Entrelazados

Al mismo tiempo, había empezado a tener visiones de una chica morena. Se había visto hablando y riéndose con ella… y besándola. Elijah nunca le había predicho nada que no fuera una muerte, así que Aden se había quedado impresionado, o más bien, había sentido asombro, por el hecho de que un día hubiera una chica en su vida. Asombrado, pero también emocionado. Quería conocerla en persona. Estaba desesperado por conocerla. Aunque eso significara ir a la ciudad donde iba a morir.

Sabía que su muerte ocurriría pronto. En su visión, Aden no era mucho mayor que en aquel momento. Había tenido tiempo de lamentar su propia muerte, e incluso de aceptar el futuro. Algunas veces, como en aquel momento, casi lo deseaba. Eso no significaba que fuera a permitirle al muerto viviente que comiera lo que quisiera de él.

Se le clavó algo en la mejilla, y él tuvo que pesta?ear para enfocar la visión. Como no podía clavarle los dientes amarillentos, el cadáver le estaba clavando las u?as. Eso era lo que había conseguido con otra distracción.

??Tienes agallas? ?De verdad? Bueno, pues demuéstralo?, le dijo Julian. Seguramente, con aquel desafío tenía la intención de fortalecerlo?.

Con un rugido, Aden alargó el brazo para tomar una de las dagas. Justo cuando el cadáver se zafaba de él, dio una cuchillada. La hoja atravesó un hueso… y se quedó atascada. Inútil.

No era momento de dejarse dominar por el pánico. Su oponente, que estaba hambriento y no sentía dolor, intentó morderle la garganta otra vez.

Aden le dio otro pu?etazo. Hubo otro gru?ido y otro chorro de saliva negra que le cayó en la mejilla y le quemó la piel. Aden forcejeó entre náuseas.

Cuando volvió a ver una lengua larga y húmeda que iba hacia su cara, empujó nuevamente al cadáver por la mandíbula y, con el otro brazo, intentó encontrar la otra daga. Segundos después de haber asido la empu?adura, consiguió serrarle el cuello.

Crack.

Por fin, la cabeza se separó del cuerpo y cayó al suelo con un ruido seco. Los huesos y los jirones de ropa, sin embargo, cayeron sobre él. Con un gesto de repugnancia, se los quitó de encima y se puso en pie.

—Ya está. Demostrado —dijo.

?éste es nuestro chico?, dijo Caleb con orgullo.

?Sí, pero ahora ha llegado el momento de descansar?, repuso Eve, y tenía razón.

—Lo sé.

Tenía que limpiar aquel horror, o alguien se toparía con los restos profanados. Eso atraería a los periodistas. Toda la ciudad se enteraría y querría encontrar al responsable de tales actos malvados y retorcidos.

Además, los otros iban a levantarse también, se quedara allí o no. Tenía que prepararse. Sin embargo, mientras estaba allí tumbado, mirando al cielo, dolorido, el sol le quemaba y le privaba de la poca energía que le quedaba.

Al final del día, el veneno de la saliva se le habría extendido por todo el cuerpo, y estaría encorvado sobre un inodoro, vomitando. Sudaría mucho por la fiebre, temblaría incontrolablemente y querría morirse. Pero en aquel instante, allí, todavía tenía un momento de descanso. Era lo que había estado buscando todo el día.

?Vamos, cari?o, levántate?, le urgió Eve.

—Ahora mismo, te lo prometo. En un minuto.

Aden no conocía a su verdadera madre, porque sus padres lo habían entregado a la custodia estatal cuando tenía tres a?os, así que a veces le gustaba que Eve intentara desempe?ar aquel papel. En realidad, la quería por eso. Quería a las cuatro almas. Incluso a Julian, el que susurraba a los cadáveres. Pero cualquier chico del mundo desearía alejarse de su familia durante un rato, para tener un tiempo de privacidad. Ellos podían hacer cosas que hacían los chicos de dieciséis a?os. Cosas como… bueno, cosas. Podían tener citas e ir a la escuela, y hacer deportes. Divertirse. Pero Aden no. Aden nunca.

Hiciera lo que hiciera, fuera donde fuera, tenía público. Un público al que le gustaba comentar y criticar, y hacer sugerencias. Tenían buena intención, pero Aden ni siquiera había podido besar a una chica todavía. Y no, la chica morena y guapa de las visiones de Elijah no contaba, por muy reales que parecieran aquellas visiones. Dios, ?cuándo iba a llegar? ?Llegaría algún día?

El día anterior había tenido otra visión, con ella. Estaban en un bosque, bajo la luz de la luna. Ella lo había abrazado con fuerza y él había sentido su cálido aliento en el cuello…

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