—?NO! —Rhett la detuvo cuando vio que empezaba a subirse la camiseta—. Bájate eso. No quiero verlo.
—Eres un aburrido. —Alice se cruzó de brazos—. De todas formas, ahora que lo pienso, no llevo.
Rhett la miró de arriba abajo, sorprendido, y luego miró hacia cualquier otro lado, más incómodo que nunca.
—?Vas a escoger una película o qué? —preguntó él impaciente.
Alice se sentó en el suelo y empezó a rebuscar entre las cintas para escoger una. Oyó a Rhett suspirar y murmurar algo para sí mismo sobre darse una ducha fría.
Alice no encontró nada que le llamara la atención, así que, mientras él seguía en el ba?o, se puso a cotillear. No tenía muchas fotografías, pero sí varios libros en una estantería peque?a. Agarró uno, volvió a sentarse en el suelo y lo hojeó. Rhett apareció unos segundos más tarde. Al verla con el libro en la mano, la miró, interrogativo.
—Soy un androide de información —explicó ella, encogiéndose de hombros y ense?ándole la portada—. Mi principal función en mi antigua zona era pasarme horas y horas en la biblioteca adquiriendo conocimientos.
—?Y solo leías... cosas científicas? —Rhett se sentó a su lado.
—No siempre. Casi todo era historia clásica, especialmente griega y romana. Como sé hablar latín y griego...
—Espera, ?sabes hablar latín y griego?
—Puedo hablarte en más de veinticinco idiomas distintos. —Ella sonrió, un poco avergonzada al ver su cara de sorpresa—. También es una de mis funciones.
—Pero... ?de qué les servía a esos científicos locos que supieras historia clásica y hablaras tantos idiomas?
—Cada androide tenía una función programada —le explicó, cerrando el libro—. La mía era asegurarme de poder contar la historia clásica humana a cualquier persona en la mayor cantidad de idiomas posibles por si alguna vez se perdía ese conocimiento. Era una forma de preservar esos datos.
Rhett la miró fijamente con una expresión que ella no supo identificar, así que tragó saliva y siguió hablando.
—Sé hablar latín, griego clásico, francés, ruso, espa?ol, inglés, italiano, chino... Está en mi programación y...
—No hables así.
—?Cómo?
—Sobre tu programación. —Rhett apartó la mirada, algo incómodo—. Si sigues diciendo eso, te convencerás a ti misma de que no eres humana.
—Rhett, no lo soy.
—?Por qué no? ?Porque lo digan cuatro idiotas?
—No, porque... funciono gracias al núcleo de mi estómago.
—?Y a quién le importa?
—A los de esta ciudad, por ejemplo. —Su humor decayó un poco—. Y yo estoy empezando a pensar como ellos, la verdad.
—No digas eso. —Rhett frunció el ce?o.
—Es la verdad. Lo que no entiendo es por qué le das tú tan poca importancia.
—Porque no la tiene. A mí me da igual que un núcleo te mantenga viva... o lo que sea que hicieran para que existieras. Eres más humana que la mayoría de las personas que conozco, y eso es lo único que me importa.
Ella se quedó quieta un momento. No esperaba que dijera eso. Parecía incómodo, como si lo hubiera soltado sin pensar. Alice sintió un hormigueo extra?o que empezó en su estómago y terminó extendiéndose por todo su cuerpo. Sin darse cuenta, se acercó un poco más a él y Rhett no se apartó.
Así que, sin pensarlo dos veces, terminó de acortar la distancia entre ellos y lo besó.
él se quedó de piedra, pero ella no se detuvo. Recordó las películas y los consejos de Trisha. Estaba tan nerviosa que era difícil obedecerlos con precisión. Tenía una mano en su hombro y otra apoyada en el suelo. Mantuvo los labios sobre los suyos, pero Rhett no se movió.
De hecho... No, no se movía.
Ay, no.
Se separó al cabo de unos segundos, tragando saliva, y esperó. Rhett la miraba fijamente.
Ay, no, no, no.
?Y si no había hecho lo correcto?
?Ay, no!
?Y si se había precipitado?
Empezó a ponerse muy nerviosa, allí sentada, en el suelo junto a él.
Seguro que lo había estropeado todo. Seguro que a partir de ese momento no...
Rhett interrumpió el hilo de sus pensamientos. Le puso una mano en la nuca y la arrastró de nuevo hacia él para besarla. Alice abrió mucho los ojos, sorprendida.
Vale, ?y ahora qué se hacía?
?No se podía creer que ella, la androide 43, estuviera besando a alguien! Unos meses atrás, había entrado en pánico solo por un roce de manos. Y ahora estaba besándose con Rhett. Y no se arrepentía. Ni un poquito.
Esos primeros segundos fueron de pánico absoluto, pero después sintió que su cuerpo se relajaba y se atrevió a mover las manos hasta la nuca de Rhett, olvidándose por completo de los consejos de Trisha, de las películas y de cualquier cosa que no fuera lo que estaba sucediendo en esa habitación. Sus dedos se enredaron entre los cortos mechones de pelo del chico y, al tirar ligeramente de ellos, sintió la respuesta inmediata en el cuerpo de Rhett, que pegó bruscamente su pecho al suyo.
El impulso hizo que ella cayera torpemente hacia atrás y hubiera un momento de silencio cuando abrió los ojos, ahora tumbada en el suelo. Sin embargo, no le dio tiempo a pensarlo antes de sentir que él clavaba un codo junto a su sien y se inclinaba para besarla otra vez, aunque ahora de forma distinta. Mucho menos controlada. Alice empezó a sentir que la cabeza le daba vueltas cuando acarició sus bíceps. Tuvo la respuesta que buscaba al instante, porque él se inclinó todavía más y...
... y justo en ese momento llamaron a la puerta.
Alice dio tal respingo que, sin pensarlo, sintió que su mandíbula se contraía y... Ay, no.
Horror.
Le mordió el labio a Rhett con tanta fuerza que escuchó su gru?ido de protesta casi al mismo tiempo que ella se quedaba paralizada.
Oh. No.
Se apartó tan bruscamente, asustada, que el pobre Rhett también se llevó un codazo en el estómago sin querer.
?Oooh, noooooo!
??En qué momento habían pasado de estar besándose a tener a Rhett con una mano en el estómago y la otra en el labio?!
—?Mierda! —soltó Alice sin poder contenerse—. ?La única norma!
Trisha iba a reírse mucho cuando se lo contara.