Ciudades de humo (Fuego #1)

La cafetería también estaba adornada. Había más luces de colores en el techo, de las paredes colgaban papeles dibujados con estampados navide?os y las mesas estaban cubiertas con manteles rojos. Habían intentado que realmente pareciera Navidad.

Además, alguien había traído un viejo equipo de música y estaba sonando una canción que Alice después descubriría que se llamaba villancico. No tardó en encontrar a los demás. Estaban todos sentados a una de las largas mesas. Habían dejado dos lugares libres para ellos. Dean y Saud estaban hablando con dos chicas de su edad, mientras que Trisha no dejaba de beber de su vaso con mala cara: su pareja intentaba entablar conversación con ella y la chica no estaba por la labor. Jake sonreía, sudando, nervioso, y la tal Riley miraba a su alrededor, aburrida.

—?Hola, chicos! —los saludó Alice—. Hala, Trisha, estás genial.

Su amiga llevaba unos pantalones ajustados y una camiseta corta. Además, tenía los labios pintados de un rojo tan oscuro que parecía negro. Le gustó cómo resaltaban con su piel pálida y su pelo rubio tan corto.

—La próxima vez intenta sonar menos sorprendida —le dijo esta.

Alice lo pasó por alto. No quería empezar mal la noche. Davy y ella se sentaron y se quedaron en silencio durante unos segundos, mirando a los demás, algo incómodos.

—Bueno, y ?qué tal? —preguntó Alice, tratando de romper el silencio.

—Trisha es una chica muy maja —comentó enseguida el chico que la acompa?aba, intentando ganarse su simpatía.

Alice contuvo una sonrisa cuando ella resopló, malhumorada.

—Voy a por otra bebida.

—Te acompa?o —se ofreció Alice enseguida.

En cuanto estuvieron un poco alejadas de la mesa, Alice se acercó a ella y la miró con atención.

—?Qué ocurre? ?Por qué estáis en silencio?

—Mi pareja es un idiota —aclaró Trisha—. Y Jake también. Solo ha sido capaz de balbucear un ?hola? cuando ha llegado la otra.

—Porque está nervioso.

Trisha puso su vaso encima de la barra.

—Otro de lo mismo, pero más cargado, y para ella...

—Agua.

—Que alguien me mate. —Trisha puso los ojos en blanco.

Alice sonrió a la cocinera —como cada día— cuando le dio su vaso de agua, y luego tomó un sorbito. Ella también estaba un poco nerviosa por encontrarse con el chico que tenía en la cabeza. Y no era precisamente su pareja de la noche.

Y justo cuando se preguntaba dónde estaría Rhett, se dio la vuelta para volver a la mesa y casi se chocó de bruces con Kenneth. Milagrosamente, el agua se mantuvo dentro del vaso.

Se miraron el uno al otro, hubo un momento de silencio incómodo. Kenneth seguía teniendo el puente de la nariz azulado, al igual que Alice tenía el ojo izquierdo del mismo color —aunque ella había intentado cubrirlo con maquillaje—. Eran dos recuerdos bonitos de cómo habían sido las cosas entre ellos.

—Eeeh..., hola —murmuró ella.

Kenneth apretó los labios.

—Hola —masculló.

Y hubo silencio de nuevo. Uno todavía más incómodo.

—Te ves bien —dijo Kenneth, mirándola de arriba abajo con cierta lentitud.

—?Eso es un halago?

—Más o menos. —él volvió a la sonrisa petulante de siempre—. No podrías escaparte de mí con esa falda y esos tacones puestos, ?no crees?

Alice enarcó una ceja, molesta.

—?Qué te hace pensar que intentaría escaparme y no enfrentarme a ti?

—Que me ganaras una vez no quiere decir que vayas a volver a hacerlo.

—De hecho, si te diera una paliza así vestida sería el doble de humillante. —Le agitó un dedo delante de la cara, a modo de advertencia—. Así que ten cuidadito conmigo.

Dicho eso, pasó por su lado sin esperar respuesta y volvió con sus amigos.

La cena no fue tan aburrida como esperaba. Pese a que la pareja de Trisha no dejaba de parlotear y la cita de Jake no dejaba de bostezar, lo pasaron bien. Especialmente gracias a Dean y a Saud, que, como de costumbre, estaban intentando integrar a todo el mundo en sus conversaciones para que nadie se sintiera apartado.

Y, entonces, vino el mejor momento de la noche.

Alice ya había visto a los instructores hacía rato. Max estaba en la cabecera de la mesa, hablando con Tina, a su derecha, mucho más animado que de costumbre. A su izquierda, Geo bebía en silencio y, de vez en cuando, miraba a su alrededor. Junto a este, Deane tenía la mirada clavada en la pared, pensativa. Y Rhett, enfrente de ella y junto a Tina, estaba totalmente recostado en su silla, bebiendo sin parar. Parecía muy aburrido. Tina intentó que se uniera a la conversación varias veces, pero solo consiguió que él respondiera poniendo los ojos en blanco.

Pero no, eso no fue lo mejor.

Lo mejor fue cuando Max se puso de pie y ofreció una mano a Tina, que se sonrojó y soltó una risita de ni?a peque?a antes de asentir y aceptar.

Y se pusieron a bailar juntos.

Sí, a bailar.

Max bailando.

Bai-lan-do. Max.

Fue como si iniciaran una reacción en cadena. De pronto, muchos se pusieron de pie y ofrecieron un baile a sus parejas. Los villancicos habían dado paso a una canción que Rhett habría clasificado como ?de esas lentas para bailar agarrado y meter mano?.

Jake se puso de pie y, para su sorpresa, Riley aceptó bailar con él. Trisha y su chico también fueron —aunque ella primero se terminó la bebida de un trago.

Alice se volvió hacia Davy con una sonrisa entusiasmada.

—?La gente está bailando en parejas! —insinuó.

?Ella también quería! Pero Davy solo se encogió de hombros.

—?Ese es Max? —Hizo una mueca de desagrado—. Ya lo he visto todo en la vida. Si me matan, estaré conforme.

Se puso de pie y Alice estuvo a punto de imitarlo, ilusionada, pero se detuvo cuando vio que solo pretendía ir al cuarto de ba?o.

Y la dejó sola en la mesa.

Bueno, no estaba sola. Dean y Saud seguían hablando con sus parejas. Alice se limitó a mirar bailar al resto, con algo de envidia.

Sin embargo, unos segundos más tarde, levantó las cejas cuando vio que Dean se detenía delante de ella, junto a Saud, y ambos le ofrecían una mano.

—?Te apetece bailar? —ofreció el primero.

—?Con... los dos?

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