Save Us (Maxton Hall #3 )

—Genial, muchas gracias—, dice.

Algunas páginas cayeron al suelo, pero no me importa. Tanto como sea posible en esta posición, le devuelvo su abrazo.

—No quiero abandonar nuestra escuela—, dice con los labios acurrucados en mi chaqueta.

—Lo sé.

Me abraza aún más. La abrazo más fuerte.

—Buenos días, James.— De repente dicen detrás de nosotros. Por el momento, lo último que quiero hacer es liberar a Ruby de mis brazos, pero la voz burlona de Ember no me da otra opción. Me doy la vuelta. Su 68

hermana y su madre están de pie en la puerta. Me levanto del sofá.

—Buenos días, Helen.— Me arreglo la chaqueta. —Hola Ember.

Por un momento la sala se llena de silencio desagradable, y luego Helen da unos pasos hacia mí. Por un momento me temo que querrá pegarme. Aprieto los dientes, pero la madre de Ruby me sorprende por completo.

Me toma en sus brazos.

Al principio, no tengo idea de lo que está pasando. Helen Bell me abraza.

—Lo siento, James—, dice en voz baja. Sus palabras me dejan sin aire.

Se inclina hacia atrás, pero mantiene sus brazos todo el tiempo. Estoy rígido, como si me hubiera tragado un palo. No me puedo mover, no puedo decir una sola palabra. Recuerdo a mi madre abrazándome por última vez.





Era nuestro último cumplea?os en el desayuno. Con los brazos abiertos, se acercó a Lydia y luego a mí.

—Si hay algo que podamos hacer por ti o tu hermana, no seas tímido, háblanos abiertamente—, dice Helen. Le quito el recuerdo a mi madre.

Tenía miedo del resentimiento y la hostilidad. Que me cerraran la puerta en la cara. Y ahora la madre de Ruby me abraza y se ofrece a ayudar. A mí. Aunque en realidad fue por mí que Ruby salió de la escuela.

Apenas puedo asentir con la cabeza. No sé nada en este momento.

Todo lo que sé es que Cada vez me resulta más difícil soportar su mirada y no dejar que sus palabras signifiquen nada para mí. Tal vez de eso se trate el superpoder de Helen Bell, que lucha contra el sufrimiento con bondad.

—James me trajo algunas notas para que no me quedara atrás—, dice Ruby, y me saca del trance. Si hubiera permanecido en silencio, 69

probablemente no me habría movido hasta la noche y estaría en la sala de los Bell como una columna de sal.

Sólo cuando Helen se concentra en su hija y se acerca al sofá, consigo que el aire vuelva a entrar en mis pulmones. Me lleva un tiempo ponerme las manos a la obra y volver con Ruby, que, junto con Ember, está tomando notas del suelo.

Ember mira una de las notas y luego la desliza bajo la nariz de su hermana.

—Parece como si los hubieras hecho tú misma—, casi se ríe. La sonrisa de Ruby me atraviesa como una flecha.

—En efecto.

Me siento en el sofá de nuevo. Mi corazón sigue latiendo como loco, pero la proximidad de Ruby me hace recuperar lentamente mi paz.





—Ember, ?puedes ayudarme en la cocina?— Dice Helen, Ember voltea los ojos con cómica molestia, pero sin una palabra de oposición, sigue a su madre.

Y Ruby y yo nos quedamos solos otra vez. Sigo el camino de Helen y a Ember con los ojos.

—Tienes esa mirada como si hubieras visto un fantasma—, se?ala la divertida Ruby.

—Tu madre es... No sé cómo describirlo.— Sacudo la cabeza, me caigo en el sofá y le sonrío a Ruby.

—No estás enojado porque les dije todo, ?verdad?

—Por supuesto que no. Deberían saber la verdad.— Está respirando fuerte, con un claro alivio.

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—No estaba segura de que lo vieras así.

Asiento con la cabeza. No conozco el vínculo que Ruby tiene con su familia, no por mi propia experiencia. Pero puedo apreciarla.

—Creo que es fantástico cómo se relacionan ustedes dos. No es tan obvio que puedas contarles todo. No quería presionarte. Lo siento.

—No me presionaste. Preferí mantenerlos al margen, como he estado haciendo durante dos a?os...

Me llevo las manos a los ojos.

Me recuerda el sonido que la mano de mi padre hizo en la mejilla de Lydia.

Me acechó toda la noche, me desperté por su culpa.

—?James?— Ruby susurra.





Miro la piel tensa de mis nudillos —A veces me gustaría hacerlo también. Desearía tener una familia...

Padres con los que pueda hablar como tú puedes hablar con los tuyos.

Yo...— La voz se niega a obedecerme.

—Lo sé.— Ruby se acerca, para que nos toquemos las rodillas.

—No puedo pensar en mi padre echando a Lydia de la casa.— Respiro cada vez más rápido, mi corazón late en mi pecho, todo mi cuerpo parece demasiado peque?o para las emociones que me llenan. —No pude evitarlo de ninguna manera. No pude hacer nada, Ruby.

Pone sus manos en mis pu?os cerrados. Su toque es suave, cálido, como su voz cuando empieza a hablar.

—Nadie podría haberlo evitado. Hiciste todo lo que pudiste.

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Apenas puedo tragar mi saliva. Siento como si hubiera un millón de alfileres en mi garganta.

—Pero eso no fue suficiente de todos modos. Siento mucho, mucho lo que pasó ayer.

—Lo sé.— Responde en voz baja. Me da la mano. Levanto la cabeza para mirarla. Veo tristeza en su vista, pero también algo más. Algo que entiendo porque es bueno, familiar.

—Ahora mismo, lo más importante para mí es estar contigo y con Lydia. Eres lo más importante para mí.

Aflojo mi pu?o apretado, lo doy vuelta, tomo la mano de Ruby, la levanto suavemente hasta mi boca y pongo mis labios sobre su piel.

La mirada de Ruby se está calentando cada vez más. Más y más vida.

—Por un momento lo dudé—, admite en voz baja. —Bajo la oficina de Lexington.





Asiento con la cabeza. Yo lo veo. La incredulidad y la decepción en su vista me golpea justo en el corazón. Me doy cuenta de que he cometido graves errores en el pasado. Pero esas fotos... Eso ya no es parte de mi vida. Tales intrigas no son adecuadas para el hombre que soy ahora, o más bien para el hombre que quiero ser.

—No tenía ni idea de que todavía las tenía en mi teléfono.— Ruby asiente con la cabeza.

—No será fácil convencer a Lexington de que la verdad es diferente.

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