Save Us (Maxton Hall #3 )

—?No tienes ni idea de lo que estás hablando!— Está apretando los pu?os tan fuerte que su ataque ha desaparecido.

—Teníamos un plan juntos desde el principio. Los chicos estudian en Oxford, luego James se hace cargo de la empresa. Necesitábamos una estructura y una estrategia, sólo que pronto empezó a desvanecerse, que valdría la pena tirar de ti, aunque me las arreglé para deshacerme de ti hace muchos a?os. Me tomó a?os antes de que pudiera sacarlo de su cabeza.



No puedo creer que esté hablando de nuestra familia, de mamá.





—?Así que no fue Cordelia quien quiso mantenerme fuera de la compa?ía?— Ofelia se está asegurando.



—Por supuesto que no. Tu hermana nunca ha sido consistente. A diferencia de ella, yo tuve una visión de Beaufort. Y tú te interpusiste en mi camino.

Lydia está cada vez más preocupada. Siento que estaría feliz de levantarse e irse, probablemente porque quiere conservar a toda costa el resto de los buenos recuerdos de nuestro padre. Tengo recuerdos similares. Al mismo tiempo, sé que tenemos que aguantar hasta el final.

De lo contrario, no podremos mirar al futuro.

—?Por qué querías atarme a la compa?ía a toda costa? — pregunto.



—Porque siempre hiciste lo que yo quería. Porque un poco de firmeza era suficiente para llevarte por el buen camino. Preferí, por mi 340

propio bien y por el de la empresa, que ocuparas el lugar de Cordelia, no el de alguien que tiene su propia opinión y quiere imponerla.

A pesar de todo lo que me ha hecho en los últimos a?os, me duele el corazón cuando el significado de sus palabras me llega. Demuestran que nunca he sido para él más que un medio para un fin. Demuestran lo poco que nos quiere a mí y a Lydia. Y aunque pensé que había cerrado el caso hace mucho tiempo, algo dentro de mí se está rompiendo.

—Mortimer, traes la vergüenza a esta familia,— dice Ofelia en voz baja. —No vales el lugar que ocupó Cordelia.

Mi padre no responde.

—?No te da vergüenza, papá?— Le pregunta a Lydia con voz temblorosa.

—Hice lo que creí que era correcto.





—Así que tienes valores muy extra?os,— responde mi hermana.

—Mamá se quebraría si lo supiera,— a?ado.

—Ahora todo lo que me importa es lo que haces con esa información.— La ceja de mi padre está levantada, pero su mirada ha perdido su antiguo poder. Es como si su imagen en mi cabeza se hubiera hecho pedazos y sólo ahora empiezo a ver lo que realmente hay detrás de la fachada. Veo su verdadero rostro, y no es agradable. Al contrario. No puedo entender cómo pude creer en él durante tanto tiempo.

—Bueno, Mortimer, tenemos muchas opciones,— dice Ofelia.

—Opción A: te retiras de la compa?ía y me entregas el timón a mí, como quería Cordelia.

Hay silencio. Puedo ver a mi padre pensando intensamente.

—No me interesa esa opción—, responde.

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En ese caso, mi abogado exigirá la verificación del testamento. Ha discutido todo con Clive Allen. Está dispuesto a testificar contra ti si no presentamos un caso contra él. Dirá que le chantajeaste y le obligaste a leer el falso testamento. La probabilidad de que ganes con ese tipo de pruebas es en realidad cero. Puedes imaginarte lo que pasa cuando la prensa se entera de todo.

Mi padre clava los ojos en el escritorio. Apenas traga saliva, afloja sus pu?os, pone sus manos en una almohadilla azul oscuro. Cuando vuelva a levantar la cabeza, estoy preparado para todo, incluso para seguir luchando. Pero cuando mira a Lydia primero y luego a mí, creo que veo algo como un arrepentimiento en su mirada.

—Preferiría no informar a los medios de comunicación—, dice finalmente.

Y entonces lo sé: ganamos.





30


El sol está inundando el campo con una luz intensa, pero aún disfruto del peso de los protectores en mi cuerpo y del toque de una camiseta con un 17 blanco en mi espalda. No pienso en ello. Ahora todo lo que tengo que hacer es correr, agarrar el balón y golpear la meta.

Cierro los ojos y me concentro en los sonidos familiares: pasos, gritos de los fans, movimientos de la pelota...

—?Beaufort!— El entrenador Freeman ruge. —Mantente despierto, ?maldita sea!

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Abro los ojos a tiempo para ver que Alistair está jugando conmigo.

En el último minuto, intercepto el balón, y luego tres jugadores del equipo contrario se lanzan sobre mí.

Reacciono instintivamente. Corro sin dudarlo ni un momento. Uno de los jugadores contrarios me embiste, me tambaleo, pero me las arreglo para mantenerme en pie. Miro a mi alrededor y veo a Wren, quien, como yo, salió disparando. Lo lanzo con todas mis fuerzas. Salta, captura el balón con el mayor esfuerzo. Se necesitaron tres pasos para que el defensor del equipo contrario lo atacara. Wren me lanza la pelota en un instante. Salto a los defensores, corro, corro, salto y disparo. El balón pasa al portero y aterriza en la red. Un segundo después, el árbitro silba el descanso.

Wren viene corriendo a mí primero con felicitaciones. Los otros vienen tras él.





La adrenalina está zumbando en mis venas. Estoy volando.

Que dure para siempre.

Me quito el casco y busco el pelo casta?o.

Ruby está sentada en primera fila, acompa?ada por su hermana y todo el comité organizador.

Trato de recordar todo. La hierba bajo mis pies mientras corro hacia las gradas. El tejido del guante cuando aprieto la mano en un palo. La mirada de Ruby, que incluso desde esa distancia me hace más eufórico que un gol marcado. Me acerco a ella y no puedo evitar sonreír.

—Hola.— Me inclino sobre ella. Se suponía que iba a ser un beso fugaz, pero cuando siento los labios de Ruby tocando los míos, de repente no puedo parar.

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Ember hace un sonido raro, así que Ruby se aleja con una risa.

—Cuando juega así, puedo perdonarle por interrumpir las reuniones una vez a la semana—, dice Lin.

—Hecho—, dice Ruby, que no deja de mirarme. —Lo está haciendo bien, ?verdad?

Mi corazón late aún más rápido.

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