—Puede que ya lo haya hecho.
Thomas comenzó a avanzar, sorprendido de lo rápido que había recuperado sus sentidos. Corrió hacia la puerta, esquivando mesas y cuerpos. Tenía que estar allí dentro, a salvo como ellos lo habían estado. La puerta estaba cerrada; eso era una buena se?al. Probablemente estaba cerrada con llave. Quizás había caído como él en un profundo sue?o. Por eso había estado callada, sin responder.
Estaba a punto de alcanzar la puerta, cuando recordó que necesitarían algo para forzar la cerradura.
—?Que alguien vaya a coger el extintor! —gritó por encima de su hombro.
El olor en la zona común era espantoso; le entró una arcada mientras respiraba profundamente.
—Winston, ve a buscarlo —ordenó Minho detrás de él.
Thomas llegó el primero a la puerta e intentó abrirla. El pomo no se movió, estaba bien cerrada. Entonces vio un peque?o cartel de plástico transparente, colgado de la pared a la derecha, de unos doce centímetros cuadrados. Habían metido un trozo de papel por la estrecha ranura, en el que había escritas varias palabras:
Teresa Agnes. Grupo A, Sujeto A-1.
La traidora.
Por extra?o que parezca, lo que más le llamó la atención a Thomas fue el apellido de Teresa. O al menos lo que parecía ser su apellido. Agnes. No sabía por qué, pero le sorprendió. Teresa Agnes. No se le ocurría nadie con ese nombre en el manchado conocimiento de historia que flotaba en sus recuerdos aún escasos. A él mismo le habían puesto su nombre por Thomas Edison, el gran inventor. Pero ?Teresa Agnes? Nunca había oído hablar de ella.
Por supuesto, todos sus nombres eran más una broma que otra cosa, seguramente la manera insensible con que los creadores —CRUEL o quien fuera el que les había hecho aquello— buscaron distanciarse de las personas reales robadas a madres y padres reales. Thomas estaba ansioso por saber cómo lo llamaron al nacer, qué nombre estaba grabado en la memoria de sus padres, fueran quienes fueran. Estuvieran donde estuvieran.
Los vagos recuerdos que recuperó al pasar por el Cambio le habían hecho pensar que no tenía padres que le quisieran. Que fueran quienes fueran, no le querían. Que le habían sacado de unas horribles circunstancias. Pero ahora se negaba a creerlo, sobre todo después de haber so?ado con su madre durante la noche.
Minho chasqueó los dedos delante de los ojos de Thomas.
—?Hola? Llamando a Thomas. No es buen momento para so?ar despierto. Hay un montón de cadáveres y huele como los peores comistrajos de Fritanga. Espabila.
Thomas se volvió hacia él.
—Perdona. Tan sólo pensaba que es extra?o que el apellido de Teresa sea Agnes.
Minho chasqueó la lengua.
—?Y a quién le importa esa chorrada? ?Qué querrán decir con que es la traidora?
—?Y qué significa ?Grupo A, Sujeto A-l?? —preguntó Newt, quien le pasó el extintor a Thomas—. Bueno, te toca a ti romper el pu?etero pomo.
Thomas lo cogió y de repente se enfadó consigo mismo por malgastar unos pocos segundos pensando en la estúpida etiqueta. Teresa estaba allí dentro y necesitaba su ayuda. Intentó no preocuparse por la palabra ?traidora?, cogió el cilindro y golpeó el pomo de latón. Una sacudida subió por sus brazos cuando el metal repiqueteó contra el metal y el sonido se elevó por el aire. Notó que cedía un poco; dos martilleos más tarde, se cayó y la puerta se abrió de golpe un par de centímetros.
Thomas tiró el extintor a un lado y agarró la puerta para abrirla del todo. Una irritante anticipación se mezcló con el terror de lo que pudiera encontrar. Fue el primero en entrar en la habitación iluminada.
Era una versión más peque?a del dormitorio de los chicos; tan sólo había cuatro literas, dos cómodas y una puerta cerrada que debía de dar a otro cuarto de ba?o. Todas las camas estaban hechas, excepto una cuyas mantas se hallaban retiradas hacia un lado, la almohada colgaba por el borde y la sábana estaba arrugada. Pero no había ni rastro de Teresa.
—?Teresa! —la llamó, con la garganta crispada por el pánico.
Se oyó el sonido zumbante y giratorio de la cisterna del váter que había al otro lado de la puerta cerrada y al instante el alivio inundó a Thomas. Fue tan fuerte que casi tuvo que sentarse. Estaba allí, estaba a salvo. Se tranquilizó y empezó a caminar hacia el lavabo, pero Newt le agarró del brazo.
—Estás acostumbrado a vivir con un pu?ado de chicos —dijo Newt—. No creo que sea cortés irrumpir en el maldito ba?o de mujeres. Espera a que salga.
—Entonces meteremos a todos aquí y tendremos una Reunión —a?adió Minho—. En esta habitación no huele mal y no hay ventanas por las que puedan gritarnos esos raros.
Thomas no se había percatado de la falta de ventanas hasta aquel momento, aunque debería haber sido lo más evidente, considerando el caos de su propio dormitorio. Los raros. Casi se había olvidado de ellos.
—Ojalá se dé prisa —murmuró.
Las pruebas (The Maze Runner #2)
James Dashner's books
- The Eye of Minds
- The Kill Order (The Maze Runner 0.5)
- Virus Letal
- The Maze Runner Files (Maze Runner Trilogy)
- Rising Fears
- The Hunt for Dark Infinity (The 13th Reality #2)
- The Blade of Shattered Hope (The 13th Reality #3)
- The Void of Mist and Thunder (The 13th Reality #4)
- The Rule of Thoughts (The Mortality Doctrine #2)
- The Journal of Curious Letters (The 13th Reality, #1)
- El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)
- A Mutiny in Time (Infinity Ring #1)