Ciudades de humo (Fuego #1)

Al día siguiente, cuando se dirigió a su mesa, se sorprendió al ver que Trisha estaba sentada con Dean, Jake y Saud, quienes la observaban con cierta confusión. La chica comía sin mirar a nadie en concreto.

Nunca la había visto comiendo en compa?ía. De hecho, nunca la había visto con nadie.

—Debes de tener hambre —bromeó Jake al ver a Alice.

—No tiene gracia —se enfurru?ó ella—. Ayer no pude probar bocado apenas.

—?Por qué no? —le preguntó Trisha, frunciendo el ce?o.

—Porque el lunático de mi instructor vino a busc...

—Principiante.

Cuando escuchó el timbre grave pero burlón de una voz ya conocida, le entraron ganas de meter la cabeza en el plato de puré y ahogarse en él.

Alice miró a Rhett casi con desesperación.

—?Hace dos días que solo como por la noche!

—Pues bienvenida al club. Venga, vámonos.

él empezó a andar sin esperarla. Alice dejó la bandeja sobre la mesa para seguirlo, frustrada. Al instante, escuchó cómo alguien tiraba de la bandeja, arrastrándola por la mesa. Se volvió y se encontró con la sonrisa de Jake.

Rhett lideró el camino por la ciudad con un humor bastante más alegre que al que la tenía acostumbrada. Alice decidió no preguntar al respecto para no arruinárselo.

Al final, volvieron a la casa de tiro. Como la vez anterior, él dejó las llaves y fue a buscar un arma a la sala contigua.

Solo que esta vez, cuando volvió, sus labios emitían un ruido extra?o y agudo. Alice no pudo aguantarse las ganas de preguntar.

—?Cómo haces eso?

—?El qué? —preguntó él distraídamente.

—Tu boca... hacía un ruido raro.

Rhett pareció ligeramente confuso.

—Estaba silbando.

—?Silbando? —repitió, como si lo analizara.

—Ya sabes... música.

—He... leído sobre ella —murmuró Alice—. Me pasaba muchas horas estudiando en mi zona. Pero no era capaz de imaginarme cómo era exactamente.

él empezó a reírse.

—Vale, doy gracias a Dios por haber nacido en un lugar diferente al tuyo.

Estuvo a punto de preguntar algo sobre ese dios, pero se contuvo. En lugar de eso, se quedó mirando fijamente el arma enorme que transportaba Rhett. Se la puso en las manos y se aseguró de que la sujetaba bien antes de soltarla, aunque lo cierto era que no pesaba tanto como la del día anterior.

—Esa preciosidad —se?aló él— es un fusil de francotirador.

Alice lo miró, confusa por la elección de palabras.

—?Preciosidad?

—?Tampoco sabes lo que es?

—Es un adjetivo.

Rhett puso los ojos en blanco. Lo hacía mucho cuando estaba con ella. Después, empezó a colocar el material que iban a utilizar.

—A ver..., el paisaje que se ve desde lo alto de la colina te puede parecer una preciosidad, o una puesta de sol, o pensar en este mundo antes de la guerra... —La miró de reojo unos instantes—. Para mí esta arma o tu trasero también son una preciosidad.

Ella se miró a sí misma. ?La había insultado?

?Qué tenía que ver su culo con un arma o una puesta de sol? ?Por qué los humanos eran siempre tan raros?

él empezó a reírse cuando vio que no lo comprendía y volvió a la sala contigua. Alice, por su parte, aprovechó el momento para mirarse el trasero.

—No le des más vueltas —le recomendó Rhett al volver.

—Entonces, no me digas cosas así.

—Es que es muy divertido ver la cara que pones.

—Pero... ?es que nadie habla normal aquí?

—La que no eres normal eres tú —respondió el guardián, negando con la cabeza y sonriendo. Luego, le entregó un objeto.

—Esto se llama soporte. Puede que más adelante no lo utilices tanto, pero ahora mismo es importante que lo tengas. Este fusil sirve para avistar a un enemigo desde lejos, así que el más mínimo movimiento lo jodería todo. Esta vez te lo montaré yo para que veas cómo se hace. Vamos fuera.

Lo siguió hacia el exterior. Rhett colocó todo cuidadosamente encima de una mesa de madera y empezó a trabajar.

—?Puedo preguntarte algo? —Sonrió Alice.

él no la miró, la chica se percató de su expresión de hastío.

—Supongo que no puedo negarme —aceptó él, al final.

—?Cómo es que tenéis tantas armas y munición y tan poca comida?

—Ah, eso. —Rhett levantó la cabeza y pareció sorprendentemente contento con la pregunta—. A Max se le da bien arreglar y encontrar armas. Te sorprendería saber en cuántos sitios distintos es capaz de esconderlas la gente. Y con la munición igual. Es fácil hacerte con ella si sabes dónde buscar. La comida, en cambio... Aquí no se puede plantar nada. Y apenas hay animales. Así que, básicamente, lo que comemos es lo que negociamos con los de las caravanas a cambio de munición y armamento.

A Alice le sorprendió recibir esa respuesta tan extensa. Casi esperaba que le dijera que no era su problema.

Sin embargo, para su asombro, Rhett sonrió un poco.

—Eres observadora, ?eh? Eso está bien —murmuró distraídamente—. Me gusta la gente observadora.

No esperó respuesta. Volvió a lo suyo sin prestarle más atención, pero Alice estaba paralizada de pies a cabeza.

?Acababa de decirle algo bueno?

?Rhett? ?A ella?

?Se encontraba bien? ?Se había golpeado la cabeza antes de verla y por eso estaba tan simpático?

Intentó volver a centrarse y decir algo coherente, aunque al final solo le salió: —Gracias.

Rhett le echó una ojeada silenciosa, sin responder.

A partir de entonces, ella lo observó con más atención. Se fijó en que volvía a llevar los guantes de cuero con los dedos cortados. Se preguntó si no tendría calor. También aprovechó el momento para mirar la cicatriz que tenía en la cara, que estaba en el perfil al que tenía más acceso visual en ese momento.

Parecía bastante profunda. Se preguntó qué clase de arma —y de persona— habría podido hacerle algo así.

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