Tras buscar el archivo, Artie me pidió que nos sentáramos juntas para ver las imágenes. Intrigada a un nivel que me tenía moviendo el pie compulsivamente contra el suelo, miré.
La grabación apareció en la pantalla. Se veía a color, pero con esa calidad característica de las cámaras de vigilancia. Apuntaba a una fila de mesas con ordenadores algo pasados de generación y una impresora. Frente a uno de los ordenadores estaba sentada una chica. Su cabello era rojizo, rizado y muy largo. Sus rasgos faciales no eran completamente claros, pero se captaba un rostro con forma de corazón, nariz peque?a y labios carnosos. Sospeché que Dash hubiera dicho: ?Es una diosa de piel caramelo?. Sin embargo, lo que más resaltaba era su expresión, porque parecía muy nerviosa. Estuvo un momento moviendo el ratón ansiosa, después se levantó de la silla y, con prisas, fue hacia la impresora. Esperó un instante a que la impresora le diera una hoja y a continuación corrió hacia su silla de nuevo, hizo algo en el ordenador y cogió su mochila. Se la puso muy rápido mientras miraba a todas partes. Finalmente se fue.
Artie cerró la ventana del vídeo y quitó el USB del portátil.
—Esa era Eli el día antes de que no se la volviera a ver más —me informó, mirándome ahora con inquietud—. ?Notaste algo importante?
—Pues que tenía cara de asustada, que imprimió algo con mucho nerviosismo y que luego se fue corriendo —resumí. Miré a Artie con cierta confusión—. Pero ?de dónde lo has sacado?
Ella se rascó la nuca con aire apenado.
—Hay un chico con el que me he estado divirtiendo desde el a?o pasado. —Su voz demostró que no le enorgullecía mucho eso—. Estudia Informática. Es de los pocos que ha entrado con beca, y trabaja en el área de vigilancia de Tagus por las noches.
Me lo contó también:
Tres días después de que Eli desapareciera, Artie fue al área de vigilancia a, digamos, pasar un buen rato con ese chico, ya sabes, a manosearse, besarse, entrar en calor... Bueno, la Artie pasional llegó por sorpresa mientras el chico estaba haciendo la inspección de la grabación de la biblioteca. Se le subió encima en la silla giratoria, frente a las pantallas, y comenzaron a besarse. Artie se separó del beso un instante para quitarse la camisa y fue entonces cuando sus ojos se encontraron con el momento exacto en el que Eli estaba imprimiendo algo.
—Y robé la grabación —me explicó, poco orgullosa de ello—. No iba a delatarla. Oculté el vídeo porque creí que Eli estaba haciendo alguna broma o algo para mejorar sus notas. No sabía que luego desaparecería y que la grabación me haría pensar lo que ya te he dicho que pienso sobre Aegan.
Estaba muy sorprendida, en serio, porque Artie guardaba demasiada información, pero mi mente estaba más conectada en ese instante con Eli.
Ya entendía por qué Artie creía que Aegan tenía algo que ver con su desaparición o con lo que fuera que le había pasado. Se podían suponer muchas cosas viendo a esa chica asustada en la grabación, pero era fácil conectar su comportamiento con Aegan cuando recordabas que una de las cosas que él inspiraba era miedo, y ni siquiera de forma intencional. Su postura, su voz dictatorial, su seguridad, la fama de su familia, su capacidad para conseguir lo que quería, todo en él hacía que lo vieras como una persona a la que no podías desafiar, una persona superior a cualquiera. Una persona con un lado oscuro.
?Eli había tenido miedo de Aegan tal vez?
—?Qué hizo Aegan cuando ella desapareció? —indagué.
—Nada —resopló Artie—. Al día siguiente asistió con normalidad a todas sus clases. Y nunca se le vio afectado o preocupado, andaba por ahí igual que siempre, seguro y feliz. Nadie le hizo preguntas y él tampoco dio explicaciones. Fue como si nunca hubiese tenido una novia llamada Eli. ?Crees que eso es normal? ?Es normal que ignores el hecho de que la chica con la que ibas todos los días de la mano, de repente, un día desaparezca?
No, no lo era.
Nada de lo que estaba viendo y escuchando era normal.
Había algo muy raro en la desaparición de Eli, en la grabación, en que Artie viera a Aegan besando a otra chica... Eran retazos desperdigados de un suceso que nadie se había encargado de unir. Retazos intrigantes, tentadores...
—?Alguien más sabe esto? —pregunté.
—No, y nadie más debe saberlo —dijo Artie, nerviosa—. Aunque esta grabación exista no prueba nada, y los Cash tienen medios de sobra para tapar cualquier escándalo y ponerlo todo a su favor.
—Pero...
Fue ella quien en ese momento se puso frente a mí y me miró con gravedad. Con el delineado corrido por las lágrimas y los ojos enrojecidos, me pareció una chica afectada profundamente por cosas que nadie se imaginaba.
—Yo no dije nada ni diré nada —afirmó, segura de su decisión—. Y sí, es porque soy una cobarde.
Intenté animarla.
—No eres una cobarde, solo te falta más valentía.
—Esa es una forma amable de decirle cobarde a alguien —resopló ella, poniendo los ojos en blanco—. Pero el caso, Jude, es que decidí contarte todo esto porque él está más cerca de ti cada vez, se nota que le interesas, y tengo la preocupante sensación de que no es porque le gustes.
Yo también la tenía. No le gustaba a Aegan, de eso estaba segura, pero sus razones para salir conmigo seguían siendo un misterio. ?Tal vez solo por haberlo desafiado?
—No le tengo miedo —dije. Quería dejárselo claro.
—Pues yo sí —contestó ella al instante, y con las siguientes palabras su voz amenazó con quebrarse—: No quiero que un día desaparezcas igual que Eli. Tienes que alejarte de los Cash.
Percibí su preocupación. Era genuina. Sin embargo, no podía pretender que después de soltarme las bombas que me había soltado, a mí, la persona más antipasividad del mundo, me quedara tranquila. No, Artie, no.
—Mira, llevo solo dos semanas aquí y creo en lo que dices sobre Aegan —le dije, antes que nada—. No hay que conocerlo a fondo para notar que es todo menos lo que las personas creen que es.
Artie dejó caer los brazos, vencida, se sentó de nuevo en la cama como derrotada y miró el suelo. Sus ojos amenazaron con volver a humedecerse.
—No solo Aegan —dijo, sometiendo su nerviosismo por otro momento—. Los tres Cash son como un pozo de mentiras que se llena y se llena, pero nunca se desborda. —Su valentía, sin embargo, no duró mucho tiempo—. Aunque igual yo estoy exagerando y Aegan no tiene nada que ver...
—?Sientes que estás exagerando? —le pregunté cruzándome de brazos.
Ella se mordió la u?a del dedo índice, pensó un momento y luego se frustró.
—?No sé qué siento! —soltó, y empezó a moverse inquieta por la habitación—. No quiero que te pase nada ni que me pase nada a mí, pero también... ?También quisiera que fuera cierto que él le hizo algo a Eli para que pague por ello y jamás vuelva a tener el poder de tratar a la gente como si fuera basura!
Mi radar me dijo que Artie sabía más de lo que demostraba y eso podía ser algo peligroso, pero no era quién para juzgarla en ese momento en el que solo importaba una cosa: el misterio alrededor de Aegan. Un misterio que se había esmerado en ocultar, porque eso de no hablar sobre Eli al día siguiente de su desaparición sin duda era sospechoso.
Dios, en serio todo eso no podía ser una casualidad.
Y me encantó que no lo fuera.
Artie se detuvo abruptamente, pálida.
—Jude, júrame que no le dirás esto a nadie —me pidió de pronto, como si se acabara de dar cuenta de que me había revelado algo muy grave—. Júrame que, por más enfadada que estés con Aegan, no vas a soltárselo.
Claro que no le diría nada a nadie, y mucho menos a él.
Porque haría algo mejor: pensaba investigar qué había pasado.
Adopté una postura seria.
—Juro que no lo diré a nadie —asentí.
Artie recuperó algo de color.
Pero siempre ten en cuenta esto: hacer juramentos es muy fácil si sabes cómo enunciarlos estratégicamente.
—Lo que no puedo jurar es que no haré nada contra él —a?adí.
Volvió a ponerse pálida.
—?A qué te refieres? —preguntó en un hilo de voz.