—Disfruta la vida —me dice con mirada solemne mientras me da la mano.
—Lo haré en cuanto termine el período de separación —respondo, y en ese momento su cara se oscurece como si hubiera dicho que voy a matar a su mujer, Natalie, y a sus tres hijas rubias, Kristen, Jenny y Becky. Su expresión se agrava porque no cree en la esperanza y parece que sea su trabajo transmitir apatía, negatividad y pesimismo incesantemente.
Pero yo me aseguro de que comprenda que ha fracasado en su intento de infectarme con sus teorías depresivas de la vida y que estaré esperando con ganas el momento de que termine el período de separación.
—Imagíneme patinando —le digo al doctor Timbers. Es lo que Danny (mi único amigo negro en el lugar malo) me dijo que iba a decirle al doctor Timbers cuando le dejaran salir. Me siento un poco mal por robarle la frase, pero funciona, lo sé porque el doctor Timbers entorna los ojos como si le hubiera golpeado en la barriga.
Mientras mamá conduce por Maryland y Delaware y pasamos frente a un montón de locales de comida rápida y de striptease, me explica que el doctor Timbers no quería dejarme salir del lugar malo, pero que con la ayuda de unos cuantos abogados y de la novia de su terapeuta (el hombre que ahora será mi nuevo terapeuta) emprendió una batalla legal y logró convencer a algún juez de que ella podía cuidar de mí, así que le doy las gracias.
En el momento en que estamos cruzando el puente Delaware Memorial se vuelve hacia mí y me pregunta si quiero ponerme bien.
—Quieres ponerte bien, ?verdad, Pat? ?Verdad?
Yo asiento y le digo:
—Sí que quiero.
Enseguida entramos en New Jersey.
Mientras conducimos por la avenida Hadon hacia el corazón de Collingswood (mi ciudad natal) me doy cuenta de que parece un lugar diferente. Hay muchas boutiques y restaurantes nuevos que parecen caros, y extra?os bien vestidos paseando por las aceras. Hay tantas cosas diferentes que me pregunto si realmente es mi ciudad natal. Empiezo a sentirme ansioso y a respirar con dificultad; a veces me pasa.
Mamá me pregunta qué es lo que va mal y cuando se lo digo me promete que mi nuevo terapeuta, el doctor Patel, conseguirá que me sienta normal en muy poco tiempo.
Cuando llegamos a casa voy directo al sótano y es como si fuera Navidad. Encuentro lo que mi madre tantas veces me había prometido: un banco de musculación, unas pesas, una bicicleta estática y el Stomach Master 6000 (el que en tantas ocasiones había visto de noche por televisión y había deseado durante toda mi estancia en el lugar malo).
—?Gracias, gracias, gracias! —le digo a mamá mientras le doy un gran abrazo con el que la levanto del suelo y le hago dar una vuelta en el aire.
Cuando la dejo en el suelo, sonríe y me dice:
—Bienvenido a casa, Pat.
Me pongo a trabajar enseguida, alternando series de flexiones, ejercicios, abdominales con el Stomach Master 6000, sentadillas, horas en la bicicleta y sesiones de hidratación (trato de beber dos litros de agua al día). Luego está la escritura. Normalmente son mis memorias diarias, como esta, para que Nikki pueda leer lo que he hecho y pueda saber qué ha sido de mi vida desde que comenzó el período de separación. Mi memoria empezó a empeorar en el lugar malo a causa de las drogas que me daban, así que comencé a escribir todo lo que hacía para saber qué contarle a Nikki cuando nuestro período de separación terminase y para ponerla al día de mi vida. Pero los médicos del lugar malo me confiscaron todo lo que había escrito antes de venir a casa, así que he tenido que volver a empezar.
Cuando finalmente salgo del sótano me doy cuenta de que las fotos de Nikki y mías ya no están en las paredes ni en la repisa de la chimenea.
Le pregunto a mi madre qué ha pasado con las fotos. Me dice que unas semanas antes de que yo volviera nos robaron y que se llevaron las fotos. Le pregunto que para qué querría un ladrón fotos de Nikki y mías, y mamá me explica que todas las fotos estaban puestas en marcos muy caros.
—?Y por qué no se llevaron los ladrones el resto de las fotos de la familia? —pregunto.
Me dice que los ladrones se llevaron todos los marcos caros, pero que como tenía los negativos del resto de las fotografías familiares las reemplazó.
—?Por qué no reemplazaste las fotos de Nikki y mías? —le pregunto.
Mamá me dice que no tenía los negativos porque los padres de Nikki habían pagado las fotos de la boda y solo le habían dado a mi madre copias de las fotos que le gustaban. Las otras fotos que teníamos y que no eran de la boda también se las había dado Nikki, y como ahora no podíamos estar en contacto con ellos por el período de separación no podía pedirles los negativos.
Le digo a mi madre que si el ladrón vuelve le romperé la rótula y lo sacudiré hasta que no le quede un soplo de vida. Ella me dice: