Yo me llevé un mechón tras la oreja y logré decir: —No tiene importancia. Es normal.
Blair me dio un apretón en la mano y eso me calmó.
Nadie volvió a prestarme atención, así que, más relajada, intenté disfrutar de la velada, de las conversaciones triviales y de esa sensación de no pensar en nada demasiado profundo ni relevante, tan solo pasar el rato en compa?ía. Me terminé el refresco a sorbitos peque?os y, cuando algunos empezaron a jugar a algo que consistía en responder a una pregunta o beberse un chupito y quitarse una prenda de ropa, me quedé rezagada junto a Blair.
—?Seguro que no quieres jugar, Leah?
Negué con la cabeza y Sam se encogió de hombros.
—Está bien, pues empecemos ya. Maya, ?has hecho alguna vez un trío?
Ella se ruborizó.
—Chupito y prenda.
Blair me preguntó si quería ir a dar una vuelta y tomar un poco el aire.
Le dije que sí y salimos a la terraza. El viento de la noche era fresco y agradable.
—Me alegra que te animases a venir, ?qué tal está siendo la experiencia?
—Buena. Todo es…, todo es como antes.
—Algunas cosas sí. ?Qué tal con Axel?
—No muy bien, la verdad.
—?Quieres contármelo?
Cogí una hoja de una enredadera que trepaba por la pared y empecé a cortarla en trocitos muy peque?os que el aire se iba llevando. Terminé contándole todo lo que había ocurrido dos semanas atrás. Le hablé del beso, de la noche siguiente, de la comida en casa de los Nguyen y de la difícil semana que habíamos pasado juntos, casi sin hablarnos. Y a mí me dolía esa situación, pero es que…, es que Axel me había decepcionado. No enfadado, no, decepcionado. Era peor.
—Vaya, ?y qué piensas hacer? —Blair me frotó el brazo.
Yo me quedé mirando ese gesto suyo, cómo su mano se movía reconfortándome.
—No lo sé. Nunca sé qué hacer cuando se trata de él.
—?Sabes? Esto me recuerda a antes. Hablar de Axel.
—Dios, debo de ser insoportable. —Y me eché a reír.
Blair me imitó y estuvimos tanto rato desternillándonos de risa sin ninguna razón que empezó a dolerme la tripa.
—Es…, es increíble —dije intentando recomponerme—. Llevo media vida anclada en el mismo punto. Siempre ha sido él. Ojalá supiese cómo evitarlo y no sentir…, sentirlo todo cuando se trata de Axel. —Me puse seria—. ?Tú qué opinas?
—Opino que, por desgracia, aunque para ti han pasado a?os desde que te enamoraste de él, para Axel no ha sido igual. Son dos percepciones distintas de una misma historia, Leah. Puede que hasta hace un par de meses a él ni siquiera se le hubiese pasado por la cabeza verte de ese modo, y tú arrastras demasiado.
—Ya lo sé. Al menos ha servido de algo.
No hizo falta que dijese en voz alta que quería seguir adelante. En aquel momento, ya sabía qué camino tomar. Era consciente de que sería difícil y de que sentir no solo implica hacerlo en las cosas buenas, sino también en todo lo malo, lo doloroso, pero estaba dispuesta a intentarlo.
—Cuéntame qué tal fueron esas citas con Kevin.
A Blair le brillaron los ojos.
—Las mejores que he tenido nunca. ?Recuerdas cuando pensaba que nadie superaría a Frank? Bueno, voy a admitir que el listón no estaba muy alto después de que me ofreciese a invitarlo y él se pidiese media carta del restaurante, pero con Kevin todo fue… perfecto. No sé cómo no me había fijado antes en él. ?Por qué en ocasiones estamos tan ciegos?
—Creo que a veces no sabemos mirar bien.
—Y es curioso que pase con las cosas más obvias, las que tienes delante de tus narices todos los días. Espero que todo salga bien con Kevin, a veces me da miedo…
—?Por qué? —pregunté.
—Porque podría hacerme da?o.
Asentí, con un nudo en la garganta. Era algo instintivo. Evitar el dolor…
—Todo irá genial, ya lo verás. Por cierto, ?qué hora es?
—Las tres y cuarto.
—?Mierda!
—?Qué pasa?
No contesté antes de salir de la terraza y bajar de dos en dos las escaleras hasta la primera planta. Tal como me temía, Axel ya estaba allí, parado en medio del comedor de brazos cruzados, esperándome.
—?Qué haces aquí? —siseé enfadada, pero ni se inmutó.
—?Hace falta que responda? —Se dirigió a mi amiga—: Hola, Blair.
Me alegra verte de nuevo.
—Lo mismo digo.
—Te llamo ma?ana —me despedí de ella.
A los demás les hice un simple gesto de la mano y seguí a Axel hasta el coche a paso rápido. No abrí la boca hasta que nos alejamos de allí.
—?Estás intentando avergonzarme?
—Yo no tengo la culpa de que te sientas así.
—Ayudaría que no hubieses entrado de ese modo.
—?Acaso existe algún modo adecuado?
—Sí, uno que no sea ?voy de hermano mayor?.
Axel paró ante un semáforo en rojo.
—Me alegra que empieces a darte cuenta, Leah.
Lo haría si su mirada no dijese justo lo contrario.
Sé que él esperaba una réplica, pero también sé que nada le molestaba más a Axel que mi silencio, así que me mordí la lengua y me limité a mirar por la ventanilla las calles que íbamos dejando atrás. Lo oí resoplar un par de veces, pero lo ignoré.
Cuando llegamos a casa, me metí en mi habitación.
59
AXEL
En la vida hay cosas que ves venir y otras que te pillan por sorpresa. Aquel sábado no tenía ni idea de que iba a ser el día que me condenase por terminar diciendo palabras…, palabras que no podría borrar.
Me levanté temprano, como siempre.
No llamé a Leah antes de irme a la playa. Supongo que estaba cansado de sus negativas y de sus caras de mal humor, de sus silencios y complicaciones. Yo anhelaba volver a esa vida sencilla que tanto me había esforzado por mantener.
Horas más tarde, la vi comer una de esas sopas de sobre.
Nos pasamos todo el día evitándonos. Pero no podía quitármela de la cabeza, no podía…