Save Us (Maxton Hall #3 )

Ofelia lee en voz alta y yo me cubro la boca. Mi tía se limpia los ojos como si no pudiera creer en la voluntad de mi madre.

—Eso no es todo.— Ofelia me da el documento. Aprieto mis dedos 335

en el muslo de Graham. Está sentado a mi lado en el jardín y me abraza el hombro. Con manos temblorosas, tomo la hoja de papel firmada por la mano de mi madre. Doy la vuelta a las hojas hasta llegar a la parte en que Ofelia ha dejado de leer. Cuando veo mi nombre, lo levanto más cerca de mis ojos.

Yo, Cordelia Beaufort, establezco a mi hija Lydia Beaufort y a mi hijo James Beaufort como herederos iguales de mi patrimonio.

Que siempre crean en sí mismos y pongan sus visiones en práctica.



Aparece un enorme nudo en mi garganta.

—No lo creo.— Susurro. —Ella salvó las acciones. Para James y para mí.

—Porque ella creía en ti,— apunta Graham en silencio.





Mis ojos están llorando, bloqueando las palabras de mi madre.

Devuelvo el testamento a James, que se sienta a mi derecha y permanece en silencio todo el tiempo, asombrado.

—Créeme, no puedo creer que lo haya guardado tanto tiempo—, dice Ofelia en voz baja, con su enso?ación moviendo los dedos alrededor de la caja. —Se lo regale para su decimotercer cumplea?os.

Apenas puedo tragar mi saliva.

—El hecho de que haya escondido este testamento con tanto cuidado significa que... —Comienzo con esfuerzo.

—Que el otro es falso.— James termina por mí. —En el que escribe que todo es para mi padre.

—El testamento de Cordelia está notariado—, se?ala Ofelia.

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Estaba en la lectura de la misma, en la oficina de Clive Allen. Todo estaba bien.



—Pero este testamento no fue aprobado por Clive Allen. —Graham intervino repentinamente. Se inclina sobre el papel que tengo en la mano.

—Es un tal Fergus Wright.



Echo un vistazo a James e intercambio puntos de vista comunicativos con él.

—Era nuestro anterior abogado,— mi hermano responde lentamente.

—Y también de nuestros abuelos. Murió hace unos a?os y luego Allen apareció.— Se ríe con incredulidad. —Eso es imposible.

—?Pero qué?— Me limpio las lágrimas de los ojos.





—La noche después de que mamá muriera, Percy llevó a papá a casa de Allen. Papá le pidió a su abogado ayuda y discreción. Probablemente fue entonces cuando forjaron el testamento.

Estoy conteniendo la respiración. —?Crees que sabía que mamá no le dejaría tener Beaufort?— Ofelia se endereza en la silla tipo serpiente de cascabel.

—Debe haber sospechado algo.

Miro a James. Parece tan abrumado con la situación como yo.

—Pero... Pero si mamá sabía que un día le iba a entregar el negocio a Ofelia, ?por qué dejó que mi padre la hiciera a un lado? — James se pregunta en voz alta.

—Ella quería protegerme,— dice Ofelia en voz baja. Se pone un 337

mechón de pelo detrás de la oreja, apenas traga su saliva. —Me pondré en contacto con mi abogado. Que se encargue de que se haga la voluntad auténtica.

James y yo nos comunicamos a la vez. Ofelia llama a su abogado, y nos apretamos las manos. Supongo que ambos nos damos cuenta de que ahora tenemos que apoyarnos más el uno al otro.




Lydia lleva un traje negro, que es inquietantemente similar al de mi madre. Todos nos vestimos apropiadamente para la ocasión: Ofelia con un vestido de etiqueta verde menta y yo con un traje de Beaufort.





Tenemos que esperar mucho tiempo antes de que el asistente de papá nos pida que vayamos a la oficina. Ella abre la puerta, todos entramos.

Cuando veo a mi padre, algo me hace da?o en el pecho.

—?A qué debo esta sorpresa?— pregunta irónicamente. Ni siquiera puede levantarse de detrás de su escritorio.

Ofelia recorre la oficina con una libertad que nunca antes había visto.

Por el momento, parece ser la roca. Probablemente porque sabe que es la única manera de llegar a mi padre.

—Mortimer, tenemos que hablar.— Comienza. Se sienta en la silla del escritorio. Lydia toma la otra silla. Me paro detrás de ellas y pongo mis manos en el respaldo.

Mi padre está liderando el camino entre nosotros. No puedo entender la expresión de sus ojos.

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?Sabe lo que le espera?

—Lo encontramos.— Ofelia abre el maletín negro, saca una copia del testamento de mamá y lo pone en el escritorio.

Mantengo un ojo muy cerca de su cara. Al principio sólo parpadea sorprendido, pero pronto toda la sangre sale de su cara. él mueve el documento hacia sí mismo, lo mira brevemente.

—?Qué demonios se supone que es eso?— Levanta la cabeza.

—El testamento de mi hermana,— Ofelia responde en silencio. —Así que surge la pregunta de qué se leyó realmente en diciembre.

El párpado del ojo izquierdo de mi padre empieza a temblar. Levanta la mano y alisa su cabello firmemente peinado, apenas traga saliva y aprieta la boca en una línea estrecha.





Y de esta manera dijo casi todo. Pero tengo que estar seguro.

—Papá, ?realmente falsificaste el testamento de mamá? —le pregunto, solo sorprendido por el frío y la falta de emoción en mi voz.

Papá me mira, abre y cierra la boca. Aparentemente, se ha quedado sin palabras.

—Te hice una pregunta. — Le doy una mirada desafiante. Hay gotas de sudor en su frente, pero aún está pálido como una pared.

—?Falsificaste el testamento de mamá para tomar el control de la compa?ía?

—No tuve más remedio que hacerlo.

Lydia se siente fuerte, aprieto mis dedos en el respaldo de cuero tan fuerte que puedo oír su crujido.

—?Por qué?— pregunto con una calma forzada. Mi padre mira a 339

Lydia primero, luego a mí.

—No es por eso que he pasado toda mi vida trabajando para esta compa?ía para terminar con las manos vacías.

—Cordelia te habría guardado algunas acciones si no supiera lo codicioso que eres.— lanza Ofelia con determinación.

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