No sé si sabes esto, pero Tommy era policía. Trabajaba para el Departamento de Policía de Haddonfield y le asignaron ser una especie de consejero en el instituto. Así que la mitad de sus horas las pasaba trabajando y aconsejando a adolescentes problemáticos, y la otra mitad era un simple policía más. Te estoy diciendo esto porque es importante que entiendas que Tommy era un hombre bueno. No se merecía morir, y su muerte demuestra que la vida es un azar y es arbitraria, hasta que encuentras a una persona que para ti puede darle sentido a todo eso, aunque solo sea temporalmente.
En cualquier caso, Tommy era muy bueno con los adolescentes, e incluso organizó un club en el instituto dise?ado para concienciarlos sobre los peligros de conducir después de beber alcohol. Muchos padres pensaban que el club consentía que los menores bebieran porque no era un club para que los menores no bebieran, sino un club para que no condujeran después de haber bebido, por lo que Tommy tuvo que luchar mucho para sacarlo a flote. Tommy me contaba que muchos chicos del instituto bebían cada fin de semana y que el que los menores bebieran lo consentían incluso muchas de las familias más prominentes de la ciudad. Y lo que me pareció más gracioso fue que los chicos iban a él y le pedían que montara un club porque estaban preocupados por si alguien resultaba herido o moría si sus amigos conducían hasta casa después de las fiestas. ?Te imaginas hablarle así a un poli cuando eras un adolescente? Ese era el tipo de tío que era Tommy, la gente confiaba en él enseguida.
Así que Tommy organizaba asambleas, e incluso montó esa noche de karaoke de profesores en la que los estudiantes podían pagar para escuchar a sus profesores preferidos cantando los éxitos del momento. Tommy podía convencer a la gente para que hiciera cosas como esa. Yo iba a estos eventos y Tommy se subía al escenario con todos esos adolescentes y cantaba y bailaba con los otros profesores a los que había convencido para que se vistieran con disfraces salvajes, y padres, estudiantes, directores, todos sonreían. No podías evitarlo porque Tommy era todo un derroche de energía positiva. Y siempre pronunciaba discursos durante estos eventos, y explicaba listas de hechos y estadísticas sobre conducir y beber. Era como Martin Luther King con un podio delante de él. La gente escuchaba a Tommy. Tommy los quería. Lo quería jodidamente, tanto, Pat…
Algo divertido sobre Tommy es que le encantaba tener mucho sexo. Siempre quería hacer el amor. Quiero decir que aún no había llegado a casa de trabajar, y ya tenía sus manos encima de mí. Me despertaba cada ma?ana y estaba encima de mí machacándome. Prácticamente no podíamos tener una comida juntos sin que deslizara las manos por debajo de la mesa buscándome las piernas. Y si Tommy estaba en casa, no había forma de ver un programa de televisión, porque aún no había empezado la publicidad, y ya estaba él balanceándose con fuerza y mirándome de aquella manera. Era bastante salvaje, y durante los primeros diez a?os de matrimonio me encantaba. Pero después de diez a?os de sexo sin parar, empecé a cansarme. Quiero decir, la vida es algo más que sexo, ?no? De modo que una brillante y soleada ma?ana, justo después de acabar de hacer el amor debajo de la mesa de la cocina, el hervidor de agua del té empezó a silbar, me levanté y vertí dos tazas.
—Creo que, tal vez, deberíamos limitar el sexo a diez veces a la semana —dije.
Nunca olvidaré su cara. Me miraba como si le hubiera disparado en el estómago.
—?Algo va mal? —dijo—. ?Estoy haciendo algo mal?
—No. No tiene nada que ver con eso.
—Entonces ?qué es?
—No lo sé. ?Te parece normal tener sexo siete u ocho veces al día?
—?Ya no me quieres? —me preguntó Tommy con esa mirada de ni?o peque?o herido; aún lo veo cada vez que cierro los ojos.
Por supuesto le dije a Tommy que lo quería más que nunca, pero que me gustaría poner un poco de freno al sexo. Le dije que quería hablar más con él, dar paseos, y encontrar nuevas aficiones para que el sexo volviera a ser especial.
—Tener mucho sexo —le dije— es como que le quita la magia.
Por alguna razón, sugerí que fuéramos a montar a caballo.
—O sea, ?que me estás diciendo que la magia se ha acabado? —me dijo, y esa fue la última cosa que me dijo.
Recuerdo haber hablado mucho después de que él dijera eso, contarle que podíamos tener todo el sexo que quisiéramos y que esto era solo una sugerencia, pero estaba herido. él me miraba recelosamente todo el tiempo, como si yo estuviera enga?ándolo o algo así. Pero no lo estaba. Solo quería que bajáramos un poco el ritmo para que pudiera apreciar más el sexo. ?Demasiado de algo bueno?, era todo lo que quería decirle. Pero estaba claro que le había hecho da?o, porque antes de que pudiera acabar de explicárselo, se levantó y se fue arriba a ducharse. Salió de casa sin decir adiós.