mí, sentía la dureza entre sus piernas más firme, más grande que antes. Una humedad brotaba de mi zona íntima. Era una humedad exigente que controlaba mis pensamientos. Quería saber cómo me sentiría teniéndolo dentro de mí, calmando ese delicioso pero tortuoso dolor. Estaba segura de que lo sentiría como si fuera mi primera vez, porque Adrik superaba con mucho al idiota con el que me había acostado a los diecisiete.
No era capaz de describir por completo lo que experimentaba. Se me antojó enterrar las u?as en su espalda, así que terminé ara?ándolo con suavidad. Adrik soltó un par de gru?idos y comenzó a tocarme en cada parte de mi cuerpo, pero me sentí mucho más ansiosa cuando su mano se deslizó por mi vientre hacia la cremallera de mis tejanos para bajarla y...
Entonces lo detuve.
Reaccioné.
Algo dentro de mí gritó: ?Mija, ??qué estás haciendo?!?.
Recordé. Puse los pies en la tierra. Volví a la realidad tan rápido como me había alejado de ella y tomé su mano justo antes de que me tocara en ese punto sensible. Si permitía que Adrik llegara hasta allí, estaría perdida. Si accedía a que me causara un placer tan grande, tan nuevo, no habría vuelta atrás. Y tenía que haber un retorno. No podía lanzarme de lleno por más que quisiera que nos quitáramos la ropa y nos tocáramos hasta la epidermis.
En serio, tenía muchísimas ganas de dejarlo hacerme lo que quisiera, pero no estaba bien. No podía. Eso nunca estuvo en mis planes y no debía a?adirlo ahora.
—No, esto no puede pasar, Adrik —solté con rapidez, agitada—. No puede. Tengo que irme.
Lo empujé para apartarlo de mí. Se enderezó en el sofá, confundido. Tenía el pelo hecho un lío, los labios entreabiertos, la respiración acelerada y un bulto enorme en el pantalón que me tentó..., pero me mordí los labios con muchísima fuerza para contenerme y me puse en pie.
—?Qué? ?Por qué? —preguntó, desconcertado, siguiendo cada uno de mis movimientos mientras yo recogía la camisa para ponérmela—. ?He hecho algo que no te ha gustado?
—No, no es eso, Adrik, es que no tiene sentido porque... —intenté explicar, pero entre ponerme la camisa y buscar mis cosas no sabía cómo pronunciar las palabras—. Tengo que irme.
él se levantó del sofá y me interceptó cuando me dirigía a la puerta. Tragué saliva apenas contemplé su enormidad ante mí. Joder, quería seguir. Quería volver a besarlo, engancharme a él, retenerlo la noche entera, pero me aguanté. Sabrá diosito cómo pude contenerme, pero logré reprimir el impulso de abrazarlo.
—No te vayas, explícamelo —me pidió. No lo entendía. No entendía nada. Comprobé en sus ojos que su desconcierto era genuino—. Somos adultos, Jude. Si me dices las cosas, yo las entenderé y las resolveremos.
Mierda. Me gustaba mucho. Me gustaba que no se anduviera con rodeos. Me gustaba que fuera directo, sin filtros, que no jugara.
No tenía problemas en enfrentar las cosas. Yo tampoco, hasta que tenía que enfrentarlo a él.
No podía negar que todo había cambiado. Lo veía distinto y al mismo tiempo lo veía como el hermano del tipo al que pretendía destruir. Como uno de los Cash.
—Lo siento —dije con voz temblorosa—. De verdad.
Con rapidez lo rodeé y salí del apartamento. Lo escuché llamarme. Pronunció mi nombre. Me pidió que esperara, que no me fuera así. El corazón me latió con fuerza, pero corrí escaleras abajo, alejándome de lo mucho que me tentaba.
?Sabes? Yo también he leído esas historias en las que el chico abandona a la chica por su propio bien. Creo que son las más comunes. Sí, lo son. Quizá habría sido más fácil acostarme con él y que luego él me abandonara sin explicación alguna, solo porque no quería lastimarme con los fantasmas de su pasado.
Pero, de nuevo, las cosas son diferentes para mí.
El problema no era Adrik.
Y tampoco estaba huyendo para protegerlo, huía para protegerme.
Porque él no mentía...
La mentirosa era yo.
23
Algunos no saben nada mientras
que otros lo saben todo
Cuando me llegó el mensaje de Aegan a las ocho de la ma?ana del día siguiente, me asusté.
?A las diez en el club.?
Y cuando Artie entró en mi habitación de golpe, con su móvil en mano y dijo sorprendida:
—Aegan me ha invitado al club.
Pues me asusté el triple.
Tuve la sensación de que Aegan ya lo sabía todo: que yo había estado en el conducto de ventilación oyendo su declaración de asesinato y que, además, Adrik le había contado que había ido a su apartamento, porque a fin de cuentas sus lazos de sangre importaban más que una chica. Tuve la sensación de que todo era un plan: Aegan me estaba citando en el club para avergonzarme de nuevo delante de todo el mundo, para ponerse delante de todos y decirme: ?Caíste redondita, Derry?.
Bien. Había sido descubierta y estaba lista para ser expuesta.
Y todo era por mi culpa, porque ??qué demonios había pasado conmigo la noche anterior?! Fue como si mi cuerpo se hubiera desconectado de mi cerebro, de cuyo tama?o ya dudaba. Le había dicho a Adrik cosas (innecesarias) y luego nos habíamos besado efusivamente mientras que casi nos desnudamos en el sofá. Eso hasta que una chispita de conciencia me gritó: ????No la cagues más!!!?, y solo los dioses saben cuánto me había costado parar e irme.
Eso había sido un delicioso error. Ahora, ?cómo demonios fingiría que no había pasado nada? ?Cómo podría plantarme frente a Aegan y al mismo tiempo mirar a Adrik a la cara? ?Cómo iba a ocultar lo mucho que me ardía la piel al pensar en el cuerpo de Adrik sobre el mío y en su respiración acelerada por... mí?
Aunque, a ver, a ver, Adrik sabía que yo ?salía? con Aegan, ?no? Aun besándonos en el sofá, aun admitiendo que no quería dejar de tocarme, seguro que fue consciente de ese detalle, así que ambos lo habríamos traicionado.
La culpa no era del todo mía, ?eh?
O eso quise hacerme creer para no morirme de un ataque de ansiedad.
Bueno, solo había una solución. Tenía que recurrir a mi vieja confiable: fingir que todo estaba bien, que nada había pasado.
Me ba?é y me preparé para la jornada. Me fui con Artie al club. Al llegar fuimos directas a la zona de la piscina. Mi nerviosismo me había hecho pensar que habría mucha gente, pero no. Nada de chicas en biquini ni de chicos con bebidas. En una de las mesas solo estaban Owen, Aleixandre, Laila, Aegan y, por desgracia, Adrik.
Mi corazón se aceleró de temor. Aegan estaba de pie, hablándoles a todos. Todavía no oía qué les decía, pero Adrik estaba sentado con el codo apoyado en la mesa y la cara apoyada en su mano, notablemente fastidiado de estar ahí. Se dio cuenta antes que nadie de que yo me acercaba a la mesa y por un instante nuestras miradas se encontraron. No hubo nada descifrable, ninguna emoción.
Solo pensé: ?Estoy jodida?.
Quizá por eso me tomó muy desprevenida que al llegar a la mesa Aegan se girara hacia mí y dijera:
—?Aquí está la chica que me vuelve loco!
Y antes de que yo pudiera decir algo, puso ambas manos en mi rostro y me plantó un beso en la boca.
Sí, mi primer beso con Aegan fue en ese instante, delante de todos (o, mejor dicho, delante de Adrik), sin que yo me preparara mentalmente para aceptarlo.
Ahora seguramente quieres saber cómo fue o cómo me sentí, ?no? Bueno, ese fue el beso de un experto. Cientos de bocas selladas por Aegan Cash podían confirmar que no había nada que criticar. Un beso así le habría derretido las piernas a cualquier otra chica. La manera en que abrió mis labios fue exigente, pero astuta, como la forma en que un tirano le roba la libertad a un país: ni siquiera te das cuenta hasta que sucede, y entonces ya no hay vuelta atrás, el mal está hecho.
Tal vez por eso no lo procesé con rapidez. Solo supe que Aegan me besó y luego mi mente intentó comprender que habíamos compartido saliva, que finalmente había sucedido lo que no había querido que sucediera, que había besado a un asesino. ?El asesino.?
Cuando su rostro se separó del mío, él me miró con una ancha, perfecta y diabólica sonrisa. Me quedé pasmada.
—?Me has echado mucho de menos todos estos días que no nos vimos? —me preguntó.
Cierto, no nos habíamos visto oficialmente desde hacía varios días, pero yo, atónita, me quedé mirando el vacío. El único pensamiento en mi cabeza fue: