Mis pasos resuenan en el suelo de mármol y entro al restaurante.
Puedo ver a mi padre desde lejos acompa?ado de varios otros hombres, se sienta en una mesa redonda junto a un gran ventanal que da a las verdes colinas y al estanque del campo de golf.
Cuanto más me acerco, más claramente escucho sus voces. Alguien está contando un chiste, probablemente divertido, porque mi padre echa la cabeza hacia atrás y se ríe a carcajadas. Este es un sonido extra?o para mí, no lo he escuchado en mucho tiempo.
Respiro profundamente por última vez, y luego me acerco a su mesa.
Inmediatamente siento la mirada de cinco pares de ojos sobre mí. La risa de mi padre muere repentinamente.
—?Qué estás haciendo aquí?— pregunta. No deja de mirarme la barriga. De repente se empalidece mirando febrilmente a sus amigos.
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Casi espero que se levante en cualquier momento para cubrirme con él mismo.
—No he venido por ti—. Respondo con firmeza.
Estoy orgullosa del frío de mi voz, aunque mi corazón se apretó dolorosamente cuando vi a mi padre. Todavía puedo ver el momento en que arrojó mi celular contra la pared y como un loco, empezó a tirar ciegamente mi ropa en la maleta.
Reflexivamente, toco la mejilla donde me golpeó.
Creo que él también lo piensa. Puedo verlo en sus ojos, por un momento aparece un destello doloroso en ellos, pero desaparece tan pronto como aparece.
Quito mis ojos de él, miro al hombre frente a él. —Sr. Lexington, ?tiene un momento?— pregunto
El director de Maxton Hall mira entre mi padre y yo. Sin gafas, que siempre usa en la escuela, se ve completamente diferente.
—Se?orita Beaufort, si quiere hablar conmigo, informe a la secretaría por la ma?ana—, dice finalmente.
No me conformo con eso. —Este es un asunto muy urgente.
él escucha que hablo en serio porque me mira. Mira mi estómago.
Hay silencio. Aguanto la respiración Finalmente asiente. —Está bien.
Empuja la silla hacia atrás y se levanta.
Miro a mi padre que está sentado rígido, como si se hubiera tragado un palo, apretando la mano contra el cristal con todas sus fuerzas. No reacciona cuando Lexington se hace cargo y me lleva al vestíbulo.
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Me se?ala los sofás y las sillas del medio. Muevo la cabeza en la dirección opuesta. Lo que tengo que decirle, tiene que ser de pie, no será una charla amistosa.
—Tenemos que hablar sobre la suspensión de Ruby Bell—. Empiezo a mirar directamente a sus ojos grises.
Parpadea con asombro. —Se?orita Beaufort, no puedo hablar con usted sobre asuntos relacionados con otros estudiantes, creo que lo comprende.
—Cometió un gran error el lunes. Me gustaría arreglarlo —No sé de qué está hablando—. él habla con calma todo el tiempo, pero puedo ver la vena pulsando en su sien.
—No fue Ruby quien tuvo una aventura con Graham Sutton, fui yo.
—Lexington abre mucho los ojos.
—Se?orita Beaufort...— comienza, pero no dejo que lo termine.
—Si no me crees...— Pongo mis manos en mis caderas. —Aquí está tu prueba—. Me miro el estómago.
Lexington mira hacia abajo, pero vuelve a mi cara. Se aclara la garganta vigorosamente y respira profundamente.
—La se?orita Bell es claramente visible en las fotografías.
—Sí, porque las fotos fueron creadas, de hecho, Ruby y Graham estaban hablando de la fiesta.
Meto la mano en mi bolso, saco mi teléfono celular y abro las fotos que James me envió anoche. Deslizo la cámara debajo de la nariz de Lexington.
El director entrecierra los ojos y se inclina un poco hacia adelante, 154
puedo ver su expresión cambiar, cómo el escepticismo da paso a la incredulidad y la preocupación. Sacude la cabeza y se masajea el puente de la nariz con los dedos.
—Por el amor de Dios, Mortimer, ?qué has hecho? —Murmura tan silenciosamente que apenas puedo escucharlo.
—Mi padre quería protegerme—. A mi manera enferma, respondo automáticamente. No tengo idea de por qué debo defenderlo.
Lexington me mira pensativamente y le aparece un profundo ce?o en su frente. —He sido el director de esta escuela durante veinte a?os, pero nunca he visto nada como esto antes.
—Estoy lista para hacer una declaración por escrito, Graham también. Haremos todo lo posible para que Ruby pueda terminar la escuela. No debería ser castigada por nuestros errores—, le explico con entusiasmo.
Lexington asiente. —La se?orita Bell puede regresar a la escuela el lunes me pondré en contacto con su madre de inmediato.
—Siento haberte abordado este fin de semana—, agrego. —Pero no podía esperar más.
—Gracias por tu honestidad, ciertamente no es fácil—. En respuesta, solo asentí con la cabeza y le di la mano. —Feliz cumplea?os, se?orita Beaufort—, dice Lexington y me abraza con fuerza.
Y luego me doy la vuelta y cruzo el pasillo de nuevo. Afuera, suspiro de alivio y cierro los ojos por un momento, el sol me hace cosquillas en la nariz, una euforia indescriptible me llena.
Voy por el estacionamiento a los demás. Ruby, James y Graham salen del auto. Graham se apoya en el capó con las manos en los bolsillos, Ruby se acurruca con James, que le susurra algo al oído.
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Contiene su aliento y me mira con incertidumbre.
Sonrío triunfalmente.
Ruby se separa de mi hermano y corre hacia mí.
—?Soy la reina!— Grito y lanzo mis manos al aire.
Me mira con incredulidad. Los últimos pasos que doy son una carrera.
La agarro por los hombros. —Ya no estás suspendida—, le digo.
—?Imposible! — Asiento con la cabeza.
—Síiii.
—?No!— Al minuto siguiente se lanza alrededor de mi cuello. Me cubre tan fuerte que me falta el aliento. —?Gracias!— Está sollozando.
—?Gracias, gracias, gracias!— Yo también la abrazo. Cierro los ojos y disfruto de su cercanía.
Finalmente digo en voz alta lo que he estado suprimiendo. Fue la primera vez que mostré a todos mi embarazo sin avergonzarme de ello.