—Tu padre... ?no era bueno contigo?
—?Bueno? —Rhett alzó las cejas—. No era ni bueno ni malo. Nunca me trató especialmente mal, pero es que tampoco estaba mucho en casa. Para él solo existía su trabajo. Algo bueno saqué.
—?El qué?
—Bueno, me ense?ó todo lo que sé de entrenamiento militar, armas, disciplina... —Se encogió de hombros—. Pero esa fue toda su función. Nunca lo percibí como un padre. En casa, siempre estábamos mi madre y yo. Y no...
Se cortó a sí mismo cuando se dio cuenta de lo que estaba diciendo. Sí, lo hacía mucho, y cambiaba de tema disimuladamente. Cuando lo hacía, Alice se contenía para no seguir preguntando. Por mucha curiosidad que tuviera, no quería forzarlo a contarle cosas que no quisiera revelar realmente.
Como él se había quedado en blanco, Alice decidió hacerle un favor y cambiar de tema.
—?Puedo preguntarte algo?
Rhett enarcó una ceja, curioso.
—Claro que sí.
—?Tú y Deane...? ?Alguna vez...?
Dejó la pregunta en el aire, sintiendo que sus mejillas se calentaban.
Rhett, por su parte, se limitó a mirarla fijamente unos segundos, como si no terminara de entender a qué se refería. Sin embargo, cuando lo comprendió, hizo una mueca y se incorporó sobre los codos.
—?Qué...? Pues claro que no. —Casi se estaba riendo, incrédulo—. ?Quién te ha dicho eso?
—Nadie —le aseguró.
—?Y por qué me lo preguntas? —quiso saber confuso.
—El otro día discutí un poco con ella. —Alice jugó con un hilo suelto de su camiseta, algo nerviosa—. Puede que..., mmm, puede que le insinuara que estaba celosa.
—?De qué?
Alice notó que su cara se volvía completamente roja mientras seguía manoseando el hilo.
—De que tú y yo... nos llevemos bien.
Rhett se quedó en silencio.
Oh, odioso y sepulcral silencio.
Al cabo de unos segundos, Alice se tragó su propia vergüenza y levantó la cabeza. Lo encontró conteniendo una risotada con todas sus fuerzas.
—?Tú le dijiste eso? ?A Deane?
—Eeeh..., sí.
—Joder, y yo me lo perdí. —Se dejó caer en la cama y se pasó las manos por la cara—. No me lo puedo creer.
—Pero ?ella prácticamente lo admitió!
—Bueno, puede estar celosa de lo que quiera. —Rhett sonrió—. Nunca me he acercado a ella de esa forma.
—?Y ella a ti?
—En una cena de Navidad se puso un poco... borracha. Se insinuó, pero pensé que era solo porque estaba bebida. Nunca creí que a día de hoy pudiera seguir... En fin. —Negó con la cabeza—. Ignora a Deane. No necesita excusas para odiar a medio mundo.
Y esa fue su conclusión.
Alice siguió visitándolo las noches siguientes y, pese a que le sacó algo más de información de su padre —y ella le contó cosas del suyo—, se dio cuenta de que Rhett se desanimaba bastante al hablar de él. Sin embargo, su expresión se iluminaba cuando el tema de conversación era su madre. A ella le encantaba coleccionar objetos antiguos. De ahí la afición de Rhett a las cosas viejas, como su iPod, o al cine, pues había heredado su colección de películas.
—Esta era su favorita —murmuró cuando Alice escogió la que quería ver.
La chica abrió mucho los ojos cuando leyó la sinopsis.
—?El protagonista se llama como tú, Rhett!
—Sí, lo eligió por eso. —él sonrió de lado—. Te lo dije cuando estuvimos en el claro.
—Me gusta tu nombre. Es bonito.
—Muchas gracias por la valoración.
—De nada —dijo alegremente.
—En realidad, primero quiso ponerme Rick —murmuró él, rascándose la nuca.
—?Por el protagonista de la película que vimos en blanco y negro?
—Sí.
—Yo en otra vida me llamaría Alicia.
Lo dijo sin pensar, y cuando hubo acabado de hacerlo, levantó la cabeza y miró a Rhett con precaución, asustada. él solo parecía divertido.
—Pero... es el mismo nombre, ?no?
Ella se encogió de hombros.
—?Cuál me pondrías tú?
él lo pensó un momento.
—Mia, como la de Pulp Fiction... Leia, como la de Star Wars... Ellen, como la de Alien... No sé, hay muchos.
Alice leyó la carátula antes de mirarlo de reojo.
—Es entra?able que te guste tanto el cine. Es, de alguna manera, tenerla presente, ?no?
—Supongo que sí. De peque?o siempre me ponía sus películas favoritas, y los clásicos. —Arrugó la nariz, como si le incomodara pensar en lo que iba a decir—. Incluso quise ser director de cine. O cámara. Algo que me hiciera formar parte de ese mundo que ella tanto amaba.
—?Qué hace un director de cine?
—Básicamente, es el que dirige la película.
—Mmm... —Ella le sonrió por encima de la carátula—. Eso de dar órdenes podría ir muy bien contigo.
—Intentaré tomarme eso como un cumplido.
—Lo es —murmuró ella, mirando la carátula otra vez—. Por algún motivo que no entiendo, me gustas cuando te pones mandón.
Rhett soltó una risa divertida.
—Pues debo de gustarte todo el tiempo.
—Veo que me has entendido.
Alice le devolvió la película para que la pusiera. Rhett tardó unos segundos en hacerlo. Cuando se puso de pie, a Alice le dio la sensación de que se le habían enrojecido las orejas.
En fin, a Rhett le gustaba hablar de su madre. Esa había sido su conclusión.
Alice se había dado cuenta hacía tiempo de que la echaba de menos, pero no había preguntado qué le había pasado. No estaba segura de si él estaba preparado para hablar de ello. Le daba la sensación de que Rhett era de esas personas que se guardaban las cosas para sí mismas y las decían solo cuando se sentían seguras.
Aun así, estaba encantada escuchándolo hablar de ella.
—?A qué se dedicaba tu madre? —preguntó.
—Era pintora —murmuró Rhett, mirando distraídamente la película.
—?Pintora?
—Sí. Ya sabes. Lienzos, pinceles... Le encantaba.
—Nunca creí que eso pudiera ser una profesión.
—Pues lo era. Antes. —Sonrió—. Lo que más le gustaba era hacer retratos.
—?Qué es eso?
—Pintar a una persona.