—Serví como oficial en los Servicios de Seguridad del ya fallecido ex presidente de Somalia, Siad Barre. No tenía ninguna relación con el doctor. Barre es un apellido somalí de lo más común. Al igual que usted, en otro tiempo fui policía. En el cumplimiento de mis obligaciones hice cosas por las que muchos querrían verme muerto.
—Lo que haya hecho en el pasado a mí no me importa —insisto—. No tengo ningún interés en que le deporten.
—Tal como le he dicho antes, perdóneme si no tengo la suficiente confianza en usted como para poner mi futuro y el de mi esposa en sus manos. Su actuación hasta la fecha ha sido absolutamente insatisfactoria. Por favor, ponga su arma en el suelo.
No me muevo.
—No dudaré en matarle, inspector, y se nos acaba el tiempo.
Dejo mi Glock en el suelo. él mira a Seppo.
—Ultrajador y asesino, no me olvido de ti. Enseguida te llegará el momento.
Seppo empieza a gimotear y a proclamar su inocencia.
—Cállate —espeta Ibrahim Hassan Daud o Abdi, o comoquiera que se llame—, o me ocuparé de ti antes de lo previsto.
Seppo se calla.
—Debe de tener frío, inspector. Por favor, venga y siéntese junto al fuego.
Lo hago. Empiezo a sentir miedo, pero pienso en Valtteri, en el bosque, en el rifle, quizás a unos cincuenta metros: tiene un blanco fácil.
Abdi sigue apuntándome con una mano, mientras con la otra pone recta la rueda y empieza a verter gasolina en el interior.
Tengo tanto miedo que empiezo a temblar, preguntándome por qué Valtteri no ha hecho nada, si es que está ahí. Kate estaba en lo cierto y yo estaba equivocado en todo. Tenía razón: esto va a acabar mal.
—?Por qué hace eso? —le pregunto.
—Es la única solución a mi dilema. Parecerá que Seppo Niemi le ha asesinado, igual que a su esposa, y que luego se ha suicidado. Mi esposa y yo estaremos a salvo, y habré vengado a mi hija.
—Yo también tengo esposa, está embarazada de gemelos. Me necesitan tanto como Hudow le necesita a usted.
—Lo siento por su familia —responde, con un suspiro—. La culpa es suya. Usted es el que se ha metido en esto.
intento ponerme de pie, para intentar por lo menos que me dispare en vez de prenderme fuego, pero la rodilla mala se me ha quedado rígida y no puedo levantarme.
—También se equivoca al creer que yo maté a su ex esposa —puntualiza—. Tal como le dije en nuestra primera reunión, esperaba que usted se encargara de hacer justicia por mí. Ahora tendrá que sufrir las consecuencias de su incompetencia.
—Si usted no mató a Heli, ?cómo sabe que la mataron aquí?
—El periódico local ha publicado el nombre del lago. La mancha negra en el hielo me indicó el lugar exacto. Si el viento no hubiera barrido la nieve que ha caído últimamente, quizá no hubiera podido encontrar el lugar.
No tiene motivo para mentir. Me he equivocado de plano. Estoy asustado y perplejo. Voy a morir sin averiguar siquiera la verdad. Voy a morir para nada. Por culpa de mi estupidez, Kate va a tener que criar a dos hijos sola. Los chicos crecerán sin padre. Me ha costado casi cuarenta a?os encontrar a Kate y la felicidad, y ahora voy a segar mi vida, perderlo todo, por idiota. Me siento en el hielo, a la espera de mi ejecución. Abdi levanta la rueda y se dispone a pasármela por el cuello.
Suena el disparo de un rifle. La bala pasa silbando junto a mi cabeza y da a Ibrahim en el hombro, que se tambalea y cae de lado, con la rueda aún en las manos, sobre la hoguera. La gasolina prende y él queda envuelto en llamas. Intenta ponerse en pie, pero tropieza y se cae: es una bola de fuego que grita y se retuerce sobre el hielo. No dura mucho. Cae al suelo, inmóvil, y arde. Todo ocurre tan rápido que no puedo siquiera intentar ayudarle.
Valtteri sale corriendo del bosque hacia el lago. Con su camuflaje de invierno, parece un espectro blanco salido de entre las sombras. Llega hasta mí al cabo de unos segundos.
—Kari, dime que no estás herido —exclama.
Me ayuda a ponerme en pie, aún temblando, me abraza y se echa a llorar. Le prometo que estoy bien y le pido que se calme.
Se aparta y asiente. A un par de metros, Seppo sigue de rodillas. Valtteri se le acerca, saca la pistola y le apoya el ca?ón contra la frente.
Estoy confuso, no sé qué hacer.
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