Ciudades de humo (Fuego #1)

La adrenalina frenó el dolor, pero pudo notar cada nudillo de Kenneth marcado en su mejilla y el ojo palpitándole como si fuera a salirse de su órbita. Retrocedió dos pasos, tambaleándose, antes de mirarlo con el corazón bombeando a toda velocidad por la rabia.

Era la primera vez en su vida que iba a pelearse con alguien de verdad, sin que hubiera un instructor que pudiera pararlos. Y sabía que Kenneth podría destrozarla sin siquiera parpadear, pero estaba tan enfadada que su capacidad racional había desaparecido y solo quería golpearlo. Una y otra vez.

La habitación se había quedado en silencio, pero este se rompió cuando Alice le clavó un pu?etazo con todas sus fuerzas a Kenneth en la garganta. él retrocedió, tosiendo, y Alice siguió los consejos que había dado días antes Rhett a Jake. Al final, iban a servirle para algo.

Cuando Kenneth estuvo doblado sobre sí mismo, se volvió a acercar y consiguió tumbarlo de una patada en la ingle. Al verlo tirado en el suelo gimoteando con las manos en la zona afectada, tuvo la tentación de darle otra, esta vez en el estómago, pero se contuvo y se limitó a dar un paso atrás, respirando con dificultad.

Casi empezó a reírse cuando vio que él miraba su tobillo. Iba a intentar tirarla al suelo. Kenneth podía ser todo lo bueno que quisiera en combate, pero su cerebro no era tan complejo como para que Alice no pudiera seguirlo, la verdad.

Así que cuando vio que iba a estirar la mano hacia ella, hizo lo que Rhett había bautizado como la técnica de la tortuga en sus clases extra.

Alice dejó que le agarrara el tobillo, pero tiró de él hacia atrás antes de que Kenneth pudiera intentar desequilibrarla. En cuanto hubo perdido un poco de fuerza, ella se agachó, le agarró la mu?eca con ambas manos, le dobló el brazo tras la espalda y se sentó sobre él con todo el peso de su cuerpo, para que no se moviera.

La técnica de la tortuga, sí. Cuando Kenneth tiró de su brazo para liberarlo, solo consiguió doblarlo más y soltó un quejido de dolor contra el suelo, intentando apartar a Alice de su espalda inútilmente.

—?Vas a seguir diciendo mentiras sobre mí? —preguntó Alice.

—?Zorra!

Ella, enfadada, le agarró la parte de atrás de la cabeza y le dio un golpe en la frente contra el suelo con la fuerza suficiente como para tener un buen moretón al día siguiente.

?Se lo merecía!

—?No me llames eso! —exigió, doblándole un poco más el brazo—. ?Vas a seguir mintiendo sobre mí o no?

—No —gimoteó él en voz baja.

Alice estaba a punto de sonreír, pero no lo hizo porque en ese momento alguien la enganchó por debajo de los hombros y la levantó bruscamente por los aires. Asustada, empezó a patalear al aire intentando librarse, pero fue inútil.

—?Suéltame ahora mismo! —exigió furiosa.

La dejaron en el suelo y se volvió en seco hacia quien fuera que hubiera interrumpido, pero su nivel de enfado se redujo bruscamente para convertirse en miedo cuando vio que era Rhett.

Oh, no.

—?Que te suelte? —repitió él, y sus ojos centellearon tanto que Alice dio un paso atrás—. Mantente ahí, principiante. Y no te muevas.

Alice agachó la cabeza. Tenía las mejillas rojas y ya no estaba muy segura de si era por la agitación o por la vergüenza. O una mezcla de ambas. Por su parte, Kenneth se había puesto de pie y ahora miraba a Alice con expresión de querer matarla, cosa que hizo que su valentía decayera un poco.

De hecho, toda la gente que durante la pelea había estado gritando y riendo, de pronto parecía muy seria. Alice se pasó la mano por la cara y notó que le dolía justo debajo del ojo izquierdo. De hecho, no solo le dolía. Le palpitaba. Se le estaba hinchando. Oh, no. El pu?etazo. Seguro que amanecía con un ojo morado.

—?Se puede saber qué pasa aquí? —preguntó Rhett bruscamente, plantándose delante de Kenneth.

Pero el muy idiota lo ignoró, se?alando a Alice.

—Cuando no haya nadie delante...

—Te agradecería que me miraras —lo cortó Rhett.

—... te juro que voy a hacer...

—última advertencia, principiante.

—... que desees no haber nacido, zorr...

Se interrumpió a sí mismo cuando Rhett hizo un movimiento tan rápido con la mu?eca que Alice apenas lo vio. Sin embargo, sí que vio que la nariz de Kenneth empezaba a sangrar por tercera vez consecutiva en dos semanas.

Alice abrió los ojos como platos, sorprendida, igual que Kenneth cuando se vio las manos manchadas.

—?Vas a escucharme ahora? —preguntó el instructor sin siquiera levantar la voz.

—?Me has golpeado! —gritó el chico con voz nasal por cubrirse la nariz—. ?No puedes pegarme!

—?Por qué? ?Por ser un guardián? —Rhett puso los ojos en blanco—. No me obligues a hacerlo otra vez.

—P-pero...

—Y, ahora, vete con Max antes de que pierda definitivamente la paciencia.

Hubo un momento de silencio en el que Kenneth no pareció poder reaccionar, al menos hasta que Rhett se acercó a él, hecho una furia.

—?Ahora, principiante!

Kenneth se marchó prácticamente corriendo, claro. Alice no podía culparlo.

—Ha sido culpa suya —dijo Annie, en medio del silencio, lo que hizo que todo el mundo se volviera hacia ella—. De Alice. Ella lo ha empezado.

Rhett se quedó mirándola unos segundos. Annie pareció arrepentirse de haber abierto la boca.

—Eres una principiante —dijo Rhett. Luego miró a su amiga—. Y tú también.

Ellas intercambiaron una mirada confusa.

—?Y qué?

—Que, hasta donde yo sé, tenéis una habitación propia. ?No es así?

—Eh... —Annie se quedó en blanco.

—íbamos a volver ahora mis... —empezó Jenell.

Pero no sirvió de nada. Rhett se?aló la puerta.

—La próxima vez tendréis una sanción cada una. Marchaos de aquí.

Hablaba tan calmado que daba miedo. Y las dos chicas se apresuraron a irse. Cuando se volvió hacia Alice, ella notó que la mezcla de sentimientos entre haberlo echado de menos y tenerle cierto temor bullía en su interior y la confundía totalmente.

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