—No estoy acostumbrada a...
—Bueno, hasta donde yo sé, ahora esta es tu zona. —Hizo una pausa, soltando la nariz de Alice, que ya no sangraba—. ?Quieres quedarte eternamente con los principiantes? ?Es eso?
—No... Yo no...
—?Eso es a lo máximo que aspiras? ?A dejar que te golpeen sin hacer nada para impedirlo?
—?Intento hacer algo! —le espetó ella—.Pero... ?es imposible!
Alice estaba tan frustrada que le temblaban las manos, pero, de nuevo, a él no pareció importarle. Solo la seguía mirando con una ceja enarcada.
—No es imposible —le aseguró.
—Sí, sí lo es.
—Quizá para ti sí.
Eso la dejó descolocada por un momento.
—?Cómo dices? —le preguntó en voz baja.
—Digo que eres peque?a, demasiado delgada y dudo que tus músculos puedan aumentar más de dos centímetros, que no es mucho. No sobrevivirías ni un día tú sola ahí fuera. De hecho, no sé por qué sigues viviendo aquí. No has aprendido absolutamente nada. Y todo porque te das por vencida incluso antes de empezar.
Alice notó que sus pu?os se apretaban inconscientemente. Le ardía la garganta y le escocían los ojos. Era una sensación extra?a. Nunca había llegado a ese nivel de intensidad en sus sentimientos.
—Eso no es cierto —le dijo en voz baja, temblorosa—. ?He aprendido cosas!
—?Como qué? ?A ser el saco de boxeo de los demás?
—Eso no es justo.
—La vida no es justa, ya es hora de que vayas asumiéndolo.
—Eres un...
Se cortó a sí misma. Incluso con el cabreo que tenía encima, sabía que debía andarse con cuidado. Seguía siendo su instructor.
Pero Rhett pareció bastante interesado en el tema.
—?Qué soy?
—Nada —espetó furiosa.
—?Ibas a insultarme, principiante?
—No.
—?Estás enfadada?
—?No!
—Yo creo que sí.
—?Pues sí, lo estoy, estoy furiosa! —explotó—. ?Y tú no ayudas en nada!
Hubo un momento de silencio. Casi creyó que Rhett iba a enfadarse todavía más, pero, para su asombro, se limitó a inclinarse sobre ella.
—Si tan enfadada estás, levántate y descárgalo contra tu oponente en lugar de lloriquear, quejarte y rendirte sin siquiera intentarlo.
Dicho esto, dio un paso atrás e hizo una se?a a Trisha, que volvió a acercarse a ella con los pu?os preparados. Alice estaba medio desorientada por lo furiosa, avergonzada y humillada que se sentía. No era cierto. Ella no era así. No se daba por vencida antes de intentarlo. Ella no...
Recibió un empujón de Trisha que hizo que estuviera a punto de volver a caerse. Y eso fue la gota que colmó el vaso.
Algo se removió en su interior. Como si hubiera alcanzado un límite. No supo muy bien si era de furia o de adrenalina —o de ambas—, pero sí que no iba a seguir aguantando que la golpearan sin más.
Vio el pu?o de Trisha justo a tiempo. Lo esquivó moviendo el cuello. La chica pareció sorprendida por un momento, pero se recuperó enseguida. De hecho, hizo ademán de darle una patada, pero se detuvo cuando vio que Alice ya estaba preparada para bloquearla, tal como le habían ense?ado. Volvió a retirar la pierna, observándola, y se quedó en una posición defensiva, como si no supiera por dónde quería intentar atacarla esa vez.
Bien, primera defensa hecha. Ahora solo le quedaba otra y el ataque.
Por favor, que saliera bien.
Trisha le lanzó un pu?etazo a la cara y Alice se escuchó a sí misma ahogar un grito cuando lo esquivó justo a tiempo. Pasó tan cerca de su mejilla que rozó su pelo. De hecho, lo vio tan cerca que sin pensarlo enganchó el brazo de Trisha con el suyo para detenerlo e hizo uno de los ejercicios que habían practicado un rato antes; aprovechó la fuerza que su compa?era estaba usando para intentar liberarse para impulsarse hacia atrás y darle un codazo en el estómago.
Trisha retrocedió cuando consiguió liberar su brazo, tosiendo y sujetándose el estómago.
Y, entonces, Alice se dio cuenta del silencio que la rodeaba. No era de miedo ni de alegría. Era de perplejidad. Miró a su alrededor, confusa, y no lo entendió hasta que vio que Trisha había puesto un pie fuera del cuadrilátero. ?Eso quería decir que había ganado?
?Ella? ?Alice? ?La androide inofensiva? ?Había ganado un combate?
Seguía con la respiración acelerada cuando miró a los demás, esperando una reacción. Todo el mundo estaba en silencio, con la boca abierta —menos Rhett, que solo la miraba con una expresión extra?a—. Alice tragó saliva, incómoda, y se preguntó si una victoria así era menos valiosa que una normal y por eso no reaccionaban.
Pero entonces, menos mal, Jake empezó a aplaudir con entusiasmo. Dean y Saud lo siguieron y unos cuantos más del grupo se unieron a ellos. Alice sonrió un poco, todavía mareada, y vio que Rhett ponía los ojos en blanco.
—Esto no es un maldito circo, no hace falta aplaudir —dijo, negando con la cabeza—. Venga, otra pareja al cuadrilátero. Ahora.
Alice volvió con sus compa?eros acompa?ada del silencio incómodo que se formó tras las palabras del guardián. Se quedó en su lugar habitual, que era entre Jake y Dean, justo detrás de Rhett. Tanto ellos dos como Saud le dieron la enhorabuena, entusiasmados, y le dijeron que lo había hecho genial. Alice dejó que la sacudieran, ella también se sentía feliz.
Cuando las otras dos chicas salieron del cuadrilátero y entraron Saud y Dean, Alice aprovechó para intentar calmarse. Seguía acelerada y sudorosa. Se pasó las manos por la cara, apartando los mechones de pelo que se le habían pegado a la frente, y apenas en ese momento se dio cuenta de que Rhett se había colocado disimuladamente en el sitio que Dean acababa de dejar vacío.
Alice lo miró de reojo, sorprendida, pero él no le devolvió la mirada. Jake estaba tan ocupado animando a Dean y Saud, que peleaban de forma bastante amistosa, que ni siquiera se dio cuenta del pesado silencio que se había creado a su lado.