Ciudades de humo (Fuego #1)

—?Está bromeando! —gritó Jake en el instante en que vio que Rhett apretaba los labios.

Alice no entendió el pánico momentáneo, pero aun así se dejó arrastrar cuando Jake tiró bruscamente de ella para volver a ponerse a correr en dirección opuesta al instructor.

Cuando terminaron, se colocaron por parejas. Alice parpadeó, sorprendida, cuando Trisha se detuvo delante de ella sin decir una palabra. Tenían que practicar golpes, así que estaba un poco asustada ante la perspectiva de que la chica le diera uno que la dejara más torpe de lo que ya estaba.

Pero Trisha no fue desagradable. De hecho, incluso la ayudó a mejorar su postura. Y le ense?ó a golpear con más fuerza, moviendo la cintura.

Eso sí, no cambió su mala cara en toda la práctica.

Alice casi estaba feliz cuando, de pronto, notó que alguien se detenía detrás de ella y supo, automática e inexplicablemente, que era Rhett. Sabía lo que significaba eso.

—Vosotras dos —les dijo—. Al cuadrado. Vamos a empezar con los combates.

Aquel chico quería que Alice muriera, seguro.

Tragó saliva. No se esperaba empezar tan rápido. Había albergado la esperanza de tener tiempo de mentalizarse, al menos. Trisha se colocó, como cada día, delante ella y Alice intentó no parecer demasiado débil, incluso con el cuerpo dolorido todavía por la pelea del día anterior.

Bueno, Trisha ya no parecía tan simpática como antes, así que supuso que habían vuelto a la rutina de siempre.

Su compa?era fue la primera en moverse, y Alice recordó las palabras de Shana. Tenía que tirarla al suelo de alguna forma. Defensa, defensa, ataque. Pero decirlo era muy sencillo, claro. Ejecutarlo, en cambio...

Bueno, su principal objetivo era no terminar con nada roto. Si lo conseguía, ya estaría satisfecha.

Esquivó el primer golpe, pero la patada que lo siguió le acertó en el estómago. Alice se dobló sobre sí misma y, antes siquiera de poder recuperar el aliento, esquivó la segunda por poco. Se movió hacia el otro extremo del cuadrado y Trisha la siguió. Alice, a la desesperada, trató de lanzar un golpe, que, obviamente, no tocó a su oponente. De hecho, esta lo esquivó con una facilidad absurda.

Quizá si salía del cuadrado fingiendo que era sin querer...

Vale, ?no!

Para empezar, no podía hacer eso. Luego se sentiría decepcionada de sí misma.

Y, además, seguro que Rhett la mataría solo por intentarlo. Por mucho que Jake insinuara que no era cierto, se enfadaba con ella a menudo.

No es que le tuviera miedo, ?eh? Era solo que..., bueno, mejor no poner a prueba su paciencia o la tendría corriendo alrededor del campo un día entero.

Su mente se quedó en blanco por unos segundos cuando Trisha le dio un pu?etazo en la nariz. Había aprovechado su distracción. Alice retrocedió, sujetándosela con las manos. Empezó a sangrarle casi al instante.

Solo la perspectiva de que ese líquido caliente y cada vez más abundante que le salía entre los dedos fuera su propia sangre hizo que empezara a marearse. Iba a vomitar. Ay, no. Iba a vomitar e iba a quedar en ridículo. No solo sería una mala alumna, una mala luchadora y una mala corredora, también sería la vomitona de la clase.

Cuando dio un traspié, notó que alguien la sujetaba por los hombros para que no se cayera hacia atrás. Los guantes delataron que era Rhett. Pero Alice no pudo sostenerse y terminó cayendo de rodillas al suelo de todas formas.

Pareció que Trisha iba a acercarse, pero se detuvo en seco cuando Rhett le hizo un gesto con la mano.

—Al otro lado del cuadrilátero —la advirtió, rodeando a Alice para agacharse delante de ella.

Esta, por su parte, tenía los ojos clavados en el suelo, humillada. Casi se sentía como si reviviera su sue?o, ese en el que le rompían las cosas de las orejas y todo el mundo se reía de ella. Ahora nadie se estaba riendo, pero seguro que estaban a punto.

—Creo que eres la única persona que conozco que empeora cada vez que entrena —murmuró Rhett.

Alice no pudo evitarlo y lo miró, furiosa.

—?Eso debería hacerme sentir mejor?

Encima, su voz era nasal porque se estaba tapando la nariz. Todo mal.

—No particularmente. —Rhett se inclinó un poco más—. Déjame ver la herida.

Alice se quitó las manos y notó que el dolor se evaporaba por un peque?o segundo cuando Rhett la sujetó del mentón para revisarle la nariz.

Miró a Trisha por encima de su cabeza. Ya no parecía querer asesinarla lentamente, como antes. De hecho, le pareció ver un destello de culpa en sus ojos.

Entonces, Alice dio un respingo al notar que Rhett le apretaba un lugar exacto del puente de la nariz y le pasaba el guante de la otra mano por la boca para quitarle la sangre. Su respiración se aceleró cuando notó el cuero en los labios, pero él ni siquiera pareció darse cuenta.

—Puedo hacer que deje de sangrar —le dijo en voz baja, para que solo ella pudiera oírlo—, pero... si lo hago vas a tener que volver al combate.

La perspectiva definitivamente no era la mejor, pero Alice no dijo nada.

—Si dejo que siga sangrando —siguió—, tendré que mandarte con Tina y te librarás del entrenamiento.

Entendía a lo que se refería. Le estaba dando la opción de rendirse. Era muy tentador, pero ambos sabían que sus compa?eros no lo olvidarían fácilmente.

—?Y bien? —Rhett enarcó una ceja—. ?Quieres seguir o te mando al hospital?

Alice lo tenía claro, pero para disimular y hacerse la valiente se encongió de hombros.

—No lo sé.

él chasqueó la lengua. Es decir, que el sonidito de desaprobación confirmó que la respuesta no era la que estaba esperando.

—Así que te has rendido —dedujo.

Alice frunció el ce?o.

—No me he...

—Llevas aquí el tiempo suficiente como para haber aprendido a dar, al menos, un pu?etazo decente.

—En mi zona no...

—Me importa una mierda tu zona.

Normalmente, ese tono de voz la habría sorprendido, pero en ese momento estaba tan frustrada que se limitó a dejar que el enfado fuera creciendo. ?Estaba sangrando y a él ni siquiera le importaba!

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