Ciudades de humo (Fuego #1)

—?Por qué no? —Saud sonrió.

Alice también esbozó una sonrisa. Una entusiasmada. Porque sabía que ellos podrían haber optado por bailar con sus parejas, pero habían preferido hacerle compa?ía para que no se sintiera sola.

Bailó con ellos unas cuantas canciones y en la pista improvisada se cruzaron con Jake, Trisha y sus respectivas parejas, cosa que hizo la situación todavía más divertida. ?Eso era genial! ?Bailar era alucinante, era su primera vez, pero le encantaba! Solo tenía que moverse un poco o dar saltos en función de la música que sonara. Y era como si a nadie le importara hacer el tonto o pasárselo bien, sin más.

A Alice le encantó. La noche no había terminado y ya estaba deseando repetirla cuanto antes.

No obstante, llegó un punto en el que se sintió demasiado cansada para seguir, así que dedicó una sonrisa de agradecimiento a los chicos, cuyas parejas se les habían unido hacía ya rato, y se marchó directa al bar a por agua.

Mientras daba un buen sorbo, sedienta y acalorada, no pudo evitar fijarse en el chico que tenía al lado, apoyado distraídamente en la barra. Lo reconoció al instante. Era Rhett.

Y estaba muy guapo.

Seguía bebiendo con cara de aburrido, ajeno a su mirada. Alice recorrió su cuerpo con los ojos, deteniéndose más tiempo del necesario en unas cuantas partes. Llevaba una camiseta gris limpia, unos pantalones negros y unas botas del mismo color. Hasta ahora, solo lo había visto con la ropa reglamentaria o con el pijama.

Y definitivamente podía acostumbrarse a seguir viéndolo así de arreglado. Muy a menudo.

Alice se aseguró rápidamente de que Max estuviera lo suficientemente lejos de ellos antes de dar un paso hacia Rhett y sonreírle.

—Veo que no has encontrado pareja.

él levantó la cabeza al reconocer su voz y le dedicó media sonrisa. Sin embargo, cuando pareció que iba a decir algo, se detuvo en seco y se limitó a mirarla algo más abajo del rostro, con los ojos muy abiertos.

De hecho, lo hizo dos veces antes de que Alice se aclarara la garganta, incómoda.

—?Qué miras tanto?

—A ti —le aseguró él.

—?Rhett!

Este le dedicó media sonrisa y levantó su vaso hacia ella como si brindara en su honor.

—Eres perfecta —a?adió—. ?Puedes ponerte este conjunto cada día? Seguro que logro convencer a Max de que sea tu uniforme oficial. —Ella ocultó una sonrisa divertida—. Al final tú sí que has venido con un chico.

—Sí, pero no parece muy contento aquí.

—?No?

—No. Creo que habría preferido quedarse en la habitación.

—Pues ya somos dos.

Alice vio que pedía otro trago y frunció el ce?o.

—?Qué bebes?

—No te gustará —le aseguró él, adivinando sus intenciones.

—?Por qué no?

—Porque es alcohol. Es el único día del a?o que Max deja que me emborrache.

—?Puedo probar?

él lo consideró un momento y luego le ofreció el vaso. Alice tomó un sorbito peque?o y, en cuanto tocó su lengua, arrugó la nariz, disgustada.

—Puajjj. —Le devolvió el vaso—. ?Me arde la garganta!

—Te lo dije.

—?Es horrible! ?Cómo puedes beberte eso?

—Me ayuda a no matar a nadie.

—Pero... ?sabe fatal!

—Muy bien, Einstein. ?Algún dato más con el que quieras iluminar el sendero de mi ignorante existencia?

—Rhett, déjate de ironías. Te veo raro.

—Eso es porque hace ya rato que estoy borracho.

—?Borracho?

—Es una habilidad que llevo practicando desde los trece a?os. —él apuró el trago y dejó el vaso vacío en la barra—. Bueno, ?no vas a pedirme que baile contigo?

—?Eh?

él suspiró.

—Estoy aquí tirado, solo, ?y tú no vas a tener la decencia de sacarme a la pista?

—N-no creo que sea lo más... apropiado, la verdad —murmuró repentinamente nerviosa.

—?Por qué no? —Repiqueteó los dedos en la barra y luego dio un paso hacia ella.

Alice retrocedió.

—Para empezar, he venido con otro chico.

—Que le den. No te hace ni caso.

—Rhett, Max está aquí. Por no hablar del resto de los instructores y alumnos, que...

—Bah, ?a quién le importa? —Rhett hizo un gesto despectivo con la mano y volvió a intentar acercarse a ella—. Me gusta cómo te queda esa camiseta. Podrías ponértela más a menudo.

—Me ha quedado claro antes, gracias —dijo Alice, cruzándose de brazos.

él enarcó una ceja, con un brillo especial en los ojos.

—También podrías quitártela. Lo que tú prefieras.

—?Cómo voy a quitármela aquí, delante de todos?

Rhett empezó a reírse a carcajadas, cosa que ella no entendió.

—A veces eres tan inocente... —Negó con la cabeza.

—Yo no soy inocente —protestó, e hizo el amago de empujarlo por el hombro.

—Sí que lo eres. Y a la vez eres una pervertida. No sé cómo lo haces.

—?Yo no soy...!

—Pero no dejes de hacerlo —siguió—, me encanta.

Alice notó que sus mejillas se calentaban cuando Rhett se detuvo justo delante de ella, tan cerca que tuvo que echar la cabeza hacia atrás para mirarlo.

Unos cuantos ojos ya se habían posado en ellos con curiosidad y, aunque parecía que a Rhett no podían importarle menos, Alice estaba un poco nerviosa. Esos nervios se mezclaron con las ganas de acercarse un poco más a él, provocando sentimientos contradictorios. Intentó dar un paso atrás, pero su cadera chocó contra la barra y él clavó una mano junto a ella, aprisionándola sin mucha dificultad y acercándose de nuevo.

Y, sinceramente, Alice ya no sabía si estaba nerviosa, divertida o ansiosa.

Así que intentó retomar la conversación.

—Si entreno con esto no podré mantener nada en su sitio por mucho tiempo.

—Vaya, por fin pillas una de mis perversiones.

—?Una? ?Me has dicho más?

—?Ya se te ha olvidado cuando te dije que tu culo es una preciosidad? Porque a mí no.

Alice abrió la boca, pasmada.

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