Save Us (Maxton Hall #3 )

Wren niega con la cabeza y luego da otro paso hacia mí.

—No sabía cómo responder. ?Todavía quieres seguir en contacto conmigo? No pensé en lo que parecía desde tu perspectiva.

—Bueno, parece que quieres reunirte conmigo solo en secreto, —respondo en voz baja.





Espero que él niegue y me asegure lo que yo significo para él. Espero su respuesta. Diez segundos. Veinte. Más de medio minuto, y luego pierdo la noción del tiempo y la situación se vuelve realmente desagradable. Me doy cuenta de que no puedo esperar una respuesta.

Apenas puedo tragar y mirarlo a la cara.

Miro a los ojos de color marrón oscuro, pesta?as negras y rizadas, un peque?o lunar en la mejilla derecha. Y luego quito mis ojos de él.

Me aclara la garganta. —Cuídate, Wren—. Con estas palabras, me doy la vuelta y lo dejo en la acera. Solo ahora siento lo húmedas que están mis manos. Lo fuerte que retumba la sangre en mis oídos.

Y cuánto me duele el corazón.



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—?Qué tal esto? — Ofelia pregunta.

Me resulta difícil controlar mis expresiones faciales para no fruncir el ce?o cuando miro los suéteres en miniatura que mi tía me muestra en la tableta. Rosa cerdito, salpicado de purpurina, absolutamente no es lo que quiero que lleven mis hijos.

—?Quizás un poco menos de rosa? — Respondo diplomáticamente, y entonces es Ofelia la que hace una mueca.

—Eres igual que tu madre. También protestó con tu ropa cuando le propuse más colores.

En las últimas semanas, revisé los álbumes de Ofelia y descubrí que mi madre tenía un gusto fantástico en lo que respecta a mi ropa y la de James.





Por lo general, se mantenían en colores neutros y combinaban perfectamente, aunque no eran idénticos. Me gustaría que mis peque?os fueran bebés igualmente elegantes.

—Mamá era muy buena en eso—, le digo.

Con un suspiro, Ofelia me quita la tableta y continúa vagando por la tienda en línea, lanzando todo al carrito probablemente en el tama?o más peque?o.

—No sé cómo puedes soportarlo—, dice finalmente, mirándome por encima de sus gafas de sol. —Yo estallaría de curiosidad si fuera tú.

—Yo también tengo mucha curiosidad. Pero es más como... una feliz expectativa.

—?Cuándo decidiste que sería una sorpresa? — pregunta. Me 230

acaricio el estómago en mi ensue?o.

—Todo el embarazo es una gran sorpresa. Cuando el doctor me preguntó si quería saber el sexo de los ni?os, pensé que sería divertido esperar. La sorpresa es en realidad el tema de todo esto.

Desde que estoy en casa de Ofelia, no siento que tenga que susurrar sobre mis hijos cada vez que hablo de ellos. Me ha ayudado a relajarme y a aceptar el hecho de que no tengo otra opción, tengo que aceptar lo que es y buscar por mí misma lo positivo. Mi tía probablemente no lo sabe, pero supongo que gracias a ella ahora, seis semanas antes de la solución planificada, no pierdo la cabeza.

Y debido a que su gusto en términos de ropa para ni?os deja mucho que desear. Todavía me siento débil al recordar los pantalones de látex verde fuerte que me mostró con un brillo en los ojos, que me pondría, en el mejor de los casos, para ahuyentar a los insectos.





—Cari?o, suena tu teléfono celular—, dice Ofelia, se?alando una peque?a mesa entre nuestras tumbonas.

Muevo las gafas de sol por encima de mi cabeza para mirar la pantalla. Cuando veo quién llama, mi corazón está en mi garganta.

Cyril.

Tomo el teléfono en mi mano y miro indecisa a la peque?a foto encima de su nombre. La tomamos en mi último cumplea?os. Cyril me abrazó y me atrajo a sí mismo. Sonrío a la lente como si fueran los momentos más hermosos de mi vida.

Me recuerda lo mucho que una vez significó para mí, y al mismo tiempo me sorprende saber de lo que es capaz y lo que hizo. Al principio no sé si responder o rechazar la llamada.

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Unos segundos más y tomo una decisión.

—?Hola?— Hablo en voz baja.

—Lydia.—Parece sorprendido, como si no esperara que respondiera.

Espero.

—?Qué... qué pasa?— pregunto.

Estoy tan sorprendida al principio, que no sé ni qué decir.

—Tienes que estar bromeando—. Finalmente suelto.

Está en silencio. Puedo oírle tomar aire en sus pulmones con fuerza, y suspira. —No tengo ni idea de por dónde empezar.

—Entonces, ?por qué llamas?— Siseo.

De repente, no puedo controlar la rabia que me ha estado enfureciendo durante semanas. No puedo soportar más estar sentada en





la tumbona. Me levanto. Puedo sentir los ojos de Ofelia sobre mí, pero no la miro. Voy al jardín y trato de controlarme.

El rociador está encendido, me alejo para que no me moje.

—Quería disculparme—, comienza Cyril.

—Un poco tarde—, digo con amargura.

—Tienes derecho a estar enojada conmigo—, asegura rápidamente.

—Lo entenderé si nunca quieres volver a hablar conmigo. Te llamé para disculparme. Yo... siento mucho todo lo que ha pasado.

Apenas trago saliva e intento controlar el ardor debajo de mis párpados. La amistad con Cyril siempre ha sido importante para mí. El hecho de que terminamos en la cama es el resultado del exceso de alcohol y un corazón roto, que quería olvidar a toda costa. Fue maravilloso, pero al mismo tiempo imprudente y tonto. Y si supiera que Cyril contaba con algo más, nunca hubiera permitido que esto sucediera.

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—Cyril, me doy cuenta de que te lastimé—, le digo con voz temblorosa. —Pero hacer algo así...

—Lo sé.

—No te importó si destrozabas la vida de alguien. Estuviste cerca de hacérselo a Ruby, perdería su lugar en Oxford. Sin mencionar lo preocupado que estaba James por este asunto.

—No lo pensé—, dice.

—?Mentira!— Estallo. Me encantaría pisotearlo a lo largo del camino, estoy tan enfadada. —Cyril, nos conocemos desde hace 18 a?os.

No haces nada sin una cabeza fría, eres como James en este aspecto.

Sabías exactamente lo que iba a pasar. Sabías cuáles serían las consecuencias.

Está en silencio y lo escucho respirar rápido.



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