Antes bruja que muerta

—Tulpa —susurré, la oí en mi mente además de con el oído. La palabra elegida no tenía importancia. Lo importante era construir la asociación entre la palabra y las acciones. Por lo general se utilizaba el latín porque así no era muy probable que se dijera sin querer y se disparara el hechizo por error. El proceso era idéntico al del círculo instantáneo que había aprendido a hacer. La palabra ?tulpa? no era latín (apenas si llegaba a la categoría de pertenecer a nuestro idioma) ?pero con qué frecuencia se utilizaba en una conversación?

 

Más rápido esa vez, la energía de la línea encontró mi cercado y lo llenó. Busqué la mirada de Ceri y asentí para que me enviara más. Con los ojos verdes muy serios bajo la luz tenue de la lámpara de calor de mi escritorio, me devolvió la mirada. Se me escapó el aliento y se me desdibujó el foco cuando Ceri subió el nivel y un destello de calor me hizo cosquillear la piel.

 

—Tulpa —susurré con el pulso acelerado.

 

La nueva fuerza encontró la primera. El círculo de protección esférica que tenía en el subconsciente se expandió para acogerla. Una vez más, mi foco quedó despejado y miré a Ceri con un asentimiento. Parpadeó cuando le pedí más con un gesto; no pensaba permitir que Al me dejara fuera de combate con una sobrecarga de fuerza.

 

—Estoy bien —dije, y luego me puse rígida, me palpitaba la piel magullada alrededor del ojo, me ardía con la sensación de una quemadura y eso a pesar del amuleto para el dolor—. Tulpa —dije y me hundí un poco cuando se desvaneció el calor. ?Ves?, le dije a mi agotado cerebro. Es una ilusión. En realidad no estoy ardiendo.

 

—Ya es suficiente —dijo Ceri con aire incómodo pero yo levanté la barbilla. El fuego había desaparecido de mis venas, pero estaba agotada y me temblaban los dedos.

 

—No quiero irme a dormir esta noche hasta que pueda contener lo que me metió ese demonio —contesté.

 

—Pero, Rachel… —protestó y yo levanté una mano poco a poco para negarme.

 

—Va a volver —dije—. No puedo enfrentarme a él si me estoy retorciendo de dolor.

 

Asintió con la cabeza y la cara muy pálida y yo me sacudí cuando me envió más.

 

—Oh, Dios —susurré y después dije mi palabra desencadenante antes de que Ceri pudiera parar. Esa vez sentí el flujo de energía que me atravesaba como una corriente de ácido y seguía los nuevos canales, atraída por mi palabra en lugar de encontrar el camino a la burbuja sin querer. Levanté la cabeza de repente. Me quedé mirando a Ceri con los ojos muy abiertos y el dolor se desvaneció.

 

—Lo has conseguido —dijo, y parecía casi asustada allí sentada, delante de mí, con las piernas cruzadas.

 

Tragué saliva y oculté las rodillas para que no viera cómo me temblaban.

 

—Sí.

 

Ceri sostuvo la taza en su regazo sin parpadear.

 

—Suéltala. Tienes que volver a centrarte.

 

Me había rodeado con los brazos sin darme cuenta. Me obligué a bajarlos y exhalé. Soltar la energía que se entretejía en mi cerebro parecía más fácil de lo que era en realidad. Tenía suficiente fuerza en mi interior como para mandar a Ivy al condado de al lado. Si la energía no regresaba a mi chi y después a la línea por los suaves canales labrados que Ceri había estado grabando en mi sistema nervioso, me iba a doler de verdad.

 

Me preparé, rodeé la burbuja con toda mi voluntad y apreté. Contuve el aliento, a la espera del dolor, pero la energía de la línea luminosa regresó sin contratiempos a mi chi y después a la línea, la adrenalina derrochada me dejó temblorosa. Con un alivio enorme, me aparté el pelo de los ojos y clavé la mirada en la de Ceri. Me sentía fatal: cansada, exhausta, sudorosa, estremecida… pero satisfecha.

 

—Estás mejorando —dijo y esbocé una débil sonrisa.

 

—Gracias. —Cogí la taza y tomé un sorbo de café frío. Seguramente iba a pedirme que sacara la energía de la línea yo, sin ayuda de nadie, y todavía no estaba lista—. Ceri —dije, me temblaban los dedos—. Teniendo en cuenta los beneficios, esto no es tan difícil. ?Por qué no lo sabe hacer más gente?

 

Ceri sonrió y su figura, oscura a la sombra de la lámpara, adoptó un aspecto sabio.

 

—Lo saben en siempre jamás. Es lo primero, no, lo segundo, que se le ense?a al nuevo familiar.

 

—?Qué es lo primero? —pregunté antes de recordar que, en realidad, tampoco quería saberlo.

 

—A dejar morir la voluntad —dijo y sentí que mis rasgos se endurecían, era odioso aquel modo casual que tenía de decirlo—. Fue un error permitirme escapar sabiendo que podía ser mi propio familiar —dijo—. Al me mataría si pudiera para taparlo.

 

—?No puede? —dije, de repente tuve miedo de que el demonio lo intentara. Ceri se encogió de hombros.

 

—Quizá. Pero tengo mi alma, por negra que sea. Y eso es lo que importa.

 

—Supongo. —No entendía la actitud desde?osa de mi amiga, claro que yo tampoco había sido familiar de Al durante todo un milenio—. Yo no quiero ningún familiar —dije, me alegraba de que Nick estuviera muy lejos y no pudiera sentir nada de aquello. Estaba segura de que si estuviera lo bastante cerca, habría llamado para asegurarse de que yo estaba bien. Creo.

 

—Lo estás haciendo muy bien. —Ceri tomó un sorbo de té y miró las ventanas oscuras—. Al me dijo que a mí me llevó tres meses llegar adonde tú estás.

 

La miré, conmocionada. Era imposible que yo fuera mejor que ella.