—Pues lo dijo nuestro anfitrión, mi primo, sir John Raouille.
Se volvió a mirar a Raouille, que no podía quitarle los ojos de encima, evidentemente impresionado.
—?Quién te dijo que yo había muerto? —le preguntó Thayer en tono imperativo.
—Tus propios parientes.
—?William?
—No. Sir Robert y su tío —John apuntó con el dedo hacia Robert y Gytha, que estaban quietos en el umbral de la puerta.
Thayer se dio la vuelta y fijó la mirada en su tembloroso primo, sin ningún asomo de afecto.
—Fuiste bastante imprudente, ?por qué?
Robert emitió un grito ahogado, soltó a Gytha y se dispuso a salir huyendo, pero no fue lo suficientemente rápido. Thayer lo cogió por la pechera de la brillante guerrera y lo levantó del suelo. Los pies de Robert se mecieron, suspendidos a varios centímetros, mientras el pobre hombre emitía sordos quejidos y sus delgadas y fofas manos se aferraban inútilmente a la enorme garra con la que Thayer lo sujetaba.
Gytha notó que Robert empezaba a respirar con dificultad, y se dirigió a Thayer:
—Me parece que le puede resultar un poco difícil responderte mientras lo tengas levantado así —sonrió ligeramente cuando el Demonio Rojo la miró de soslayo.
Entonces aflojó el pu?o con el que estaba ahogando a su primo y repitió la pregunta.
—?Contéstame! ?Por qué hablaste tan precipitadamente?
—El tío me lo dijo —jadeó Robert—. él fue quien aseguró que te habían asesinado en Francia.
Thayer soltó a Robert, que chilló suavemente mientras caía al suelo con poca gracia. El furioso caballero se frotó la barbilla, frunció el ce?o pensativamente y se atrevió a hablar.
—?Pero qué utilidad tendría tal mentira? Ni tú ni Charles ganaríais nada si me muriera.
Con la ayuda de Gytha y de Margaret, Robert se puso de pie, tambaleándose.
—Por supuesto que gano. ?Tú eres el heredero de William y yo soy tu heredero! —chilló de nuevo aguda y sordamente cuando Thayer lo agarró otra vez por la pechera y acercó la cara a no más de dos centímetros de su nariz.
—??Dónde está William?! —rugió Thayer.
—?Muerto! —gritó Robert. Thayer lo soltó, empujándolo a un lado. Robert cayó al suelo y se golpeó la cabeza con suficiente fuerza como para perder el conocimiento.
Con furia, Thayer se dio la vuelta para encararse con el padre de Gytha y le interpeló.
—?Tan muerto como yo?
—No. William está muerto de verdad.
—?Quién lo dice? ?Robert, esa víbora que se hace llamar familiar mío?
—El propio escudero de William nos trajo las noticias.
—?Cómo encontró la muerte mi primo?
—Se cayó del caballo o alguien lo derribó, y se rompió el cuello. Lo siento mucho —a pesar de las muchas pistas que habían salido a la luz en esa corta y acalorada confrontación, John todavía no estaba seguro de quién era el furibundo hombre—. ?Eres sir Thayer Saitun?
—Sí —Thayer tenía los pensamientos concentrados en la pérdida de William, y afrontó con aire excitado y ausente la ronda de presentaciones que se produjo de inmediato—. ?William está muerto, y sin embargo la boda se va a llevar a cabo?
Gytha, que estaba ayudando a Margaret a atender a Robert, levantó la cabeza y contestó.
—Me iba a casar con este primo tuyo.
Viendo que Thayer continuaba frunciendo el ce?o severamente, John se apresuró a dar explicaciones.
—Tenemos un acuerdo.
—?Qué acuerdo?
—Un pacto que firmamos el padre de William, padre adoptivo y tío tuyo y de Robert, y yo. Acordamos el matrimonio cuando Gytha era todavía un bebé. La plaga acababa de asolar los campos. Debido a aquellas circunstancias, el acuerdo se hizo de forma un poco… extra?a —hizo una pausa para pedirle a su esposa que le llevara el documento—. El nombre de Gytha aparece en el contrato, pero no el de William. Su padre quería que las dos casas se unieran, al igual que yo. Vosotros erais tres: William, Robert y tú, tres muchachos con posibilidad de crecer, madurar y lograr la mano de mi hija. Los tres estabais bajo su tutela en el momento en que firmamos el acuerdo. éste establece que ella se casaría con el heredero de la Casa Saitun, el que sobreviviera, ya fueras tú, William o Robert. Eso daba igual.