Crucé los brazos para ocultar mi casi desnudez, aunque no es que hubiese mucho que ocultar. El corazón me latía a toda velocidad y se me aceleró la respiración. La marca de demonio que tenía en la planta del pie, una prueba de que le debía a Newt un favor por devolverme de siempre jamás a la realidad durante el último solsticio, palpitaba con fuerza, como si fuese consciente de que su creadora estaba presente.
Desde el otro lado de las altas vidrieras y la puerta principal abierta entró el zumbido de un coche al pasar y el gorjeo de los pájaros madrugadores. Recé para que los pixies se quedasen en el jardín, El cuchillo estaba rojo y pegajoso por la sangre de Ceri. Sentí ganas de vomitar.
—Es demasiado tarde para huir —dijo, cogiéndome otra vez el cuchillo—. Llama a Minias.
Newt se puso tensa. Rex saltó de sus brazos y aterrizó sobre mi escritorio. En un ataque de pánico, la gata saltó al suelo, tirando papeles al suelo mientras salía corriendo a toda velocidad hacia el vestíbulo. Newt dio un paso hacia el círculo de Ceri y lo golpeó con su báculo giratorio mientras su túnica ondeaba con sus movimientos.
—?Este no es el lugar de Minias! —gritó—. Dámelo a mí. ?Es mío! ?Quiero que me lo devuelvas!
La adrenalina hacía que me doliera la cabeza. Vi que el círculo temblaba y luego aguantaba.
—Tenemos muy poco tiempo has la que la cosa se ponga seria —susurró Ceri, con la cara blanca pero más calmada—. ?Puedes distraerla?
Yo asentí y Ceri empezó a preparar su hechizo. Noté la tensión en los hombros y recé para que mis dotes de conversación fuesen mejores que para la magia.
—?Qué es lo que quieres? Dímelo y le lo daré. —dije con voz temblorosa. Newt empezó a rodear el círculo como un tigre enjaulado mientras su túnica de color rojo intenso siseaba contra el suelo.
—No me acuerdo. —La confusión endurecía su rostro—. No lo llames —advirtió el demonio con los ojos negros y brillantes—. Siempre que lo hago me hace olvidar. Quiero recuperarlo y tú lo tienes.
Vaya, esto se pone cada vez mejor. Newt posó su mirada sobre Ceri y yo me puse en medio. Tuve medio segundo de advertencia antes de que el demonio golpease de nuevo el círculo con el báculo.
—?Corrumpro! —gimió mientras lo golpeaba. A sus pies, Ceri tembló cuando el círculo exterior brilló con un negro intenso al ser poseído por Newt. Con una sonrisita, Newt tocó el círculo y este desapareció para dejar dos bandas finas y brillantes de irrealidad entre nosotros y la muerte, que iba vestida con una túnica de color rojo oscuro y blandía un báculo negro.
—Has mejorado mucho tus habilidades, Ceridwen Merriam Dulciate —dijo Newt—. Al es un magnífico profesor. Quizá tanto que puede que te merezcas mi cocina.
Ceri no levantó la mirada. La cortina que formaba su pelo claro ocultaba lo que estaba haciendo y sus puntas estaban manchadas de sangre. Yo respiraba rápido y seguí girando para poder ver a Newt! hasta que mi espalda estuvo de nuevo frente a la puerto abierta que daba a la iglesia.
—Me acuerdo de ti —dijo Newt, tocando con el extremo de su báculo el lugar donde el círculo se unía con el suelo. Cada toque enviaba un manto negro cada vez más intenso sobre la barrera—. Yo volví a unir tu alma cuando viajaste por las líneas. Me debes un favor. —Contuve un escalofrío cuando los ojos del demonio se posaron sobre Ceri a través de mis piernas desnudas y pálidas—. Dame a Ceri y lo anularé.
Me quedé de piedra. Arrodillada detrás de mí, Ceri reunió fuerzas para hablar.
—Yo tengo mi propia alma —afirmó con voz temblorosa—. No le pertenezco a nadie.
Newt se encogió de hombros y se puso a jugar con el collar que llevaba puesto. —La firma de Ceri está por todo el desequilibrio de tu alma —dijo el demonio mientras se acercaba al piano de Ivy y me daba la espalda—. Está lanzando maldiciones por ti, y tú estás aceptando. Si eso no la conviene en tu familiar, ?entonces qué es?
—Lanzó una maldición por mí —admití mientras observaba como el demo-nio acariciaba con sus largos dedos la madera negra—. Pero el desequilibrio lo provoqué yo, no ella. Eso la conviene en mi amiga, no en mi familiar.
Pero al parecer Newt nos había olvidado. De pie junto al piano de Ivy, la figura con túnica pareció convocar el poder de la sala en su interior, conviniendo así todo lo que un día había sido sagrado y puro en algo para su propio beneficio.
—Aquí —murmuró—. He venido a buscar algo que me pertenece y que tú me robaste… pero esto… —Newt se metió el báculo bajo el brazo, inclinó la cabeza y la mantuvo en esa posición durante un rato—. Esto me molesta. No me gusta estar aquí, ?Por qué me duele?
Mantener distraída a Newt mientras Ceri trabajaba estaba bien, pero ese demonio estaba como una cabra. La última vez que me había encontrado con Newt al menos razonaba, pero ese inimaginable poder estaba alimentado por la locura.
—?Fue aquí! —gritó el demonio, y yo di un respingo y contuve un grito. Ceri aguantó la respiración cuando Newt se giró y nos miró con aquellos ojos negros llenos de malevolencia—. No me gusta esto —dijo Newt—. Duele. No debería doler.