—Por lo que veo, ese día está muy lejos.
—?Aaaaaalice!
Ella se volvió, sorprendida, y vio a Jake acercarse corriendo hacia ellos. Así que era él quien había distraído a Rhett. Le debía una.
—Max me envía a buscarte —aclaró, mirándolos a ambos con los ojos entrecerrados y de manera pícara.
—?A mí? ?Max? ?Estás seguro?
—Sí. Dijo que... —Miró a Rhett de reojo, que frunció el ce?o— fueras sola.
Alice supuso que esas no eran las palabras exactas que Max había utilizado, sino otras más ofensivas. Rhett también debió de imaginarlo, pero se limitó a resoplar.
—Entonces, supongo que no puedo negarme —murmuró ella.
La chica miró de nuevo al guardián, cuyo buen humor se había evaporado y, en ese momento, se disponía a recoger las cosas para llevarlas a la sala de tiro. En cuanto desapareció, a Alice no le quedó más remedio que marcharse con Jake.
—?Esto es lo que hacéis cada día a la hora de comer? —preguntó su amigo con curiosidad.
—Sí, dejar que me pateen.
—Has mejorado, créeme. Ya estás en los avanzados.
—Sí, pero eso no quiere decir que sea buena en las peleas cuerpo a cuerpo. Además, me lo pasaba mejor en vuestra habitación.
—Nosotros también te echamos de menos. Incluso Trisha dijo ayer que se le hacía raro no tener a quién patear el trasero.
Alice sonrió un poco. Parecía que había estado toda una vida con los avanzados, cuando en realidad llevaba con ellos apenas ?un par de semanas? ?Tres? Quizá había perdido la noción del tiempo por las palizas que se pegaba cada día en ese maldito circuito.
Subieron al despacho de Max, que estaba limpiando un revólver con una calma extra?a. No levantó la vista cuando Alice, tras llamar, abrió la puerta. Jake se quedó fuera, esperando. Ella cerró y, tras unos segundos de silencio incómodo, decidió sentarse.
—Jake dijo que querías verme —murmuró cuando el silencio se hizo, si es que era posible, todavía más incómodo.
—Así es. —él levantó una pieza y la sopló, antes de volver a frotarla con un trapo—. Necesito un tirador en la próxima salida.
—?Un... tirador?
—Alguien que nos cubra las espaldas cuando vayamos a buscar provisiones y medicinas —aclaró, mirándola—. No es muy complicado, pero prepárate y entrena bastante. Estás en periodo de prueba.
Alice se dio cuenta de que no lo había preguntado, sino que lo exigía. Es decir, que no podía negarse.
—Está bien —dijo, no muy convencida.
—Suelen ser las salidas más fáciles, así que de vez en cuando nos llevamos a algún novato para que se acostumbre —murmuró—. Creo que estás preparada.
Bueno, ya no era una principiante. Solo una novata. ?Eso era mejor o peor?
—Pronto te confirmaré la fecha. Deberás estar a las seis en punto en la zona de los coches —siguió Max, centrado en sus cosas—. Si llegas un minuto tarde, nos iremos sin ti. Encontrarás un uniforme sobre la cama el día anterior.
Cuando pasaron unos segundos de silencio, la miró con los ojos entrecerrados.
—Ya puedes marcharte.
—?Ya está? ?Eso era todo?
Max entrecerró aún más los ojos y, asustada, Alice se apresuró a salir del despacho. Jake estaba apoyado en la pared del pasillo. La miró con curiosidad.
—Quiere que vaya con él a buscar provisiones y medicinas —murmuró ella confusa.
—?Te ha hecho exploradora? —Jake abrió la boca, sorprendido—. Pero ?eso es genial!
—?Lo es?
—?Claro! Podrás salir siempre que quieras y tener todas las armas que te apetezca. Incluso puede que te den una casa, aunque para eso tienen que hacerte exploradora oficial.
—?En serio?
—?Sí! Todo el mundo quiere ser explorador. Más te vale impresionar a Max para que te acepte.
—Entonces, si me hiciera exploradora, ?no tendría que volver a las clases de Deane?
—No, pero... bueno, no es muy fácil impresionar a Max. Ese es el problema.
Ella hizo una mueca de disgusto. Esa noticia no la animó tanto como la primera.
Jake todavía tenía dos horas libres antes de su siguiente entrenamiento, pero ella debía ir ya al campo de tiro, así que se despidieron y se marcharon por caminos opuestos. La mayoría de los alumnos ya estaban en clase, por lo que nadie se fijó demasiado en ella cuando llegó la última.
Tom, el amigo de Shana, también estaba allí, observando a Rhett. El instructor estaba ense?ándoles a cargar una escopeta, pero Alice tenía la cabeza ocupada en otras cosas, como en el hecho de que había conseguido llegar hasta prácticamente lo más alto de todo lo que el entrenamiento conllevaba sin siquiera quererlo.
Y siendo una androide.
?No se suponía que los androides no estaban programados para esas cosas? ?No debería ser peor que los demás?
—?Entendido? —La voz de Rhett la devolvió a la realidad.
De nuevo, había explicado cosas que ella ya había aprendido, así que asintió con la cabeza junto a los demás.
Cuando terminaron la clase, se dirigió directamente a las habitaciones, pero por el camino le pareció ver algo por el rabillo del ojo. Cerca de la casa abandonada, había un grupo de avanzados que compartían habitación con ella. Todos le resultaban familiares.
Shana se encontraba entre ellos, y parecía estar discutiendo con un chico rubio, alto y tan musculoso que parecía un tronco de árbol grueso. Kenneth. El que la había enviado al hospital. ?Cómo podían dejar que esos dos pelearan entre sí? Se imaginó a sí misma luchando contra él y un escalofrío le recorrió la espalda. Podría convertirla en puré tan fácilmente que daba miedo.
Alice no pudo evitar acercarse cuando vio que Tom también lo hacía.
—Eso ha sido trampa y lo sabes —le dijo Shana en ese momento—. Que Deane te tenga mimado no significa que puedas hacer lo que te dé la gana, Kenneth.
—Creo que, precisamente, significa eso.
—Eres un imbécil. —Shana intentó encarársele, pero Tom la detuvo.
Alice, que se había acercado, prefirió mantenerse al margen. No serviría de mucho si se ponían a pelear.