—?Qué?
—Es raro verte al volante—, dice divertida. —Hasta ahora, sólo me has asociado con comer y beber en el asiento trasero de la limusina.
Ahora resoplo por lo bajo.
—Ni siquiera sabía que tenías un coche.
—Me lo regalaron cuando obtuve mi licencia de conducir—, respondo.
—Pero honestamente, pasa la mayor parte del tiempo en el garaje.
—?No te gusta?— Ruby mira dentro del coupé negro.
—Ese no es el punto—, respondo un poco tarde. —Percy nos ha estado llevando desde la infancia. No recuerdo el día en que no lo vi. Y
ahora...
—?Y ahora?
Me encojo de hombros. —Ahora ya no me lleva en coche.
—?Tienes contacto con él?— Niego con mi cabeza.
—En realidad, ?por qué no?
—Llevarnos es su trabajo. Supongo que no quiere tener nada que ver conmigo.
—?De verdad lo crees?— Está sorprendida. Me encojo de hombros.
Ruby a?ade: —Los conoce a ti y a Lydia desde la infancia. Estoy segura de que estás cerca de él, especialmente después de todo lo que ha pasado.
135
—?Eso crees?
Está buscando las palabras adecuadas por un tiempo. —Cuando me llevó a Pemwick hace unas semanas, tuvimos una peque?a charla sobre tu madre. Tenía la impresión de que su muerte fue muy mala.
Ahora no quiero pensar en ello. No, no puedo pensar en ello. No quiero que otra persona se preocupe.
Ruby me está mirando de reojo. Espero que suelte el tema tan fácilmente, pero luego pone su mano en mí, apretando la palanca de cambios.
—Debes estar cansado—, se?ala. —?Dormiste bien en el sofá?
—Muy bien—, respondo honestamente. El hecho de que apenas dormí no tiene nada que ver con el sofá.
—Si te duele la espalda, puedo dormir con Ember y tú puedes dormir en mi habitación.
Apenas puedo tragar saliva.
?Una noche en la cama de Ruby, rodeado de su aroma, entre cosas queridas para su corazón, sabiendo que solo estamos divididos por una pared? Oh no
—Me gusta mucho tu sofá—, respondo con un poco de entusiasmo exagerado. —No te preocupes por mí. Y, además, ?no es mi turno de preguntar?
—Ah sí.
Bien...
—?Tu animal favorito?
136
—Pingüino—, responde sin pensarlo un momento.
—?Pingüino?
Está asintiendo con la cabeza vigorosamente.
—Sí. Parece como si estuvieran desfilando en sus colas. Y, además, son mega románticos y monógamos si encuentran una pareja.
—?En serio?
—Sí. Es fascinante, ?verdad? Bueno, tengo que admitir que, si no encuentran un viejo compa?ero después del invierno, están buscando uno nuevo. Pero, además, son leales. Y se hacen regalos.
—?Regalos? ?Qué quieres decir con " regalos"?
—Guijarros, normalmente escondidos bajo el hielo. No es fácil de conseguir. Y por eso es una prueba de amor cuando un pingüino le da algo así a otro.
Lo miro fugazmente.
—Creo que ya sé por qué te gustan.
—Solíamos ver un documental con Ember sobre un par de pingüinos.
Ambas lloramos hasta las lágrimas.
Sacudo mi cabeza con una sonrisa.
—Ahora es mi turno.— Ruby cobra vida. —Nombra un lugar donde te gustaría que te besaran.
Ya no me río, sólo sonrío suavemente. —No es una pregunta.— Ruby suspira.
137
—?Dónde te gustaría ser besado?
—?Por tu culpa? En todas partes.
—?James!— Me amonesta, pero veo que también sonríe.
—Tengo que pensarlo.
Hay tantos lugares que quiero visitar con ella, tantas cosas que podemos hacer juntos, momentos que quiero vivir con ella en el futuro.
Cuando pienso en mi futuro juntos, mi corazón late más rápido. Lo veo claramente con los ojos de mi imaginación: Ruby y yo en nuestro apartamento juntos, y un beso, tanto cotidiano como romántico. Hay sentimientos e intimidad que se han formado a lo largo de los a?os.
Un agradable escalofrío penetra en mi mente.
Sue?o con un beso así. Pero me doy cuenta de que no es el momento de confesarle algo tan importante.
—No exagero cuando digo: en todas partes—, respondo después de mucho tiempo. —Pero no me importaría un beso en la biblioteca.
Rodeado de libros. A hurtadillas, pero en público… Sí, eso sería algo.
—Um…
—No pareces estar contenta con mi respuesta.
—No, sólo esperaba que respondieras algo como: en un yate, bajo las estrellas.
—?En un yate, bajo las estrellas? ?Hablas en serio?— Me apu?ala en el hombro en broma.
—?Cómo sé lo que tienes en mente?
—?Cuál sería tu respuesta?— Le pregunto.
Ruby piensa mucho. Puedo sentir el momento en que decide 138
responder. La atmósfera del coche cambia de un segundo a otro, de repente es mucho más espesa.
—Me gustaría que me besaras en Oxford otra vez—, dice en voz baja.
Regreso reflexivamente con mis recuerdos a nuestra noche en Oxford. Me gritó y luego se arrojó a mi cuello. Mientras se tambaleaba, caímos en la habitación, sobre la cama. Mientras tejía sus dedos en mi pelo.
Voy a explotar mis pantalones.
—Un beso en Oxford…— Apenas puedo hablar.
Sí, se?or. Decido hacer este sue?o realidad a toda costa.
12
—Aquí siempre jugamos a las escondidas—, dice James, cuando salimos del auto y seguimos el camino de grava desde el estacionamiento hacia la casa.
—Aquí puedes entrenar para el maratón—. Respondo y miro alrededor con admiración.
En el lado derecho e izquierdo hay un gran árbol con algunos cerezos, la mayoría todavía desnudos, pero en algunas ramitas se pueden ver hojas verdes. La propiedad de Ofelia es gigantesca y no mencionaré la 139
mansión que se levanta frente a nosotros. La casa, del siglo XVIII, es en muchos aspectos similar a la residencia Beaufort, también debido a los arbustos que crecen a lo largo de las paredes, pero da una impresión mucho más acogedora.